MURCIA.- El investigador Salvador Gil Guirado, de la Universidad de Murcia, ha
presentado en su tesis una reconstrucción del clima de la Región de
Murcia en los últimos 400 años, con un estudio
de las precipitaciones y temperaturas, así como un nuevo modelo de
análisis de la vulnerabilidad de los riesgos naturales como las sequías e
inundaciones, en distintos periodos y épocas.
"Lo más novedoso de esta tesis es que a
través de técnicas estadísticas se ha conseguido reconstruir por primera
vez a escala anual y estacional las temperaturas en la Península
ibérica a través de documentos históricos", destaca Gil, según fuentes
del departamento de Promoción de Investigación de la UMU (Prinum),
dependiente del Vicerrectorado de Investigación.
En este sentido, aclara que debido a la alta influencia de la
lluvia para las actividades socioeconómicas en la Península ibérica, la
reconstrucción de las temperaturas es muy dificultosa y no se ha
prestado atención al estudio de las mismas, tendiendo a pensar que estas
no suponían ningún limitante para las sociedades.
Tras la reconstrucción climática llevada a cabo por Gil Guirado se
deduce que, en Murcia a partir de la segunda
mitad del siglo XX se ha producido un ascenso brusco de las
temperaturas, y que pasa ahora mismo por el periodo más
cálido de los últimos 400 años.
Igualmente, los resultados alcanzados demuestran que en Murcia
también es evidente una considerable disminución de las precipitaciones.
A la luz de las conclusiones de esta tesis puede añadirse que
sobresalen algunas épocas especialmente frías durante los años
estudiados, la primera durante la segunda mitad del siglo XVII,
relacionada con la menor actividad solar durante el Mínimo de Maunder, y
la segunda a finales del siglo XVIII. Sin embargo, son los cien años
que van de 1840 a 1940 los más fríos en todo el periodo de estudio.
"En el siglo XVII los inviernos en el sureste español eran mucho
más fríos que los actuales, de ahí que se produjera un auge en la
construcción de pozos de la nieve, que eran unos orificios circulares de
entre 5 a 8 metros de profundidad excavados en la tierra, donde se
almacenaba la nieve hasta que se compactaba y se formaba hielo", añade
el investigador.
Este hielo se usó para los helados y también en la medicina,
"porque se le atribuía propiedades curativas. Muchas veces, la nieve de
Sierra Espuña se trasladaba de madrugada a Murcia, para que no se
derritiera, y se vendía en puestos en Trapería y Platería", explica en
la tesis.
"He llegado ha encontrar un documento en el que se valoraba la
posibilidad de hacer un pozo de nieve en la Sierra de Carrascoy, lo que
prueba que en esta zona eran frecuentes las nevadas, cosa que difiere de
lo que ocurre en la actualidad", cuenta el investigador.
Por otro lado, el trabajo de investigación propone un modelo para
medir la vulnerabilidad y el contexto social de las sequías e
inundaciones en distintos espacios y épocas, el Índice Experimental
Global de Vulnerabilidad General y Contextualización Ecosocial
(IEGVGes), que podrá aplicarse en cualquier parte del mundo y en
cualquier periodo y del que Salvador Gil ha extraído diversas
conclusiones.
"En el caso de las inundaciones, el conocimiento de los
recurrentes errores históricos es el primer paso para solucionarlos,
puesto que actualmente la protección frente al peligro siempre viene
después de que se haya producido alguna inundación", afirma Gil, que
añade que el problema se agrava después, cuando vuelven a crearse nuevas
áreas pobladas como son en Murcia las zonas de Espinardo, Juan Carlos I
o Churra, que se configuran como nuevos espacios en riesgo.
Por su parte, la gestión reciente de las sequías evidencia una
mayor vulnerabilidad política en Murcia. En el caso murciano, aunque se han logrado avances y
existe seguridad en el abastecimiento de agua incluso para el riego,
las sequías son usadas como arma política, es decir, "el debate en torno
al agua se ha politizado y esto lleva aparejado que se generen
conflictos sociales innecesarios entre regiones, como los ocurridos
entre Albacete y Murcia, cuando el objetivo debería ser encontrar una
solución definitiva a los problemas de agua", defiende.
"A todo esto se añade que en Murcia dependemos de caudales de agua
cuya regulación no depende de los murcianos, como ocurre con el
Trasvase del Tajo. En la sequía de 2004-2007, los problemas más graves
vinieron por la intensa sequía sufrida en la cabecera del Tajo, y a
pesar de que en la Cuenca del Segura no hubo un descenso excesivamente
intenso de las precipitaciones, se heredó la sequía de otro espacio".
"Dependemos, por lo tanto, de la situación climática y política de
otro lugar, y si por algún motivo decidieran cortar el flujo de agua,
en Murcia tendríamos serios problemas", asegura Gil, que por otra parte
afirma que, en este sentido también se han hecho avances.
"Anteriormente a 2004, en torno al 40 % de los recursos
disponibles de agua en Murcia venían del Trasvase del Tajo, pero ahora
se ha reducido la dependencia de estos caudales y sólo en torno al
15-18% de los recursos disponibles proviene del Tajo", añade.
En definitiva, entre sus conclusiones destaca que las áreas de
estudio no han cambiado el paradigma de apropiación del agua y de
protección frente al peligro.
Las técnicas paleoclimáticas empleadas para conocer el
comportamiento del clima con anterioridad a la existencia de mediciones
instrumentales más extendidas en la reconstrucción climática, son la
datación de los anillos de los árboles o los testigos de hielo.
Estos métodos presentan algunas limitaciones debido a que no son
aplicables en todas partes del mundo. Por ejemplo, si no hay cuerpos de
hielo o árboles para poder estudiar, la reconstrucción del clima por
medio de estas técnicas se hace inviable.
Como los registros instrumentales disponibles sobre temperaturas y
precipitaciones están datados, en el mejor de los casos, únicamente
desde hace siglo y medio, Salvador Gil decidió llevar a cabo una
reconstrucción climática utilizando las técnicas propias de la
climatología histórica, que emplean la información climática indirecta
contenida en la documentación antigua y que posibilita superar las
limitaciones de las técnicas anteriormente descritas.
"Básicamente mi trabajo se ha centrado en el análisis de las Actas
Capitulares, documentos que recogen los debates entre los representantes
municipales, y en las que han quedado plasmadas las preocupaciones que
tenía la población en aquellos momentos", explica Gil.
Ha estudiado las rogativas religiosas en las que se imploraba por
la lluvia o por el cese de la misma, las inundaciones, los precios de
los cereales y el análisis del contenido de los documentos. Este último
método se fundamenta en extraer el sentido lingüistíco que subyace
detrás de todo relato escrito.