El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS),
como todas las encuestas, sirve para lo que sirve. Queda mucho para las
próximas elecciones generales y las encuestas fallan más que una
escopeta de feria mala, como todos sabemos. Pero, de entrada, ha servido
para darle oxígeno de cara a la opinión pública y ánimos a Pedro
Sánchez y para mensaje interno del PP de que no hay que confiarse, y hay
que seguir peleando una legislatura complicadísima.
Y para evidenciar
que Ciudadanos no termina de despegar y el ansiado despegue que
esperaban tras acceder Sánchez a la dirección del PSOE no se ha
consumado por ahora y dejarle claro a Pablo Iglesias que lo de ser el
grupo hegemónico de la izquierda, el sorpasso y la posibilidad de ser
alternativa de Gobierno es un sueño, y nada más que eso a estas alturas.
El trabajo de campo de la encuesta está hecho en los diez primeros
días de julio, y aunque el PP sigue siendo el partido más votado, se
queda en un 28,4%, pero con el PSOE de Sánchez como clara alternativa en
un 24,9%, a poco más de tres puntos. Curiosamente, la abstención baja
del 13,6 al 12,3, casi punto y medio, y la encuesta muestra al bloque de
izquierda (PSOE y Podemos) sumando un 45% frente al 43% de la derecha
(PP y Ciudadanos), cuando en el anterior barómetro la derecha estaba
siete puntos por encima.
El PP, probablemente afectado por la corrupción que le persigue, y
seguro por tantas sesiones parlamentarias duras, las reprobaciones y la
moción de censura, ha roto los pronósticos de los expertos en
sociometría, que creían que en este barómetro Rajoy iba a verse
beneficiado por una economía que parece comenzar a crecer y respirar y
unos datos que le son teóricamente favorables.
El PSOE de Pedro Sánchez respira optimismo, aunque un miembro de la
Ejecutiva me decía poco después de conocerse el CIS que “no hay que
lanzar ninguna campana al vuelo, no hay elecciones a la vista, ahora
bien, este CIS evidencia que las cosas están cambiando, que somos
alternativa de Gobierno, que la gente está harta de Rajoy y el PP y que,
si Pedro y su equipo lo hacemos bien, podemos gobernar. Este CIS no
sirve para mucho, pero bienvenido sea, ya lo quisieran nuestros
adversarios”. Han subido cinco puntos, la distancia con el PP es la más
reducida en un barómetro del CIS desde hace más de dos años y para el
nuevo líder socialista es un balón de oxígeno cuando aún convive con
conflictos internos de fuste. Y ojo, que Pedro Sánchez aparece como el
íder mejor valorado entre los de los cuatro partidos principales, por
encima de Albert Rivera, que solía liderar este punto.
Para Ciudadanos es un revés este CIS, no solo para Rivera. Los
naranjas se mantienen en intención de voto directa, pero ceden cuatro
décimas en intención de voto, lo cual evidencia que no terminan de
encontrar su sitio, y que sus acuerdos con el Gobierno le están
perjudicando. Un buen toque de atención para Rivera, que debe apretar
las clavijas internas si no quiere quedarse en partido bisagra sin
ninguna aspiración de jugar un papel importante de cara a la formación
de Gobierno en las próximas elecciones.
Y Podemos y Pablo Iglesias, aunque apuntan una leva subida de seis
décimas, para nada consolidan una posición que les permita aspirar al
sorpasso en la izquierda, y no digamos a la posibilidad de poder formar
Gobierno. Iglesias tiene ya problemas de liderazgo, grietas en muchas
autonomías y aunque mantiene la presencia en los medios, parece que el
electorado no le respalda como él y los suyos soñaban, y de aquí a las
elecciones probablemente vaya a peor.
(*) Periodista