El martes, repuesto del aciago lunes,
Rajoy convertía en triunfo la victoria pírrica de PP y como, cuando se
gana, es tonto hacer cambios, dejaba todo según estaba, gobierno y
partido y se proclamaba candidato para las elecciones de noviembre. El
miércoles, ayer, sus propios ministros lo obligaban tomar medidas con
los más obvios responsables de la hostia
que, según Barberá, se han dado. En primer lugar a Cospedal, cuya
fabulosa incompetencia la ha llevado a perder víctima del chanchullo que
hizo en la ley electoral para ganar. También quieren fuera a Aguirre,
la gran derrotada. Rajoy hizo en su día de tripas corazón, rompió los
lazos de amistad y lealtad con Botella, la esposa de quien lo puso a
dedo en el cargo, y nombró a la condesa porque era la única que podía
ganar las elecciones. Y las ha perdido. Como Cospedal. En realidad,
Rajoy no debería sustituir solo a Cospedal. Debiera sustituirse a sí
mismo. Es lo que le dicen algunos de sus barones. Pero eso jamás saldrá
de él. Al contrario, se enfrentará por fin a Aguirre, que es la mayor
amenaza a su dominio del partido. En realidad, si sigue en esa especie
de amok que parece poseerla, la condesa es la mayor amenaza al
propio partido como asociación, no ya de seres honrados, cumplidores y
entregados a los demás, que eso está fuera de cuestión, sino simplemente
como asociación de seres racionales. Una amenaza de desguace mental.
Aguirre
es la principal aliada de Podemos, su altavoz, su agente publicitario,
lo que estos necesitan para darse más importancia de la que tienen. Al
convertirlos en el íncubo de sus obsesiones, la diana de sus ataques más
neuróticos, los apuntala. Los de Podemos van a darse un festín con los
votos de todos los que encuentran insufrible a Aguirre y son muchos. Los
resultados electorales de Podemos han sido discretos. Los de C's, menos
que discretos. Pero ahí están ambos, en los zuecos de IU y UPyD y en
algunos lugares son decisivos. Determinantes, en ninguno. Por eso se
agradece que alguien te saque del pelotón de cola, aunque sea llamándote
soviético. Tampoco es tan extravagante en la dama en cuyo
vocabulario aparecen con frecuencia los comunistas, los populistas, los
terroristas, los etarras, los bolivarianos y, como quintaesencia, la anti-España, de tradicional fuste.
No obstante, algo no encaja en la última. Pedir un gobierno de concentración con Podemos en Madrid
para luchar contra Podemos suena a delirio. Alguien probablemente ha
informado a la condesa de que Carmena no es de Podemos y, por muy
comunista que haya sido en el pasado, si ahora abjura de los soviets,
sus pompas y sus obras, puede entrar en casa de gente bien. Podría
entenderse como un intento de división de Podemos pero más parece parte
de una estrategia consistente en armar cuanto más ruido mejor para
conservar su posición en el PP y dar desde ella la batalla a Rajoy por
la presidencia nacional. La alcaldía en sí le trae sin cuidado.
Habiéndose reunido con Begoña Villacís, candidata de C's, Aguirre se
sorprendía de las coincidencias entre su programa, el de los socialistas
y el de C's, cosa insólita dado que ella no tenía programa.
Aguirre
no tiene programa por la misma razón por la que su partido, el PP, no
tiene ideología. Si le preguntan a Rajoy, dirá que es el partido del sentido común, como Dios manda.
Consultando los textos del partido, de sus think tanks, las
declaraciones de sus dirigentes e ideólogos, puede extraerse una especie
de batiburrillo en el que aparece el humanismo cristiano, el
liberalismo, el neoliberalismo, el tradicionalismo, el conservadurismo,
el espíritu reformista, el nacionalismo, el pragmatismo, el
autoritarismo, el monarquismo y la nostalgia franquista. En fin, el kit
del partido de la derecha en España. Sin ideología. Una mera asociación
de gente que mira sobre todo por su interés personal o de grupo en la
administración de la cosa pública. Es una institución en la que una
clase de administradores corruptos hace su carrera política a base de
expoliar los recursos públicos. Lo llaman partido político, pero no lo
es, sino un negocio para quienes militan en él y para sus allegados. Es
obvio que esta entidad solo se mantiene unida si dispone del poder. Si
lo pierde, se descompone. Precisamente porque no tiene más ideología que
el lucro personal.
De
ahí las reacciones de pánico en la organización a la vista de los
resultados y el frenesí de Aguirre, que ya se ve como una Kerensky
frente a Carmena, a quien Ussía llama Lenin con melenas.
La desbandada de los barones y baronesas. La impagable rueda de prensa
de Floriano. El pasmado silencio del cigarral toledano. La huída de
Fabra, quien hubo de apurar las heces consolando a doña Rita sin
despeinarla. Bauzá replegándose a su botica a curarse las heridas.
Monago, vuelto a la nada. Rudi que nunca salió de ella. León de la Riva,
Teófila Martínez, los broches de oro de una derecha municipal de
tronío. Herrera, el de Castilla y León, aun habiendo ganado, su espíritu
de castellano viejo le aconseja dimitir. No queda nada. No queda nadie.
Es el partido más votado pero, de esta echada, solo parece que podrá
gobernar con mayoría absoluta en Ceuta. "Bueno", pensará Rajoy, "si
España, esta gran nación, se reconquistó de los moros desde Asturias,
bien puede reconquistarse ahora de los rojos desde Ceuta".
Pero
hace falta un partido y en este momento no lo hay. Está más para
desguace que para reconquistas. De ahí el peligro que tiene la
envenenada propuesta aguirresca de un congreso de refundación.
