miércoles, 20 de mayo de 2015

Se suspende el paseo electoral de Rajoy por las calles de Murcia debido a la lluvia

MURCIA.- El paseo electoral del presidente del Gobierno y del Partido Popular, Mariano Rajoy, por las calles de la capital murciana y previsto para las 12.00 horas, se ha tenido que suspender como consecuencia de las malas condiciones climáticas.

Por lo que, Mariano Rajoy acudió directamente a clausurar, a partir de las 13.00 horas, un encuentro con jóvenes.
En el acto, que tuvo lugar en el edificio anexo del Auditorio Víctor Villegas, intervinieron además el presidente del PP regional y vicepresidente del Parlamento Europeo, Ramón Luis Valcárcel; y el candidato a la Presidencia de la Región de Murcia, Pedro Antonio Sánchez.
Así como el presidente regional de NNGG, Luis Fernando Ruiz; y el candidato a la Alcaldía de la ciudad, José Ballesta.
Rajoy ha agradecido el trabajo realizado en estos años de gobierno popular en la Región a los principales cargos del PP murciano.
Y ha asegurado, entre otras cuestiones, que la prioridad de los populares murcianos es "la creación de empleo y la bajada de impuestos", al tiempo que ha pedido a los ciudadanos que se "ahorren cuatro años de líos y apuesten por la estabilidad y la garantía del gobierno del PP".  
En el antepenúltimo día de campaña, en Murcia, de forma más contundente, Rajoy ha centrado su mensaje en apelar al voto útil al PP y avisar del peligro que suponen para la recuperación las coaliciones de partidos que puedan impedir que gobiernen los populares.
Rajoy, ha advertido este  miércoles, en la recta final de la campaña, de que las coaliciones de "todos contra el PP" serían algo "letal" para el futuro de España y ha insistido en que el país necesita "seguridad y certidumbre" y no este tipo de alianzas. 
Rajoy ha subrayado la necesidad de que el domingo el PP consiga mayorías suficientes para gobernar en comunidades y ayuntamientos para "ahorrarse cuatro años de líos con distintos partidos gobernando".
Y ha afirmado que lo que "funciona, no se cambia" ya que cuando esto ha ocurrido "después ha tenido que venir el PP a arreglarlo".
El candidato del PP a la presidencia del Gobierno de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, ha dicho que esta Comunidad "necesita una mayoría fuerte" para generar "certidumbre y confianza" a los ciudadanos y para "no retroceder en el camino iniciado de la recuperación".
El candidato, en ese acto de jóvenes junto al presidente del Gobierno, ha pedido el voto para una "opción seria" como la del PP porque, ha subrayado, "esta región no se puede permitir un pacto a tres o cuatro partidos".
"Ni esta región ni nosotros nos podemos permitir un 'pacto del reparto'", ha dicho el candidato ante un eventual acuerdo para la gobernabilidad a partir del lunes si no se produce una mayoría suficiente el 24 de mayo.
Sánchez ha reiterado una vez más que lo único que une a los partidos de la oposición en Murcia es "el ansia de poder" y desalojar al PP de las instituciones.
Mientras, Ramón Luis Valcárcel ha alertado de las consecuencias que tendría una eventual victoria de partidos que, según ha dicho, están apoyados por la banda terrorista ETA.
También ha criticado la "ausencia" de programa de Ciudadanos y su propuesta para legalizar la prostitución.
"No votar al PP significa votar a la extrema izquierda", ha concluido Valcárcel.

Nacho Tornel: “Nuria Fuentes sugiere que la cueva de ladrones sigue ocupada”

MURCIA.- El candidato a la alcaldía por Cambiemos Murcia Nacho Tornel considera que las declaraciones de Nuria Fuentes, portavoz municipal del Partido Popular, valen más por lo que sugieren que por lo que explícitamente manifiestan. Tornel afirma que tales etiquetas "eran ya vox populi en la sociedad murciana" y, sin restar el valor de la concejala popular, se pregunta si lo que está en juego es el fin de la cueva o su continuidad.

Para Cambiemos Murcia, las afirmaciones de Fuentes suponen un intento de salvación personal. “Se debe denunciar la corrupción enfrentándose a ella, no para salvarse de la quema, cuando durante tanto tiempo se ha pertenecido al grupo municipal ocupante de esa "cueva"”, según Tornel.
El caso más sangrante de irregularidades sería el que gira alrededor de los convenios urbanísticos de Murcia Norte, hoy caso Umbra, donde las estimaciones más a la baja hablan de una pérdida para las arcas municipales de 56 millones de euros. “Ese importe es ahora la pobreza acumulada de miles de murcianos en materia de desempleo, libros escolares, acceso a la educación, etc.”, explica el candidato.
La candidatura de Ballesta, según el miembro de Cambiemos Murcia, ha sido diseñada por los amos de esa cueva que denuncia Fuentes y en ella hay figuras destinadas a controlar los grandes contratos municipales: limpieza, alumbrado, vía pública y mantenimiento de jardines. Todo da a entender que los autores del saqueo, los “sinvergüenzas que denuncia Fuentes, siguen a la vera de Ballesta, cuyo papel se reduciría al de pantalla para ocultar las prácticas de siempre”. 
Tornel reclama de la sociedad murciana “cerrar la cueva” y expulsar a los ladrones del templo, para recuperar una gestión municipal al servicio de los ciudadanos, transparente y fiscalizada desde cada barrio y pedanía. De hecho, la “recuperación de la gestión municipal” es uno de los objetivos de la candidatura ciudadana, de la que forman parte activistas de movimientos sociales y vecinales, y miembros de partidos como Izquierda Unida, Equo y Podemos.

Nebot (UPyD) reivindica el cooperativismo como "generador de actividad económica y empleo de calidad"

MURCIA.- El catalán César Nebot, candidato de Unión Progreso y Democracia a la presidencia de la Comunidad Autónoma, destaca la gran importancia de la economía social en la Región de Murcia "no sólo para generar actividad económica sino para un empleo de calidad". 

Nebot hace estas declaraciones tras el encuentro de trabajo mantenido junto al candidato de UPyD a la alcaldía de Murcia, Rubén Juan Serna, con el presidente de la Unión de Cooperativas de la Región de Murcia (UCOMUR), Juan Antonio Pedreño (que, por cierto aparece en el vídeo de apoyo al candidato del PP, Pedro Antonio Sánchez), y parte del consejo rector de la organización.
El cabeza de lista a la Asamblea Regional explica que "en UPyD tenemos el compromiso del fomento del autoempleo colectivo como fórmula de creación de empleo estable", impulsando el reconocimiento del cooperativismo entre las estrategias para el desarrollo autonómico.
"En el programa electoral incluimos medidas como potenciar las rebajas fiscales y ayudas a la creación de cooperativas y sociedades laborales, coordinándolas con los servicios públicos de empleo de la Comunidad y los Ayuntamientos de la Región".
Además, "apoyamos que en los concursos públicos se incluyan cláusulas sociales en los baremos que se establezcan para la licitación" tales como cohesión social, presencia de discapacitados o paridad.
"De esta forma se permite a las empresas de economía social participar con la ventaja que le otorga su propia naturaleza", subraya el candidato de la formación magenta.
Asimismo, Nebot explica que "también pretendemos aumentar de forma paulatina el esfuerzo inversor en I+D+i".
"Para promover la inversión en I+D+i en la economía social incentivaremos espacios de colaboración a precios competitivos subvencionados, dotados de la infraestructura necesaria y facilitar la colaboración y el intercambio de ideas", concluye Nebot.

