Mostrando entradas con la etiqueta Periodismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Periodismo. Mostrar todas las entradas

sábado, 5 de marzo de 2022

La lección magistral del periodista Rafael Pouch sobre el conflicto en Ucrania: "Rusia no tiene potencia para invadir toda Ucrania"


 MADRID.- Intervención en La Sexta del experto en geopolítica, el periodista catalán Rafael Poch de Feliu, sobre el conflicto actual en Ucrania.

«Para que la gente lo entienda vamos a hablar del espacio y del tiempo, es decir, de cuándo empieza todo esto y de geografía.

Tiempo: esto empieza después de la guerra fría. No empezó la semana pasada, sino que empezó hace treinta años cuando se incumplieron las promesas dadas a Gorbachov y se incumplió la carta -dicen que no hay nada escrito pero está el documento de la conferencia de la OSCE en París de diciembre de 1990 «negro sobre blanco»- donde se dice que la seguridad de un país (de la Unión Europea) no puede hacerse a costa de la seguridad de otros. 

Después hay muchísimos documentos, conversaciones… todo esto está perfectamente documentado, no hay más que interesarse por ello para verlo.

 Por lo tanto, la crisis empieza hace mucho tiempo. Rusia ha estado siempre objetando a este avance de la OTAN hacia sus fronteras. No se le ha hecho caso nunca. Ha habido discursos de Putin muy fuertes, por ejemplo el de la conferencia de Munich del año 2007 donde los medios de comunicación no se hicieron eco. No se les hacía caso porque Rusia era débil. Ahora es menos débil y ha dado un puñetazo en la mesa. Por lo tanto, la situación es seria.

Geografía: esto no está pasando en el Caribe, no está pasando en México, no está pasando en Canadá… está pasando en el patio trasero de Rusia. Hay una cuestión de amenaza a la seguridad, a los intereses de seguridad de Rusia absolutamente razonable. Y que no me digan que las cuestiones de las esferas de influencia es una cuestión del siglo XIX, cuando la doctrina Monroe está perfectamente vigente en el subcontinente americano y en general. 

El problema fundamental de esta crisis: Estados Unidos tiene como adversario, como verdadero adversario a China, en Asia. Allí es donde está el principal adversario. Pero Estados Unidos, para ser una gran potencia tiene que dominar Europa, un continente fundamental. Para dominar Europa necesita a la OTAN, y la OTAN necesita conflicto. En cuatro palabras: si no hay follón con Rusia, la OTAN pierde sentido.

Si hablamos de soluciones: es muy sencillo, neutralidad. La neutralidad de países como Ucrania, como Georgia, incluso las Repúblicas bálticas no representan para nada un peligro para su soberanía. 

Recordemos los casos de Finlandia y de Austria, que fueron neutrales por pacto durante la Guerra Fría cuando la Unión Soviética era mucho más fuerte de lo que es ahora Rusia, y no pasó absolutamente nada. Eran países perfectamente democráticos, perfectamente soberanos en sus relaciones internacionales. Por lo tanto me parece que todo esto… y que España esté participando me parece una vergüenza.»

Pregunta de Antonio Ferreras: ¿Cuál es el planteamiento del gobierno ruso respecto a Ucrania, es parte de su territorio o no?

«Es una cuestión importante pero es secundaria. Para el nacionalismo ruso esto del nacionalismo ucraniano es una cosa que no está computada. Para ellos Ucrania no es otro país, es casi la extensión de… es lo que muchos nacionalistas catalanes, por ejemplo, consideran con el País Valenciano o con las Islas Baleares. Pero a lo bestia. 

Hay un problema por ahí, evidentemente, pero en la crisis actual, concreta, en las situaciones que estamos ahora, eso juega un papel absolutamente marginal. Lo importante es que tenemos a un bloque militar, no la «asociación de hermanitas de la caridad», que se fundó contra Rusia, contra la URSS y que en su doctrina, en sus mismos documentos aprobados, menciona explícitamente y directamente a Rusia como el enemigo. Ese bloque se está ampliando y está llegando a colocar infraestructuras en las «barbas del oso ruso». Y este ha dicho «basta».  

Es así de sencillo. Creo que esta es una cosa que los militares, que tienen los pies mucho más en tierra, comprenden perfectamente, a diferencia de los periodistas y de los informativos que viven en una galaxia propagandística y de intereses mucho más compleja. Pero los militares, que suman y restan con lo que tienen encima de la mesa, creo que para ellos esto es «impepinable».

Pregunta de Antonio Ferreras sobre la soberanía de Ucrania a la hora de decidir respecto a instalar una base de la OTAN. 

«No es una cuestión de derechos. Cuba tenía todo el derecho del mundo después de lo que pasó en Bahía Cochinos, a solicitar una protección militar y poner misiles atómicos en su costa. Y la URSS tenía todo el derecho del mundo a enviar esos misiles a Cuba pero como dice Matlock, el exembajador de Estados Unidos en Moscú, que es una de las pocas personas del stablishment con sentido común, «aunque la ley de la gravedad no la hayamos aprobado en el Congreso, la ley de la gravedad existe y no la podemos ignorar».

 No es una cuestión de derechos, es una cuestión de que si te ponen misiles, si te amenazan tu seguridad en el portal de tu casa, a una gran potencia, reacciona. Y eso es lo que está ocurriendo. Y hacerlo con una gran potencia como Rusia, que tiene misiles nucleares, es una insensatez.

Y luego recordemos una cosa: la gran potencia, la gran amenaza rusa, de acuerdo, sí. Son una potencia, pero su gasto militar es del 3% del gasto mundial. El gasto militar de Estados Unidos es del 39% y si le sumamos el de la OTAN nos ponemos en el 56%. Es muy difícil de resolver.

Y luego sí, lo de la invasión, anexión de Crimea es una cuestión muy seria, pues se han modificado fronteras. Pero Europa, convive con esto desde hace años. Hemos tenido la anexión de Jerusalén del Este, hemos tenido los Altos del Golán, el Sáhara Occidental, Chipre por parte de Turquía y Europa no ha hecho absolutamente nada, no le quita el sueño. 

Todo esto se ha hecho con violencia y con represión, ¿por qué tanto escándalo en Crimea donde la anexión se ha hecho sin violencia y con el beneplácito del 80%, quizá el 70%, porque se manipuló un poco todo aquello, pero la inmensa y aplastante mayoría de la población? Por favor, seamos serios».

Antonio Ferreras: Muestra el mapa de Rusia y pregunta: «Rafael, tú dices que en Crimea, la mayoría de la población puede ser pro rusa. ¿Crees posible que Rusia invada Ucrania o esto es inimaginable?»

«No creo que invada Ucrania, toda Ucrania. Que pueda haber avances territoriales en LuganskDonetsk a lo mejor es imaginable. Pero que invada Ucrania creo que no. No sabemos qué es lo que exactamente va a pasar. Hay muchos teatros posibles, pero es un poco vano especular. Lo que sí que tenemos claro es que va a pasar algo. 

Después de que Rusia haya hecho lo que ha hecho, es decir: haya presentado todos esos documentos, esas propuestas, muchas de ellas absolutamente razonables y perfectamente ejecutables… después de todo eso no puede no pasar nada, porque Rusia perdería la cara. No es imaginable. Por lo tanto, tiene que pasar algo. No sabemos lo que será, pero pasará algo.

Respecto a Estados Unidos, ellos también tienen el problema de perder la cara. Tienen una situación interna muy complicada, tuvieron una especie intento de golpe de Estado hace poco, su presidente está en horas bajas, la tentación de la tensión hacia el exterior es muy grande… 

Por lo tanto todas estas cosas se pueden ir de las manos y es ahí donde están los peligros. Porque una vez se ha desencadenado una dinámica de violencia es muy difícil volver a poner al genio dentro de la botella».

Ferreras pregunta: «Rafael, me estás diciendo que ves bastante improbable una invasión rusa de Ucrania, de ocupación. Otra cosa es que se avance por la zona del Donbas, por la zona de Crimea, pero una invasión de ocupación del país, no.»

«No, hombre, claro que no. Es un país de cuarenta millones, Rusia no tiene potencia para hacer algo así. Además es que es una insensatez multiplicada por mil. Los ucranianos, incluso alguien lo ha dicho en el debate y tenía razón, los ruso parlantes, los «rusófilos» no son partidarios de ingresar en Rusia. La inmensa mayoría, con la excepción de Crimea, de zonas del Donbás.. incluso en zonas «rusófilas» la gente se siente confortable en Ucrania. 

A pesar de todos los desmanes que se hacen con los rusos, con los sentimientos rusos: se han cerrado los canales de televisión en ruso (el canal 112, que era un canal absolutamente plural, abierto, en absoluto defensor de intereses rusos, pero no era nacionalista ucraniano en la línea del gobierno). 

Ahora han aprobado una ley, esta semana, en la que el 50% de los contenidos de los medios de comunicación tienen que ser en ucraniano, de acuerdo, pero hacen la excepción en la práctica de allí donde hay minorías lingüísticas…. pero excluyen la lengua rusa de esta ecuación.