Aguirre, a quien Palinuro lleva unas fechas sacando parecidos, tiene
muchas facetas. Esta de las pócimas tóxicas estilo congreso le viene de
la de Medea, que era maga, mezclada con Circe, la que convertía a los
hombres en cerdos y la Fedra que quiso envenenar a Teseo. Porque si
Rajoy va a un congreso de refundación, no sale vivo. Y adiós esperanza
de ganar las elecciones de noviembre tras haber convencido a la
ciudadanía de cómo, gracias a su temple y sabiduría, el país ha salido
de la crisis. En todo caso, para conseguirlo ha de recomponer el partido
y tendrá que hacerlo a base de comisiones gestoras, nombramientos
digitales, cambios impuestos. Es decir, desguazando el desguace.
Realmente,
lo más sensato que este hombre puede hacer es disolver el Congreso y
convocar elecciones anticipadas. Téngase en cuenta que este ímprobo
trabajo de reconstrucción no impedirá que los tribunales de justicia
sigan dando disgustos al gobierno y el partido. Es más, le situación
puede llegar a un punto en que un tribunal llame a declarar al presidente del gobierno en uno de los procesos de la Gürtel en calidad de testigo.
Así lo requiere la defensa de Willy "el Rata", exalcalde de Majadahonda
y acusado en la Gürtel, a quien piden 50 años de cárcel. Supongo que,
antes de comerse 50 años cualquiera llamaría a declarar como testigo a
Dios padre. Tanto más a un mortal.
Menudo compromiso para Rajoy. Piénsese que los testigos comparecen bajo deber estricto de decir la verdad.
¡Que vienen los rojos!
Están frenétic@s. Desde la más
empingorotada rabanera "neoliberal" hasta el último de los cientos,
miles, de mamandurrios que tienen enchufados en las administraciones
públicas; desde el jefe de una patronal de apandadadores y granujas que
viven de esquilmar el erario hasta el último tertuliano pagado con
dinero de los contribuyentes para lamer el trasero de los señoritos y
calumniar a la izquierda. Graznan su espanto:
El
triunfo de Carmena puede ser el fin de la democracia "tal como la
conocemos", dice Aguirre. Un barbarismo típico de pedante ignara.
Estaría bueno que Carmena fuera el fin de la democracia "tal como no la
conocemos".Quizá hasta fuera más correcto porque la democracia y Aguirre
tienen tanto que ver como el culo y las témporas. La carcunda
franquista, hecha de meapilas, fascistas, ladrones sin adscripción
política clara, sinvergüenzas cara al sol que más calienta, clérigos
parásitos y pura imbecilidad carpetovetónica tradicional da el grito de
alarma de ¡que viene el Frente Popular! ¡Que vienen los rojos! Iglesias
quemadas, monjas violadas, curas asesinados, ancianos maltratados,
propiedades confiscadas, el orden y la ley pisoteados... Echan mano de
las mentiras y la propaganda de los delincuentes que gobernaron España
de 1936 a 1975 y que sus herederos ideológicos y biológicos, hoy en el
gobierno, han creído siempre con los ojos cerrados.
Y
hoy es tan mentira como entonces. A lo que tienen miedo estos
sinvergüenzas es a que la izquierda en los ayuntamientos y Comunidades
Autónomas alce las alfombras, haga auditorías públicas de las cuentas,
como viene pidiendo Palinuro hace días, y se descubra cuánto han robado.
A que se conozcan los desfalcos, las mamandurrias, los enchufes, las
pastuqui que se han llevado todos, absolutamente todos, desde los
asistentes a la boda de la hija de Aznar, de los que, asombrosamente,
todavía quedan algunos en libertad, hasta la espantosa Barberá y
su vidorro a cuerpo de cachalote, pagado por los contribuyentes.
¡Que vienen los rojos!
No
son un partido político normal, sino una asociación de malhechores
formada a fin de expoliar los caudales públicos con la excusa de ser un
partido político. La política no les interesa ni les importa. De
democracia saben tanto como de suahili. En los ayuntamientos y
comunidades es en donde estos facinerosos han estado haciendo
maravillas, robando, trampeando, estafando al erario, forrándose ellos y
sus compadres y beneficiando a una recua de ladrones llamados
empresarios, que vivían de los favores de sus compadres peperos, a los
que pagaban cientos de miles de euros por sus asesorías verbales. Llevan
veinte años robando en la administración local. Se han hecho de oro
ellos, los Correas, los Bigotes, los Bárcenas, los Matas, los Matos, los
Fabras, los Sepúlvedas, los Ortegas, los Granados, los Curitas, los
Albondiguillas, una manga de ladrones, de esos que predicaban la mayor
eficiencia de las privatizaciones. Claro, eficiencia para sus bolsillos.
Y
a seis meses, quizá menos, de las generales que también perderán y
asimismo estrepitosamente. Y ahí, la auditoría será aun más escandalosa.
Porque en la administración local han robado lo que han podido pero en
la central han robado hasta lo que no han podido. Aparte de los sobres
que llevan veinte años repartiéndose producto de los latrocinios
administrados en la caja B y que se han embolsado de nuevo todos, Aznar,
Rajoy, Cospedal, Santamaría, Arenas, todos; aparte, digo, está la
cuestión de con qué dinero se ha rescatado a los bancos y todas las
empresas privadas que montaron como tapaderas de chanchullo en sus
anteriores gobiernos y hoy tienen que liquidar, estilo autopistas
radiales y otras mamandurrias milmillonarias. Qué han hecho con el
dinero del fondo de reserva de las pensiones, que han esquilmado. En
fin, en qué han empleado todo el dinero que han quitado a los colegios
públicos, a la sanidad, a la investigación, a las universidades, a los
parados, a los dependientes, a todos menos a los militares, los policías
y los curas.
¡Que vienen los rojos!
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED