En menos de un mes, Sigma Dos ha
rectificado su pronóstico electoral sobre Murcia. La versión vietnamita
de Martínez Pujalte (5-2-2-1, por ese orden PP-PSOE-C´s y Podemos) pasó
ayer en el trabajo de esa demoscópica para El Mundo a 4-2-2-2, con
cambio sustancial en el orden de los factores, esto es, PP, C´s, PSOE y
Podemos, y los dos últimos compitiendo al filo por la tercera plaza en
porcentaje de votos. En lo único que se parecen ambas catas es en que
sigue siendo elegida la mallorquina Isabel Borrego, esposa del de los
´cafelitos´, estratégicamente situada en la tercera plaza de la lista
del PP, porque se ve que en Murcia ese partido no dispone de mujeres con
gancho. Experta, dicen, en turismo, Borrego ha empezado por practicar
el turismo electoral.
Con estas predicciones concluye el morbo de
las encuestas, pues a partir de mañana está prohibida su divulgación,
aunque siempre será posible consultar la edición digital de El Periódico
de Andorra, diario del Grupo Zeta en que suelen aparecer hasta la misma
jornada de reflexión los sondeos que encarga El Periódico de Catalunya.
Y empezará la digestión del debate a dos de esta noche entre Mariano
Rajoy y Pedro Sánchez. Claro que La Sexta, muy oportunamente, permitirá
que los ausentes Pablo Iglesias y Albert Rivera le pongan el postre a la
cena y dispongan de las últimas palabras. Una jugada mediáticamente
perfecta. A ver si va a resultar que, como dicen en el PP tras el torneo
a cuatro de la semana pasada, los debates los ganan quienes no
comparecen, como fue el caso de Rajoy. Por esa regla de tres, Iglesias y
Rivera se colocarían esta noche en la parte más alta del podio.
Si
el debate a dos es como los que conocemos de otras ocasiones, todo
estará muy reglado, y las intervenciones, capítulo a capítulo,
memorizadas. Tal vez tengamos noticia de la ´niña de Rajoy´, que ya será
una mujercita y habrá tenido que emigrar a Londres a fregar platos tras
haber aprobado dos carreras en España. Pero es posible que salte la
liebre si Sánchez, en vez de jugar al pimpón con cifras cuyas
dimensiones se le escapan al respetable se trasmuta en periodista, ya
que tendrá a Rajoy detrás del plasma. Podría preguntarle por las cajas
de puros que recibía de Bárcenas con sobres de dinero negro o por los
mensajes de aliento que escribía al extesorero cuando ya era público que
éste disponía de sesenta millones de euros en Suiza. O sobre la
continuidad del personaje en Génova, con sueldo, secretaria y chófer
después que se conocieran sus habilidades recaudatorias. O por el pago
en negro de las obras en la propia sede central del PP. O la razón de
que el su partido pagara un sueldo a Jesús Sepúlveda, que éste recibía
sin salir de casa, después de sus sinvergonzonerías con el dinero
público. O por el fichaje para ministra de Sanidad de Ana Mato, a pesar
de saber que hasta los confetis de los cumpleaños de sus hijos los
pagaba el Bigotes. O sobre las visitas de Rodrigo Rato a los despachos
de sus ministros. O, por ir a lo penúltimo, sobre qué es lo que le
fuerza a mantener a un candidato a diputado por Segovia y a un embajador
en la India tras constatarse que cobraban comisiones millonarias por
negocios en el exterior bajo la evidente tapadera de sus
responsabilidades públicas. Y así.
Puede que Rajoy respondiera con el «y
tú más» de los Eres andaluces, pero hablar de esto también sería sano
para el país, obligaría a los socialistas a exorcizarse con la
autocrítica y, dada la correlación de fuerzas en el PSOE, no sería
demasiado inconveniente para Sánchez. La corrupción debería ser la
segunda cuestión importante del debate de esta noche, pues tras el paro
es el problema que más preocupa a los ciudadanos, según las encuestas.
Que un presidente del Gobierno participe de la corrupción, la consienta o
la minimice lo deslegitima moralmente para el cargo por mucho -y
tampoco es el caso- que pudiera presentar una aceptable gestión como
tampoco sería legítimo aplaudir a un dictador porque en su país vaya
bien la economía.
Es obvio que Rajoy no asistió al debate a cuatro porque sabía que lo iban a freir con Bárcenas y la Gürtel, de modo que Sánchez, aunque ahora esté en solitario, no puede decepcionarnos. Tiene la obligación de vengar a los periodistas que no pueden hacer preguntas y a Bertín Osborne, a quien no se le ocurrieron cuando tuvo a tiro a Rajoy en su cocina. El -todavía- líder del PSOE debiera sospechar que Rajoy le ha ofrecido esta cena porque supone que se lo puede merendar, razón por la que esta vez no ha enviado a Soraya. De su disposición para el ataque dependerá que el -todavía- presidente del Gobierno no se lo meriende sin dejar ni los huesos a Susana Díaz para cuando ésta tome el AVE.
Sí, será una noche caníbal, pues como repite todo el mundo, «ambos se juegan todo». Pero una posibilidad es que finjan, como si se tratara de una peli de gore, para así mantener a raya a los zombis del exterior. Lo que las encuestas no ocultan es que los bloques se fraccionan, pero la derecha y la izquierda suman prácticamente lo de siempre.