'Ahora Murcia' denuncia las represalias contra las trabajadoras de Ayuda a Domicilio

MURCIA.- Ahora Murcia denuncia las presiones y represalias que en los últimos meses vienen sufriendo los trabajadores y trabajadoras de la empresa Ayuda a Domicilio, y que el pasado viernes tuvo un nuevo y gravísimo episodio con el despido de una de las empleadas, en concreto de Esperanza Galvis, la trabajadora que ha estado haciendo huelga de hambre durante 12 días.

El próximo 31 de mayo es la fecha prevista para la renovación del contrato entre el Ayuntamiento de Murcia y Ayuda a Domicilio, y por este motivo, el personal de la empresa comenzó ayer por la tarde una nueva serie de concentraciones en señal de protesta, que llevarán a cabo en la Glorieta de España hasta el próximo viernes.
Las empleadas esperan que el Ayuntamiento comience a exigir las responsabilidades de Ayuda a Domicilio, que en los últimos tres años ha tenido constantemente pagos pendientes de salarios, además de incumplir con el convenio en numerosos aspectos, como la concesión de días por asuntos propios o el abono de los kilómetros.
Isabel Andreo, presidenta del Comité de Empresa y candidata de Ahora Murcia, explica que el caso de Esperanza Galvis está siendo llevado por un abogado, ya que la empleada anunció a la empresa de la forma legalmente estipulada su participación en la huelga indefinida y en la huelga de hambre.
Ayuda a Domicilio abonó a Galvis todos los pagos que tenía pendiente con la intención de que abandonara la huelga de hambre, perjudicial para la imagen de la empresa, pero la trabajadora anunció que continuaba con la protesta en solidaridad con todas sus compañeras, que aún tenían pagos en su debe.
Isabel Andreo y Ahora Murcia denuncian la falta de implicación del Ayuntamiento de Murcia para solucionar los impagos y el incumplimiento de convenio de la empresa. El Consistorio alega que en el pliego de condiciones no se contempla el pago al día de Ayuda a Domicilio a los trabajadores, sólo que estén actualizados los pagos a la Seguridad Social y Hacienda. Las trabajadoras de Ayuda a Domicilio y Ahora Murcia exigen que en la inminente renovación del contrato, el Ayuntamiento se comprometa a velar por los derechos de las trabajadoras, en contraposición a lo que ha hecho hasta ahora.
Ahora Murcia señala que es penoso que este tipo de incumplimientos, además, se dé en una empresa que precisamente trabaja en el sector social, lo cual supone una nueva demostración de la necesidad de que este tipo de servicios sean gestionados directamente desde las Administraciones públicas (en este caso, el Ayuntamiento de Murcia).

La miel de China se come el mercado murciano

MURCIA.- «Nunca he visto un ejemplo más claro en el que un Gobierno, un Ministerio, ceda a las presiones de unos pocos en lugar de estar con el interés general». Así de contundente se mostró el director técnico de la Asociación de apicultores de la Región de Murcia de Coag, Carlos Zafra, según recoge 'La Opinión'.

El apicultor se refería al rechazo por parte del ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente a declarar obligatorio que se detalle el país de origen en el etiquetado de la miel.
Zafra, así como la organización agraria a la que representa a nivel nacional, acusó al Ministerio de «favorecer» con esta decisión, reclamada desde hace tiempo, al sector industrial de la miel e incluso a los países importadores como China, en lugar de a los apicultores y a los consumidores españoles.
«Agricultura ha cedido a sus presiones y pretende engañarnos al poner de excusa a la Unión Europea, cuando sabemos que en Bruselas, en la Directiva de la Miel, han dado libertad a los países miembros en este asunto, y, de hecho, en Italia y Polonia ya es obligatorio detallar el origen en el etiquetado», apuntó el apicultor.
España es la primera productora de miel de la UE y en la Región de Murcia hay censadas unas 100.000 colmenas, lo que la convierte en una «potencia» nacional en este producto. De ellas viven con carácter exclusivo unas 170 familias, mientras que otro centenar se dedican a la producción de miel como ayuda extra para la economía familiar. Aún hay un tercer grupo, no muy amplio, que tienen colmenar como hobby, según Zafra.
«Al reclamar que las etiquetas detallen de dónde procede la miel y si son puras o mezcladas pretendemos, por una parte, que el consumidor sepa lo que come, pues nuestros controles de calidad son mucho más exhaustivos que los de otros países terceros, como China», indicó. Además, el sector advierte de que en el país asiático utilizan productos fitosanitarios y antibióticos prohibidos en la UE.
Un segundo objetivo es «proteger al apicultor de una competencia desleal pues la miel de China se importa tres veces más barata que lo que cuesta producirla aquí, aunque luego estos márgenes no los nota el consumidor; son ganancias para la industria».
Así, mientras que en China el kilo de miel sale a 1,20 -1,30 euros; en España cuesta 3,70 euros. «Pero luego, cuando uno va al supermercado, ve que los precios son más o menos los mismos, independientemente de si la marca utiliza miel importada, mezclada, o pura de España», insistió el apicultor murciano.
Y mientras esto ocurre en España, según Fabra, en países como Alemania, Francia o el Reino Unido, se vende «muy bien» la miel española y de la Región. «Allí aprecian la calidad y la pagan», subrayó.
Desde 'La Opinión' intentó recabar la versión del ministerio de Agricultura sobre las denuncias de los apicultores sin recibir ninguna respuesta hasta el momento de cerrar esta edición.
Por otra parte, el representante de la Asociación murciana de apicultores lamentó que el extremo calor que azotó a la Región la semana pasada se haya llevado por delante entre un 60 y 70 por ciento de la cosecha de miel. «Todo iba bien y hacía prever que íbamos a tener una buena temporada, pero al final, si en un corte normal se saca por colmena entre 12 y 15 kilos, apenas si se han recogido cinco kilos», apuntó Carlos Zafra.

Todos los partidos, menos PP y UPyD, firman en Murcia un documento contra el "fracking"

MURCIA.- Los candidatos a la presidencia de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia de PSRM-PSOE, IU-Verdes-AS/Ganar la Región de Murcia, Podemos, Ciudadanos, Recortes Cero, Movimiento RED y CCD, han firmado un documento de compromiso contra el fracking, excepto los del PP y UPyD, según informa la Plataforma Cuenca del Segura Libre de Fracking.

Se trata de un documento elaborado y presentado la semana pasada por la Plataforma Cuenca del Segura libre de Fracking a las organizaciones políticas que concurren a las elecciones autonómicas en la Región de Murcia con el que se comprometen los firmantes para avanzar hacia la prohibición de la técnica de la fractura hidráulica (fracking, en inglés) en la Región.
Así como se comprometen a paralizar de forma inmediata los permisos de investigación o de hidrocarburos no convencionales autorizados, o en proceso de serlo, que afecten a la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.
En el sureste peninsular hay actualmente aprobados cuatro permisos de investigación de hidrocarburos (Aries 1 y 2, Leo y Escorpio), y un quinto permiso (Acuario) pendiente de aprobación. En conjunto suman más de 280.000 hectáreas de prospección que afectan a las provincias de Murcia, Alicante y Albacete.

La tormenta de granizo en el Altiplano afecta, en principio, a entre 500 y 1.000 hectáreas

MURCIA.- La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA-Murcia) calcula, en una estimación inicial, que entre 500 y 1.000 hectáreas de cultivo han podido quedar arrasadas por la tormenta de granizo que ayer martes por la tarde se desplazó desde al Noroeste al Altiplano de la Región, produciendo graves daños en la zona norte de Jumilla y el municipio de Yecla.


En concreto, los parajes más afectados han sido Puerto de Yecla, Boalaje, Charquillos, Hoya del Pozo y Pinillos, todos ellos del campo de abajo del término de Yecla; así como La Hoya Torres, donde convergen los términos municipales de Jumilla y Yecla.
El viñedo ha sido el cultivo más afectado, con pérdida del 100% de la cosecha debido al estado vegetativo de la viña, con daños en yemas que provocarán pérdidas de entre el 60 y el 70 por ciento en la producción de 2016, por lo que será necesarias dos campañas para recuperar vegetativamente la planta y aspirar a una cosecha normal.
Los daños sobre la producción de oliva son menores debido a que se encuentra en floración, por lo que en este cultivo los daños han sido en la madera de los árboles pudiendo producirse el desarrollo de bacterias y heridas en madera con la posible entrada de plagas y enfermedades.
El almendro, que si tenía el fruto cuajado y en desarrollo, ha padecido una merma de producción del 30 por ciento, así como daños en madera en el fruto que ha quedado en el árbol.
En el cereal por su parte, afectado ya por la sequía y las altas temperaturas de la pasada semana, se estiman una pérdidas del 60 por ciento de la producción.
Los agricultores de las zonas afectadas encadenan tres años consecutivos de pérdida de producción, tras la sequía del pasado año y la merma de cosecha que se producirá el próximo.
Como consecuencia de estos daños, la consejera de Agricultura, Adela Martínez-Cachá, acompañada por dirigentes de COAG, se encuentra visitando ya los cultivos dañadas por el granizo en la comarca del Altiplano, según informa COAG.
Por su parte, el candidato socialista a la Presidencia de la Región de Murcia, Rafael González Tovar, ha mostrado hoy todo su apoyo y solidaridad y la del Partido Socialista a los agricultores y sus familias por las pérdidas que hayan podido sufrir en sus cosechas debido a la granizada caída.
González Tovar fue muy crítico con el Partido Popular porque en su opinión, "lo que tendría que haber hecho el PP, y que ahora ya es imposible, es haber fomentado los seguros agrarios y no desmontarlos. Ahora que estamos en campaña electoral, el candidato del PP, Pedro Antonio Sánchez, les pasa la mano a los afectados, pero la realidad es que su partido y su gobierno no ha defendido a la agricultura, no ha defendido los seguros agrarios y ha dejado a los agricultores tirados".
El candidato socialista añadió que "no vale todo en campaña, no vale más de lo mismo, y mucho menos, lamentarse de lo que el PP ha hecho mal durante tantos años de gobierno en esta Región".

Mendoza contra el caballero cristiano / Ángel Montiel

Asegura José Luis Mendoza, presidente de la sacrosanta Universidad Cátólica de Murcia, UCAM, que “Ciudadanos es un peligro para la sociedad”. Es curioso que el candidato de este partido a la presidencia, Miguel Sánchez, sea el único de entre los seis principales, que para la sección de selfies de La Opinión ha decidido aparecer portando un símbolo religioso. Supongo que Mendoza no lo dirá por eso.


La vileza hecha mujer / Ramón Cotarelo *

Hubo un tiempo, un tiempo largo, parecía inacabable, en el que España se jugaba su porvenir como Estado democrático de derecho en una denodada lucha contra el terrorismo etarra. Había atentados y disturbios constantes. Las calles de las ciudades del País Vasco eran inseguras y, aunque en menor medida, las de otros lugares del país. Decenas de ciudadanos llevaban escolta y estaban obligados a vivir vidas angustiosas por el permanente temor a un asalto armado. Muchos de ellos, de todo tipo, condición o edad, caían victimas de la vesania de ETA. Teníamos una lucha en dos frentes: había que vencer al terrorismo e impedir que, en la lucha, la democracia recurriera a los mismos procedimientos que combatía y se deslizara así de nuevo hacia la dictadura con lo cual, en último término, los etarras hubieran ganado. Fueron años muy duros. Años de plomo y goma 2.

Poco a poco fue asentándose la convicción de que la victoria sobre el terrorismo solo sería posible mediante la unidad de las fuerzas democráticas. Mal que bien, acabó consiguiéndose. Incluso se firmaron dos pactos de lucha antiterrorista entre los dos partidos dinásticos. El segundo de ellos, si no recuerdo mal, a instancias de Rodíguez Zapatero, entonces en la oposición y con la oposición, a su vez, del vicepresidente del gobierno que lo consideraba un "conejo que se sacaba de la chistera" Zapatero.Adivínese quién era el autor de este hallazgo: el mismo Rajoy que unos años más tarde defendía el pacto del conejo en la chistera como si fuera suyo, como un producto de sus entretelas y acusaba a Zapatero de querer traicionarlo. Rajoy en estado puro.
 
Aun así, había un consenso cerrado, cerradísimo, de todas las fuerzas políticas, apoyadas por el conjunto de la sociedad, en el sentido de que la política antiterrorista era exclusiva del gobierno y no estaba sometida a crítica. Los demás, punto en boca. Ese consenso se cerraba con un broche de oro: nadie usaría el terrorismo como arma política y mucho menos electoral. Y así aguantó nuestra sociedad la tormenta de fuego y odio que la azotó durante largos años. Hubo momentos de flaqueza como cuando el inevitable Rajoy acusó a Zapatero, entonces presidente del gobierno, de "traicionar a los muertos" y de poco menos que de connivencia con ETA. Con ello solo consiguió mostrarse como lo que es, una persona sin escrúpulos. Pero, en términos generales, la unidad se mantuvo, el terrorismo quedó fuera del debate político, el frente social y mediático antietarra era total. Y ETA sucumbió, eliminando así el último obstáculo a la plena instauración de la democracia en España. Lo que ha venido después ya es otro asunto sobre el cual hay hoy día muy encontradas versiones.

Con estos antecedentes, ¿cómo se le ocurre a esta señora Aguirre usar el terrorismo como arma electoral? Tenía razón ayer Palinuro. Aguirre no vive en la realidad, sino en un teatro siniestro que se ha montado en su cabeza. Ayer la comparaba con algunas heroínas. Le venían grandes todas. Se acerca más al tipo Medea: movida por pasiones irrefrenables, un odio sin limites y una obsesión por imponerse capaz de destruir todo lo que la rodea. Lo que hace. ¿Cómo rompe el acuerdo básico que posibilitó la derrota del terrorismo y, además, con carácter por así decirlo, retroactivo, con el fin de insinuar odiosas connivencias entre Carmena y los terroristas? ¿Es que no está en sus cabales?

Aguirre no tiene cabales. No tiene limites. El límite es ella misma. Un caso de mitomanía colosal. Es ella sola, la única. Ya se ha enemistado con todos los dirigentes de su partido, absolutamente todos, que están deseando verla estrellarse. Y lleva camino de hacerlo si sigue mostrando tanta ruindad, tanta mezquindad, tanta ansia por vilipendiar a su adversaria de las formas más repugnantes. Empezó hace unos días poniendo en cuestion la profesionalidad de Carmena al afirmar que es jueza por el cuarto turno con lo que consiguió ofender a todos los del cuarto turno, que son unos profesionales dignísimos y dejó impoluta a Carmena que es jueza por oposición. Y por oposición anterior a la implantación del cuarto turno. Una mentira, un infundio hecho con mala uva, con un espíritu bastante mezquino. 
 
Ahora llegan las venenosas insinuaciones sobre las decisiones de Carmena como jueza de vigilancia penitenciaria. Aquí, lo de menos es que Aguirre hable sin saber lo que dice y tome las providencias judiciales como decisiones de las que ella adopta con esos colaboradores que luego acaban todos en la cárcel. Esta saña revela que la dama es una simple y así se lo dice una reposada y segura Carmena que lamenta escuchar cómo su interlocutora, a su edad, dice tales "simplezas".

Es que vive de ellas. Cuanto más simples, elementales, chocantes y agresivas sean sus afirmaciones, más conseguirá la condesa que no se hable de lo que realmente le preocupa, la corrupción, en la que vive anegada hasta las cejas y últimamente hasta más arriba de las cejas. Con buena parte de sus amigos, colaboradores, asesores, subordinados y allegados por diversos motivos entre rejas, procesados, imputados o a punto de serlo, el repentino descubrimiento de ese pintoresco ménage à trois gastronómico entre la presidenta de la comunidad, su amigo del colegio y el marido hace añicos su justificación de que ni ella ni su familia aparecen pringados. Y, de paso,  sitúa el asunto en el nivel adecuado, más bien entre la cocina y el servicio, propio de una novela de Galsworthy. Y luego dicen que la aristocracia española es estirada, cuando se mezcla con los fogones porque, según parece, gracias a las generosas concesiones y contratas que la Comunidad concedía al amigo del cole, este colocaba en los más distinguidos comedores de distintas instituciones los sabrosos quesos del marido de la presidenta.

Para evitar el bochorno de esta inmersión absoluta en el mundo del chanchullo, la mamandurria, el enchufe y el favoritismo, de la corrupción en definitiva, Aguirre arremete con verdaderos insultos, infundios y golpes bajos contra Carmena a la que acusa sin prueba alguna, de laxitud con los asesinos y, en el fondo, de simpatizar con ellos, de ser equidistante, de ser totalitaria. Tanta bajeza, tanta ruindad, tanta desmesura e injusticia con una jueza que ha cumplido siempre su deber, no ha sido nunca sancionada sino, al contrario, galardonada con un premio, seguramente ganarán para Aguirre los votos de la ultraderecha de la de brazo en alto. Pero solo esos. Los otros, de gente normal, más templada, huirán de ella. A lo mejor cae en la cuenta y nos ahorra a todos un espectáculo tan bochornoso como el del debate de ayer.

Preguntaba Aguirre si, dadas ciertas circunstancias de carácter judicial privado aclaradas por la jueza, Carmena no creía que en Inglaterra se vería obligada a deponer su candidatura. Esa pregunta debiera empezar por contestarla ella: si no se vería obigada a dimitir por haber presidido un gobierno que ha sido un muestrario de corrupciones y episodios propios de la pantera rosa, con maletines volanderos, espionaje en los ascensores, sobornos, fundaciones fantasmas. Con el agravante de que su propio marido, su familia están implicados en presuntos tratos de favor y supuestos cabildeos con la institución que ella presidía. Si se añade a la comitiva el divertido sainete del triángulo nutricional, a lo mejor ya ni siquiera se le plantea lo dimisión como candidata porque quizá no le dejen entrar a presentarla. Estos ingleses conservadores son muy estirados y, así como no les gustan los toros, aborrecen el olor a ajo y a queso de oveja.
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

Profesiones con futuro / Josep-Antoni Ybarra *

Y tú ¿qué quieres ser de mayor? Preguntaba la tía, la abuela o el familiar de turno al chavalín de 5-10 años. Y dudándolo un poco, el chavalín respondía: yo, quiero ser bombero, maestro, médico, aviador... Esa era la respuesta que hace cosa de 40 o 50 años se oía de boca de cualquiera de los que hoy tienen entre 50 y 60 años. Aquella era la aspiración de uno. Profesiones todas ellas que con inquietud y esperanza, se percibían con ilusión porque con ellas se aspiraba a tener un futuro mejor, además de encerrar cualidades como las de saber hacer cosas, de hacerlas bien, de alcanzar con ellas un respeto, una seriedad en lo que se hacía, e incluso el de estar envueltas con cierto grado de servicio a la colectividad. 

Es curioso, pero si hacemos la misma pregunta hoy al chaval de 5-10 años, la respuesta será casi unánime: «yo quiero ser futbolista o famoso», e incluso, aquel más avispado contestará las dos cosas a la vez: «yo quiero ser un famoso futbolista». Esta es la aspiración de nuestra juventud; ser un claro objeto de diversión porque eso le va a permitir alcanzar metas que otras profesiones no le permitirían.

¿Qué ha pasado para ese cambio de disposición? No, no son los jóvenes los que han cambiado. Somos nosotros los que los hemos hecho cambiar. Nuestras aspiraciones no van mucho más allá de aquello de conseguir con rapidez y facilidad, riqueza, bienes, fama. Entonces ¿ello no es lo que consigue un famoso futbolista, un cantante o un tertuliano televisivo vociferando entre 5 o 6 personajes? Se ha pasado de la idea de profesionalidad, solidaridad, seriedad en el trabajo, a aquello de que la forma mejor de ganarse la vida es a partir de la desfachatez, de la gresca, de la polémica y de los gritos. Nuestros jóvenes, hijos o nietos, lo que hacen es imitarnos; son coherentes con nosotros mismos. 

Y siendo ello importante, el punto crítico lo sitúo cuando las profesiones de futuro olvidan nuestro presente. Esto es lo grave. Está ocurriendo que se está obviando que las estructuras productivas requieren unos profesionales que avancen en sus conocimientos. Viene al caso por el hecho de que uno de los «estudios y conocimientos profesionales» más valorados actualmente es el de cocinero, minusvalorando con ello el prestigio y el conocimiento de las nuevas profesiones y cualificaciones técnicas relacionadas con otros sectores productivos (son escasos hoy en España los estudios profesionales relacionados con las nuevas tecnologías aplicadas por ejemplo al calzado, al plástico o a la construcción, y no por el hecho de que no existan profesionales que conozcan el tema, que los hay, sino porque no hay jóvenes que quieran aprenderlos). Y así, sorprende el número de programas televisivos de cocina que existen hoy en nuestro país. Se encienda la televisión cuando se encienda, siempre hay un canal que está hablando de cocina. Nos salen las recetas de cocina por las orejas. Muchos jóvenes hacen cola para ir a formarse y estudiar con los grandes chefs porque quieren aprender una profesión de prestigio, valorada socialmente.

 Hoy el cocinero se nos presenta como aquel gran sabio o aquel investigador que es capaz de provocar un cambio en nuestras vidas porque ha descubierto que las salsas se conservan mejor en la nevera que fuera de ella. Se le escucha al cocinero con la máxima atención al explicar cómo se fríe un huevo o se hace un plato de alubias pochas; en cambio, un médico tratando de advertir cómo se puede hacer frente al cáncer de colon, pues parece un rollo. Seguro que así llegaremos todos a ser buenos cocineros. Se alegraran por ello los millones de turistas alemanes o de tantos otros países que nos visiten y que solo saben comer salchichas con chucrut o hamburguesas. Nosotros, con nuestra profesionalidad culinaria, les enseñaremos a comer, seremos capaces de llenarles sobradamente sus buches. Silenciaremos no obstante que los otros cocineros, los corrientes, los no famosos, por dos días de trabajo en un fin de semana, y por 26 horas sudando delante de los fogones, se les paga hoy 80 euros (esto es, a 3 euros la hora). Y advertiremos a estos turistas que la cocina en general es cultura, si bien ocultaremos la explotación que ese trabajo encierra, echando por los suelos lo que es la cultura del trabajo y postergando la profesionalidad de otras muchas actividades. 

Y ocurre mientras tanto que, entre futbolistas y cocineros, los alemanes y muchos de los turistas extranjeros que nos visiten, continuarán produciendo tecnologías, y seremos nosotros quienes se las compremos a muy buen precio. Es evidente entonces que si continuamos por esta senda, nuestros oficios de futuro serán éstos: futbolista y cocinero; el suyo, hacedores y vendedores de tecnología. Esa será la diferencia. Y es que no hacemos ya ni caso a aquel entrañable Antonio Molina que cantando coplas advertía por la radio a nuestros padres y abuelos: «Cocinero, cocinero/ enciende bien la candela/ y prepara con esmero/ un arroz con habichuelas/ que el futuro es muy oscuro/ ¡ay!, trabajando en el carbón» (hoy en lugar de carbón usamos vitrocerámica hecha con tecnología extranjera). (Nota técnica final: en 2013, las importaciones españolas de productos alemanes ?fundamentalmente productos con tecnología y patente alemana? costaron casi 3 veces lo que los alemanes se dejaron en turismo y restaurantes en España).

