Pablo Casado se puso ayer estupendo para contarnos que él y el PP
están “abochornados, indignados y avergonzados” por lo que se va
sabiendo de la trama Púnica. Y dijo más, muy solemne: “Vamos a revisar
los nombres de quienes ya tienen abiertos expedientes informativos o de
expulsión para ver si hemos de abrir otros nuevos”.
Rajoy, que este fin de semana reapareció como el monstruo del Lago
Ness, en atinada descripción del sabueso Marcello, permanece silente.
Aplicado en sus clases de inglés con la profesora Allen. Y ha lanzado a
sus modernos ciudadanos a la palestra de los platós de televisión, las
ruedas de prensa y los estudios de radio, mientras Carlos Floriano se
parte la caja del papelón del cuarteto sucesorio.
Pero en el PP están acojonados. Lo peor de la trama Púnica no es lo
que ya ha salido, que es obsceno, repulsivo y que retrata un modo de
hacer en la casa. Lo peor de la banda Púnica es que todo sucedió cuando
la corrupción agotaba portada tras portada, y por lo tanto no vale eso
de que es cosa del pasado. Y lo peor de lo peor de la Púnica es lo que
queda por saberse. Que se sabrá. Por eso Rajoy,
Mariano-se-fuerte-te-llamo-mañana, permanece mudo y no toca el whatsapp.
Porque sabe lo que hay, y como ya se maneja en inglés, me cuentan que
pasea por los montes gallegos y los pasillos de Moncloa hablando solo y
parafraseando al general Eisenhower cuando respondió al general Juin
tras el paso del Rin: “The worst is still to come…” (Lo peor está por
llegar…)
Porque puede haber tema con Luis de Guindos, el hombre de confianza
de Rato y Lehman Brtothers en España y Portugal antes del crack, y sus
gestiones abrepuertas con Granados un telediario antes de que fuera a la
trena. Y hay tomate con Casado, el abochornado-indignado-avergonzado, y
las maniobras en la oscuridad de Aznar para borrar huellas en FAES de
los flecos de la Púnica que le salpicaban. Y Esperanza Aguirre callada
también, aunque sus hombres de confianza están metidos en el fango hasta
el corvejón. Granados, González, Victoria y la recua de mangantes
esparcidos por la Comunidad de Madrid que se supone que ella controlaba.
Y en el IBEX 35 más de uno, sobre todo Villar Mir el de OHL.
El PP no va a levantar cabeza con la corrupción, porque no ha hecho
limpieza, porque está abrochada al tuétano del partido, porque no han
querido combatirla, porque los mandamases están pillados por acción u
omisión se pongan como se pongan. Y porque lo peor está por llegar, y va
a llegar irremisiblemente. Porque cuando se hunde el barco y se pisa el
talego se ablanda la lengua, y va a salir toda la mierda a ver si
reventada la cloaca alguno se salva en la estampida. Y porque hay
material de sobra, documentos y grabaciones, para reventar las costuras.
No se quién le ha puesto “Púnica” a esta trama. Pero es buen nombre.
Si se que la fe púnica es la mala fe, y un amigo lector me envía una
frase del Virgilio de Hardie que viene al pelo: “Y vosotros, ¡Oh
tirios!, cebad vuestros odios en su hijo y en todo su futuro linaje.
Nunca haya amistad, nunca haya alianza entre dos pueblos… ¡playa contra
playa, olas contra olas, armas contra armas, y que lidien también hasta
sus últimos descendientes!”. Y así están en el PP, en esta guerra púnica
que libran entre ellos. Los buenos contra los malos, los malos de un
lado con los malos de otro, los de antes y los de ahora. Una locura. Una
guerra púnica que va a terminar mal.
(*) Periodista