(*) Catedrático de la Universidad de Alicante

La batalla profunda contra 'Podemos' / David Hernández Castro *

Como si las tropas de Pablo Iglesias hubieran cruzado el Rubicón, tres artículos, aparecidos en tres días consecutivos, nos han alertado de que la marcha de Podemos hacia la Moncloa ha dejado de estar en su elemento. Manuel Monereo lo resume así: El poder ha levantado «un fuerte muro defensivo» y ha pasado «resueltamente al contraataque» (05-05-2015, Cuarto Poder). ¿Cómo interpretar este nuevo escenario? Para muchos, volviendo al arsenal teórico de Gramsci. El primero en hacerlo ha sido el propio Pablo Iglesias: «En la política occidental la guerra de maniobra (el asalto) perdería relevancia frente a una compleja guerra de posición en la que el Estado no sería más que la trinchera avanzada del conjunto de fortificaciones de la sociedad civil» (03-05-2015, Público). En los Cuadernos de la cárcel, Gramsci extrapoló al campo de lo político los grandes cambios que la Primera Guerra Mundial había desencadenado sobre la estrategia militar. Iglesias continúa: «La política de la guerra de trincheras es la lucha por la hegemonía». 

Así, el Rubicón es el paso de la «guerra de movimientos» a la «guerra de posiciones» (o «de trincheras»), algo sobre lo que también Miguel Urbán, otro de los promotores iniciales de Podemos, se hacía eco al día siguiente: «Y es que la revolución democrática se está mostrando, cada vez más, como una escalada en la guerra de posiciones» (04-05-2015, Público). Pero esta no fue la última palabra. Como sabrá el lector informado, no hacen falta más de dos invocaciones a Gramsci para que comparezca una de las personas que mejor lo conoce en nuestro país, el politólogo Manuel Monereo: «La dirección de Podemos se lanzó a una guerra de maniobra que rápidamente se convirtió en una guerra relámpago». Pero pasada la sorpresa inicial, el poder reaccionó con «un fuerte muro defensivo» y un contraataque que ha sometido a esta fuerza política a «una durísima guerra de posiciones». Y añade: «enfangada en las casamatas, duramente acosada, combate para el que no estaba preparada (¿Quién lo está?), se ve obligada a construirse como organización en el cerco, en la lucha, en el conflicto» (05-05-2015, Cuarto Poder). 

Cada uno de estos tres artículos, a pesar de la urgencia de la situación, contiene indicaciones valiosas para interpretar la coyuntura. Y aunque a veces apuntan en direcciones distintas, todos coinciden a la hora de describir el cambio de escenario. De la guerra de movimientos (o de maniobras) a la guerra de posiciones (o de trincheras). En cierto sentido, tienen razón. Si, como recuerda Iglesias, vinculamos la guerra de trincheras a la lucha por la hegemonía, y entendemos la hegemonía como el conjunto de mecanismos supraestructurales, en sentido cultural, que contribuyen a la producción política de consenso, entonces la «guerra de trincheras» es la mejor forma para describir la situación en la que se encuentra Podemos. Pero en otro sentido, esta interpretación, al reducir al ámbito de la hegemonía lo que se está librando en el campo de la estrategia política, implica el grave riesgo de solapar el análisis de los acontecimientos políticos bajo el manto de unas categorías que no se ajustan a lo que está ocurriendo fuera de la esfera cultural. 

La culpa no es de Gramsci. Y como buen conocedor de Gramsci, Monereo parece haberlo intuido cuando señala que los poderes «reaccionaron al modo de los generales rusos». Esta es la pista que conviene seguir. Porque Gramsci, cuando escribió los Cuadernos de la cárcel, no tenía ni idea de cómo iban a reaccionar los generales rusos ante el avance de las tropas nazis. Así que no pudo introducir este elemento en su reflexión sobre la naturaleza de los cambios políticos que podrían derivarse de los cambios en la estrategia militar. Y se da la circunstancia, como ha sabido apreciar Monereo, de que es en el corazón de la doctrina militar que animó a los generales rusos donde hay que rastrear la respuesta estratégica que el poder ha orquestado contra Podemos. Nos encontramos en el terreno de la teoría operacional compleja que figuras como Tujachevski, Isserson o Triandafillov desarrollaron durante los años veinte y treinta para el Ejército Rojo, y que resultó finalmente condensada bajo el concepto de «batalla en profundidad» (Operativnoe Iskusstvo). 


Por desgracia, el interés de lo que estamos planteando no es secundario, porque lo que vamos a intentar fundamentar en este artículo no es solo que el concepto de «batalla profunda» ofrezca en la actual coyuntura un mayor rendimiento explicativo que el de «guerra de posiciones», sino que lo que está en juego debajo de estos marcos de interpretación es la orientación estratégica de la unidad popular. Hagamos una sencilla extrapolación. Durante mucho tiempo, la bibliografía imputó la derrota sufrida por los alemanes en el frente oriental al «rodillo soviético», es decir, a la inmensa cantidad de recursos humanos y materiales movilizados por Stalin. Pero esto no fue lo que ocurrió. En realidad, la estrategia militar de los alemanes, la guerra relámpago o Blitzkrieg, fue superada por la estrategia de la batalla profunda desplegada por el Ejército Rojo. Una respuesta, al menos para los derrotados, más difícil de digerir que la anterior, porque implica un reconocimiento de la inteligencia estratégica del adversario, la asunción de los propios errores, y la renuncia al consuelo que pudiera otorgar la atribución del fracaso a una insuperable desigualdad de fuerzas, al abismo infranqueable de las trincheras del enemigo. 

Pero mantenerse en el error solo puede conducir a nuevas derrotas, y como al fin y al cabo, el arte de la guerra está más interesado en la victoria que en el consuelo, la estrategia de la batalla profunda terminó convirtiéndose en materia de estudio para los adversarios de la Unión Soviética. No sin que pasaran bastantes años de por medio. Y este es el riesgo que queremos conjurar con nuestro artículo, porque se trata de la misma tesitura en la que se encuentran los que interpretan el estancamiento de Podemos como una consecuencia casi inevitable de su exposición a los poderes que combate. No hay duda de la brutalidad y desmesura de la reacción. Pero al igual que no hubo «rodillo» que pudiera contener en Grecia el avance de la Syriza, tampoco en España existe ninguno que ofrezca más garantías. No se trata de una cuestión de peso, sino de cualidad. No de cuántos recursos, sino de cómo son utilizados.  

Empezaremos analizando las dos teorías militares sobre las que Gramsci fija su atención en los Cuadernos de la cárcel: la guerra de movimientos y la guerra de posiciones. La primera constituye la base del arte operacional alemán y fue desarrollada originariamente por la escuela del general Schlieffen, proponiendo una guerra de maniobras rápidas y vigorosas capaces de cercar y destruir al ejército enemigo en una batalla de aniquilación. Tomaba como punto de partida las experiencias exitosas de Aníbal en la antigua Batalla de Cannas y del ejército prusiano en la más reciente Batalla de Sedán. Schlieffen no tuvo tiempo de ver cómo su Plan se llevaba a la práctica en Francia, pero en el verano de 1914, tras una serie de buenos resultados iniciales, sus sucesores pudieron comprobar que el avance impetuoso de las tropas alemanas no era suficiente para batir la resistencia encarnizada que los Aliados opusieron en la Batalla del Marne, obligando a las partes a fortificarse e iniciar la terrible guerra de trincheras o de posiciones. 

Esta y otras experiencias fueron las que influyeron en Gramsci y le llevaron a escribir que «el ataque de choque como táctica termina en un desastre» (1980, 80). La guerra de posiciones «no está constituida sólo por las trincheras propiamente dichas, sino por todo el sistema organizativo e industrial del territorio que está ubicado a espaldas del ejército» (80). Esto, continúa Gramsci, es lo que garantiza que esta forma de operación se termine imponiendo sobre la guerra de maniobras, a través de la combinación del tiro rápido de los cañones, las ametralladoras, los fusiles y la concentración de armas en un determinado punto, con «la abundancia del reabastecimiento que permite sustituir en forma rápida el material perdido luego de un avance o un retroceso» (80). 


Sin embargo, una vez pasada la Primera Guerra Mundial, y ya con la sombra de la Segunda en el horizonte, la aparición de nuevos medios técnicos como la aviación y los carros de combate ayudaron a que Guderian y Manstein pudieran persuadir al Estado Mayor alemán para que renovara su confianza en los principios estratégicos del Plan Schlieffen. Fue el origen de la Blitzkrieg, la guerra relámpago que derrotó al ejército franco-británico en 1940. Más arriba, ya hemos tenido ocasión de comprobar cómo los artículos de Iglesias y Monereo asociaban la estrategia inicial de Podemos con la de la guerra relámpago. Estamos de acuerdo con esta tesis. Pero a partir de aquí, tenemos que presentar tres discrepancias: en primer lugar, que la situación de estancamiento a la que ha conducido esta orientación estratégica se deba a los límites impuestos por una resistencia feroz del sistema, entendiendo esta ferocidad en los términos de abundancia y cantidad que Gramsci describe en los Cuadernos de la cárcel

En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, que el concepto de «guerra de trincheras» sea el más apropiado para describir el nuevo escenario estratégico ante el que se encuentra Podemos. Y en último lugar, que Podemos, a pesar de las palabras de su secretario general, se haya desembarazado en realidad de los principios estratégicos de la guerra relámpago. Si se trata de establecer un paralelismo a la gramsciana, su situación se encuentra mucho más cercana a la que sufrieron las tropas alemanas frente al Ejército Rojo que a la que habían experimentado en la Batalla del Marne. No es que Podemos se haya visto obligado a variar sus premisas operativas ante la situación de estancamiento político, sino que esta situación de estancamiento se deriva precisamente de sus premisas operativas, que siguen siendo las de la guerra relámpago. Pero para argumentar cada una de estas cuestiones, deberemos introducir algunos principios básicos de la «batalla profunda». 


Para empezar, el sistema. La guerra no es un mecanismo, sino un sistema que combina una gran multitud de elementos entre sí: industriales, políticos, logísticos, naturales, etc. Y la clave de esta combinación, al igual que en los sistemas biológicos, es la comunicación, que es puesta en el centro del interés estratégico a través del concepto de «choque operacional» (Udar), cuyo objetivo es crear las condiciones de desorganización y parálisis que conduzcan a la descomposición interna del enemigo. Mientras que la guerra relámpago ataca a una parte del sistema, la batalla profunda intenta paralizar los centros neurálgicos que permiten su funcionamiento (Veramendi, 30-01-2013). 


Triandafillov y Tujachevski, a partir de ciertas ideas de Svechin, pusieron las bases de esta teoría incorporando por primera vez un nuevo nivel en el arte militar: las operaciones, cuya función era servir de puente entre las orientaciones estratégicas y el despliegue táctico, que habían quedado desconectadas tras la experiencia de la Primera Guerra Mundial. La capacidad del enemigo de restaurar con rapidez sus defensas y de alargar la línea del frente para impedir los movimientos de flanqueo, condujeron a los soviéticos a replantear su forma de ataque. El objetivo estratégico fundamental ya no es la primera línea del frente, sino el lugar donde el sistema extrae sus órdenes y recursos: la retaguardia profunda, o en palabras de Clausewitz, el centro de gravedad, «el centro de todo el poder y movimiento de lo cual todo depende… el punto sobre el cual deben ser dirigidas todas nuestras energías» (cit. por Somiedo García, 2013, 2). En el siglo XIX, el teórico militar suizo Antoine Henri Jomini ya había llamado la atención sobre la existencia de ciertos lugares geográficos o sucesos clave específicos, los «puntos decisivos» (Schwerpunktes), que cuando se retienen o neutralizan, incrementan la vulnerabilidad del enemigo. Los puntos decisivos son, por tanto, los elementos esenciales para atacar o proteger los centros de gravedad (Somiedo García, 2013, 3-4). 


Una vez localizados los centros de gravedad, el Udar intenta paralizarlos horizontal y verticalmente, separando a las unidades unas de otras y la línea del frente de la retaguardia. El objetivo es obligar al sistema a replegarse para intentar recomponer sus fuerzas en un punto donde sus distintas partes puedan recuperar el contacto entre sí, abandonando el espacio estratégico que había logrado ocupar, perdiendo profundidad, y exponiéndose a importantes pérdidas de recursos humanos y materiales. Básicamente, el choque operacional se desplegaba coordinando dos tipos de fuerzas distintas: Por un lado, una fuerza móvil y blindada, que trataba de acceder al centro de gravedad a través de un punto decisivo, intentando romper la línea del frente con un gran impulso que combinaba velocidad, masa y sorpresa. Por otro, una fuerza aerotransportada, que intentaba coger desprevenido al enemigo interviniendo directamente sobre el centro de gravedad al que las fuerzas de penetración trataban de acceder (Veramendi, 30-01-2013). La clave de esta coordinación es que ambas fuerzas debían actuar no secuencialmente, como en la guerra relámpago, sino simultáneamente. Todo el arte operacional soviético estaba diseñado para hacer irrelevante la escala de los recursos del enemigo, poniendo en el centro de la diana su funcionalidad. 


Ahora podemos volver sobre nuestros pasos y señalar el problema más importante de la Blitzkrieg: buscar un resultado estratégico, la rendición del enemigo, a través de medios operacionales y tácticos, la batalla concreta. Veramendi lo explica poniendo como ejemplo la batalla de Francia de mayo de 1940, donde la ruptura del frente francés en Sedán sería el acontecimiento táctico, la carrera hacia la costa que supuso el «Corte de Hoz», la parte operacional, y la huida de las tropas británicas y una cantidad importante de tropas francesas por Dunkerque, el fracaso estratégico (Veramendi, 06-02-2013). Desfilar por debajo del Arco del Triunfo debió de infundir a Hitler una gran confianza en los resultados de la guerra relámpago, pero estaba cometiendo un grave error, que fue reducir el objetivo estratégico (no lo olvidemos, la derrota del enemigo), a un solo golpe operacional, la batalla concreta. Mientras los jerarcas nazis se hacían fotos en la Plaza de Trocadero, De Gaulle, arropado por las tropas británicas y un resto importante de su propio ejército, ya estaba organizando la recuperación de Francia al otro lado del canal de la Mancha. 


Hemos reunido ya los suficientes elementos como para volver al análisis de la coyuntura política. Empecemos con la cuestión de la guerra relámpago. Como hemos tenido oportunidad de constatar, se trata de un concepto estratégico mucho más elaborado de lo que da entender la palabra «relámpago». Decir que Podemos ha iniciado una guerra relámpago porque ha irrumpido como un relámpago en la vida política española, es tanto como decir que estamos de acuerdo con la teoría de la relatividad porque todo nos parece relativo. Puede que, en efecto, todo sea relativo, salvo el hecho de que no tenemos ni idea de lo que es la teoría de la relatividad. Por eso es importante profundizar en el concepto, ya que estamos de acuerdo con Pablo Iglesias y Manuel Monereo en que se trata de una descripción adecuada para la situación estratégica que ha iniciado Podemos. Veamos por qué. 

En primer lugar, porque nos encontramos ante la búsqueda de un resultado estratégico, que es la derrota del enemigo, la casta, a través de un medio operacional y táctico, que es la batalla concreta, la disputa por el poder en el escenario de una contienda electoral. Pablo Iglesias es muy claro: «Podemos nació para ganar las elecciones generales» y «ninguna batalla previa, por importante que sea, nos va a distraer de la principal» (Público, 03-05-2015). 

Con esto pasamos, en segundo lugar, a otro de los elementos que caracterizan a la Blitzkrieg: se trata de una estrategia que se despliega secuencialmente, y no simultáneamente. Podemos ha intentado cercar al enemigo a través de una serie de maniobras rápidas y audaces, distribuidas linealmente en torno a cuatro procesos electorales, y buscando marcar un ritmo exponencial de crecimiento. Primero, en mayo de 2014, las elecciones europeas. Diez meses después, las andaluzas. A continuación, cumplido el año, las autonómicas y municipales. Y como colofón, el último asalto, la batalla de la que ninguna de las anteriores debe distraernos: las elecciones generales. Hay una reducción clara, que refuerza lo que hemos dicho en primer lugar, del interés estratégico a la cuestión táctica de la toma del Congreso. Aparentemente, ganar las elecciones generales implica la derrota del enemigo. 

Esto tiene que ver con lo que diremos en tercer lugar, que es la diferencia que Manuel Monereo ha señalado entre corruptos y corruptores: «No me gusta el término casta. ¿Por qué? Porque no anuda, no engarza y no relaciona a los poderes económicos y mediáticos con la clase política. Parecería que la corrupción es cosa de los políticos y solo de ellos. ¿Y los corruptores?, ¿dónde están?, ¿quiénes son?, y ¿para qué compran los poderosos a los políticos?» (18-10-2014, Cuarto Poder). Es decir, la reducción del elemento estratégico a la cuestión táctica, esto es, de la derrota del enemigo a la conquista del Congreso, es solidaria del concepto de casta, que identifica al enemigo con los políticos corruptos, y por tanto, a la victoria, con la derrota de estos políticos en unas elecciones generales. 

A pesar de que en el relato de Podemos juega también un papel importante la crítica al sistema financiero, a los bancos o a la plutocracia, la combinación de estos dos elementos, la palabra casta y las elecciones generales como batalla principal, ha tenido como consecuencia lo que señalaba Manuel Monereo: la invisibilización de los corruptores. La batalla relámpago ha puesto en el centro de gravedad a los títeres, pero no a quien mueve los hilos. Y esto nos lleva a la cuarta consideración, que es la carencia de una concepción sistémica del enemigo. Solo de esta manera se puede confiar en que la derrota de uno de sus elementos implique necesariamente la aniquilación del conjunto. Porque la estructura del poder, o la trama, como dice Monereo, es mucho más amplia y compleja que la de los partidos políticos que están a su servicio. 


Retomemos ahora la cuestión de la guerra de posiciones. La Blitzkrieg de Podemos se ha encontrado con una resistencia radical. Desde los grandes medios de comunicación, los tribunales y las alcantarillas del Estado, el poder ha iniciado un contraataque que parece haber terminado con el sueño de una marcha triunfal. En lugar de avanzar, Podemos se encuentra estancado en el fango. La guerra ya no es una secuencia de maniobras audaces, sino una batalla que se libra palmo a palmo, una durísima guerra de posiciones. Como en la Batalla del Marne, la guerra relámpago se ha detenido allí donde el enemigo ha levantado una trinchera infranqueable. O al menos, es lo que parece. Porque el enemigo, en realidad, no ha cavado ninguna línea de trincheras. No estamos en la Batalla del Marne, sino en el frente ruso, donde la guerra relámpago se ha encontrado con la horma de su zapato: la batalla profunda. 


Podemos, en su disputa contra la casta, ha eludido el verdadero centro de gravedad de su adversario. Porque si algo ha quedado claro con las últimas operaciones judiciales es que el lugar donde el sistema extrae sus órdenes y recursos no es la sede de los partidos políticos, sino las oficinas mucho más discretas de las empresas que los financian. Pablo Iglesias abrió una vigorosa línea de frente en los medios de comunicación, pero mientras pulverizaba en esta primera línea la imagen de los políticos corruptos, los poderes que los alimentaban permanecían a salvo en la retaguardia profunda. Ellos no cometieron este error. Porque tras el desconcierto inicial de las elecciones europeas, idearon una estrategia orientada no a la excavación de trincheras en los medios de comunicación, sino a paralizar el centro de gravedad de Podemos. Ni los corruptores, ni los corruptos, se dejaron tentar por las múltiples solicitudes de comparecencia pública que les lanzó en vano Pablo Iglesias. Sus intenciones, fueron otras. 


No es difícil localizar el centro de gravedad de Podemos. Así como la trama del poder se caracteriza por ocultar los lugares en los que toma sus decisiones, Podemos ha sido transparente desde el principio. Es cierto que se han establecido varios procedimientos de participación popular. Pero el poder no es tan ingenuo como para confundir los círculos o las asambleas con el lugar donde se coordinan las decisiones importantes. El centro de gravedad de Podemos está constituido por un reducido número de personas, un grupo que no coincide exactamente con los promotores iniciales del proyecto, pero casi. Más que el Consejo Ciudadano, su expresión política más definida es el Consejo de Coordinación, las once personas que tienen en sus manos el timón de Podemos. Entre ellas, Carolina Bescansa, Iñigo Errejón, Luis Alegre, Pablo Iglesias y, hasta su dimisión reciente, Juan Carlos Monedero. 


Si el poder hubiera querido iniciar una guerra de posiciones contra Podemos habríamos visto a sus candidatos recoger el guante de Pablo Iglesias en los medios de comunicación («Estoy esperando que el presidente de mi país deje de ser un maldito avestruz y dé la cara», ha terminando diciendo el secretario general de Podemos). Pero solo comparecieron tertulianos sin ninguna proyección política, como Eduardo Inda o Francisco Marhuenda, porque el poder estaba mucho más interesado en hacer irrelevantes los recursos políticos de Podemos que en cebarlos a costa suya. Por supuesto que los medios de comunicación han desempeñado un papel importante en la estrategia contra Podemos. Pero no como una línea de trincheras destinada a contener su avance, sino como los puntos decisivos que permitían acceder a su centro de gravedad. El objetivo nunca fue colapsar a Podemos en el territorio que mejor se mueve, sino paralizar su centro de gravedad, crear un problema de comunicación interna para que fuera el propio Podemos quien se replegara con el fin de proteger su cabina de mando. 

Dos fuerzas distintas se desplegaron simultáneamente para conseguir este objetivo: por un lado, grandes operaciones mediáticas destinadas a desacreditar a sus miembros más relevantes. Por otro, un bombardeo sistemático de su centro de gravedad a través de una agresiva campaña de comunicación que lo vinculaba con el Gobierno de Venezuela. En el caso de Iñigo Errejón, la operación fue bastante seria. Podemos tuvo que dar muchas explicaciones sobre el contrato de investigación que el responsable de su Secretaría Política había firmado con la Universidad de Málaga. Pero donde los dos extremos del choque operacional lograron anudarse fue en torno a la persona de Juan Carlos Monedero. 

A finales de enero de 2015, las investigaciones abiertas por la Universidad Complutense y el Ministerio de Hacienda permitieron que la operación de desprestigio personal se conectara con la campaña en profundidad que los medios de comunicación desplegaban contra Podemos. El éxito de la batalla profunda no fue conseguir la cabeza de Juan Carlos Monedero, sino abrir a través suyo una brecha en el frente de comunicación que le permitió acceder al centro de gravedad de Podemos. Este fue el punto decisivo que marcó el declive de la guerra relámpago, porque Podemos se vio obligado a consumar su repliegue de los medios de comunicación para atajar su incipiente estado de desorganización interna. Sin duda, se trataba de una retirada provisional. Pero sus adversarios no necesitaron mucho tiempo para rellenar el asiento vacío. Las parrillas de televisión, el espacio estratégico que con tanta audacia había conquistado Pablo Iglesias, fueron ocupadas casi al instante por la fuerza política que el poder había invocado para sacarle las castañas del fuego: Ciudadanos. 


Que Podemos no lo viera venir, es producto de su confianza en las virtudes de la guerra relámpago, pero también de su desconocimiento de los principios de la batalla profunda. Si se hubiera distanciado de la primera y dejado conducir por la segunda, habría logrado evitar varios errores importantes. Uno de ellos, confundir al Régimen con los partidos del Régimen. La trama que se agazapa detrás del bipartidismo es perfectamente capaz de sobrevivir al bipartidismo. Porque mientras su centro de gravedad permanezca intacto, el sistema no tendrá muchos problemas para reemplazar sus partes dañadas. 

Esta es la razón por la que la estrategia operacional de la guerra relámpago no permite reconocer la verdadera realidad de la situación, que no es la de una fuerza impetuosa marchando triunfalmente sobre un enemigo en retirada, sino la de un enemigo que se pone a salvo mientras conduce a las fuerzas de su adversario a una ratonera. Hemos dicho que Podemos no ha abandonado, a pesar de las declaraciones de su secretario general, la estrategia de la guerra relámpago. Esto es algo que se desprende de su propia retórica, instalada todavía en una guerra escalonada de movimientos que debería conducir, elección tras elección, a la toma del poder. 

Pero la guerra de posiciones, fuera del campo de la hegemonía social, no sirve para dar cuenta de una estrategia que sigue buscando la victoria en una batalla de aniquilación. La impresión es la de que Podemos, ante la situación de estancamiento en la que se encuentra, se siente más incómodo con la palabra «relámpago» que con la estrategia, y ha decidido cambiar la palabra, pero conservar la estrategia. 


Desde el punto de vista de la batalla profunda, Podemos debería asumir otra clase de cambios. Para empezar, reorganizar sus operaciones políticas teniendo en cuenta que el centro de gravedad de su adversario no se encuentra en el frente de comunicación, sino en la retaguardia profunda, y que solo podrá acceder a esta retaguardia si combina sus intervenciones mediáticas con un ataque sostenido sobre el núcleo estructural de la trama, que es, como señala Monereo, «la cúspide del poder corporativo y mafioso de las finanzas» (18-10-2014, Cuarto Poder). 

 En este sentido, el actual presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, en cuyo currículo figura haber sido dirigente de Goldman Sachs, o el ministro de Economía, Luis de Guindos, antiguo director de la filial en España y Portugal de Lehman Brothers, ofrecen un flanco mucho más vulnerable para acceder al corazón de la trama que Mariano Rajoy o Pedro Sánchez. Pero si hay algo que debería enseñarnos la fulminante irrupción de Ciudadanos (además de que Podemos no tiene el monopolio de los relámpagos), es que los tentáculos de la trama están demasiado instalados en la industria de la comunicación como para ser ingenuos al respecto. Por tanto, es necesario ampliar la línea del frente. 

Y en este sentido tiene razón Miguel Urbán cuando dice que Podemos tiene que tener «mil pies en las calles», de acuerdo a las prácticas y el «estilo» del 15M, las mareas y, en definitiva, el conjunto de la movilizaciones sociales (04-05-2015, Público). No se trata de que Iglesias esté equivocado cuando señala la importancia estratégica de construir un relato coherente, capaz de disputar la centralidad del tablero político (20-04-2015, Público). Sino de que las dos posturas que representan Urbán e Iglesias están condenadas a entenderse, porque hace falta un relato que inspire a la movilización social, pero hace falta también una movilización social que sostenga al relato. No se puede prescindir de los medios de comunicación, pero tampoco se puede esperar que hagan el trabajo que corresponde a los movimientos sociales. En resumen, comunicación y movilización deben ir de la mano, pero no subordinando la movilización a las necesidades de la comunicación, sino poniendo la comunicación al servicio de la movilización. 


Esto nos lleva a nuestra última consideración, no por ello, menos importante. La batalla profunda implica también una carácter defensivo, porque identifica dónde se encuentran los elementos estratégicos propios cruciales que deben ser protegidos del ataque del enemigo (Somiedo García, 2013, 5-6). Podemos, al concentrar su estructura de dirección, ha ganado en operatividad lo que ha perdido en seguridad. Mientras que la trama del poder se esfuerza por difuminarse y permanecer en un segundo plano, Podemos se ha empleado a fondo para conseguir justo lo contrario: constreñir su centro de gravedad y exponerlo públicamente. 

Pero se trata de dos cosas distintas. La transparencia es un valor político al que conviene aferrarse, pero la concentración del poder, en el sentido de estrechar los límites de su reparto, conlleva más riesgos que beneficios. Hay muchas razones por la que Podemos debería ganar en horizontalidad, pero una de ellas es puramente estratégica. Ampliar los ámbitos de decisión, fomentar la pluralidad interna, establecer alianzas con otros actores políticos y sociales, no solo contribuirá a mejorar su funcionamiento democrático, lo cual ya de por sí redundará en beneficio de sus vínculos con el movimiento social, sino que hará más fuerte a su dirección, porque tendrá más recursos, y mejor distribuidos, con los que afrontar las situaciones de riesgo. La batalla profunda contra Podemos no se detendrá con Juan Carlos Monedero, sino que es previsible que continúe buscando nuevos puntos de penetración entre sus figuras más destacadas. 


La unidad popular debe tener un centro de gravedad, pero los que interpretan de manera estrecha el sentido de la palabra centro andan tan desencaminados como los que reducen la unidad del pueblo a la simple unidad. El pueblo no habita en un solo lugar, y su centro de gravedad, tampoco debería hacerlo. 

(*) Miembro de IU-Verdes en la Región de Murcia


Nota:

Los datos sobre el arte operacional soviético y la Blitzkrieg alemana los hemos obtenido fundamentalmente de J. Veramendi y J. P. Somiedo en los artículos señalados en la bibliografía. Una información más detallada se puede encontrar en Naveh (1997). Todas las extrapolaciones e interpretaciones políticas que realizamos aquí a partir de estas informaciones son evidentemente responsabilidad nuestra. 


Bibliografía:

Gramsci, A. (1980), Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, traducción y notas, José Aricó, Madrid, Ediciones Nueva visión.

Naveh, S. (1997), In Pursuit of Military Excellence. The evolution of operational theory, Cummings Center Series.

Somiedo García, J. P. (2013), «Simultaneidad operativa y su aplicación a operaciones no lineales de amplio espectro y a la lucha contraterrorista», en Documentos de Opinión, nº 85, Instituto Español de Estudios Estratégicos. 


Fuentes de información electrónicas [obtenidas en consulta del 17-05-2015]:

De Cuarto Poder [http://www.cuartopoder.es/]:

Monereo, M. (05-05-2015), «Podemos y la táctica de los generales rusos».


De GEHM. Grupo de Estudios de Historia Militar [http://www.gehm.es/]:

Veramendi, J. (30-01-2013), «El Arte Operacional del Ejército Rojo».




— De Público [http://www.publico.es/]:

Iglesias, P. (20-04-2015), «La centralidad no es el centro».


Urbán, M. (04-05-2015), «Podemos. Debates y elecciones».