Hay cosas como la polémica sobre el pasado… son muchas las diferencias que hay. Pero los rusos no están tan locos como para pretender invadir Ucrania, un país de 40 millones que se incendiaría en 48 horas.

domingo, 5 de mayo de 2019

En su 88º aniversario, la Asociación de la Prensa de Almería reconoce al periodista Francisco Poveda


MURCIA.- Más de 70 periodistas han sido protagonistas este fín de semana en Almería de una convivencia para reivindicar la importancia del periodismo en una sociedad democrática, apostar por las buenas prácticas, hacer autocrítica y exigir los espacios de libertad necesarios para que la profesión se pueda ejercer con independencia, dignidad y honestidad. Un ¡Viva el Periodismo! refrendó las cuatro horas de convivencia que sirvieron también para reconocer la trayectoria y dedicación al oficio de varios profesionales, entre ellos nuestro fundador Francisco Poveda, según recoge hoy Almería Confidencial.

Reconocimientos y reivindicaciones

La periodista Chelo Rodríguez Martínez presentó el acto destacando en sus palabras la represión intensa que en muchos países hay hacia el periodismo, “indigna cuando se trata de una democracia como la nuestra“. 

“La desinformación, muchas veces interesada, en forma de bulos a través de las redes sociales, se suma a la dificultad de muchos periodistas que padecen la precariedad laboral y, en consecuencia, la tarea casi imposible de ejercer la profesión con libertad y con profesionalidad. Se hace necesario, imprescindible, salir de este bucle de desprestigio en el que estamos inmersos“, a base de buen periodismo, destacó Rodríguez Martínez.

El 88º aniversario de la Asociación de la Prensa de Almería (AP-APAL) fue aprovechado también para distinguir a algunos miembros de la entidad, entre ellos los recién jubilados.

A los socios vitalicios que llegan a la jubilación, la Asociación los distingue con su escudo de oro, máxima distinción que concede. Lo recibieron Francisco Poveda, cerca de medio siglo de ejercicio de la profesión en diferentes medios de comunicación desde que empezó con sus prácticas universitarias en “La Voz de Almería“. Después pasó por periódicos y radios de Alicante, Murcia, Valencia, Orense y Vigo. Actualmente mantiene el blog “Almería Confidencial” con ediciones similares en Alicante, Murcia y Valencia. Ha sido también profesor de la Universidad de Murcia. Recibió el escudo de manos del ilustre periodista almeriense Joaquín Tapia.

Covadonga Porrúa Rosa, expresidenta de la AP-APAL, impuso el escudo de oro a la periodista colombiana afincada en Almería en los últimos 23 años, Yaddy González González, quien también es abogada y que inició su carrera profesional en TV Caracol. En Almería ha estado ligada a ACL Radio de la Diputación de Almería, y a programas de interculturalidad de Canal Sur y Popular TV. Es presidenta de la Asociación de Colombianos “Almería para todos“.

Y, el tercer escudo de oro correspondió a Francisco Gerez Valls, que ha dedicado al periodismo 47 años. Comenzó con las prácticas en los años 70 en La Voz de Almería, donde fue después redactor hasta el 17 de mayo de 1984, fecha en la que se subastó el diario. Desde entonces hasta 2016 ha sido jefe del gabinete de prensa del Gobierno Civil y después de la Subdelegación del Gobierno en Almería.

¡Viva el Periodismo!

El presidente de la AP-APAL, José María Granados cerró el acto haciendo un llamamiento a los periodistas jóvenes de la Asociación para que mantengan la antorcha prendida y tomen las riendas de una entidad camino del centenario.
Felicitó a todos por el 88º aniversario y concluyó con un ¡Viva al Periodismo! refrendado unánimemente por los presentes.
Al comienzo y al final de la convivencia fueron leídos los manifiestos del Día Mundial de la Libertad de Prensa elaborados por el Colegio de Periodistas de Andalucía, centrado en la comunidad autónoma andaluza, y la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), a la que pertenece la AP-APAL.
María José López, presidenta del CPPA Almería, y Yandira Villegas, secretaria general de la AP-APAL, leyeron las declaraciones.

miércoles, 17 de abril de 2019

David Jiménez: “El gran fracaso de la prensa fue convertirse en parte del sistema que debía vigilar”


MADRID.- En su primer encuentro con un David Jiménez recién nombrado director de El Mundo, el entonces ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, le hizo una pregunta y le lanzó un aviso. Aquella fue “¿podemos contar con vosotros?”, mientras este alertaba de que España se enfrentaba a enemigos peligrosos. El político cerró el diálogo con una sentencia: “No son tiempos para la neutralidad”. 

Era 2015 y faltaban pocos meses para las elecciones generales del 20 de diciembre. El Partido Popular quería amarrar la victoria y revalidar a su candidato, Mariano Rajoy, como inquilino de La Moncloa, pero los continuos escándalos por casos de corrupción y los sondeos favorables a Podemos eran obstáculos serios. Había que combatir la indecisión del electorado mandando un mensaje claro. “La Razón y ABC no nos preocupan. 
Ya sabemos que están con nosotros y dirán que todo lo hacemos estupendamente. Pero vosotros podéis decidir las elecciones, ahí están los indecisos, en El Mundo”, aseguró el ministro al director del diario. La alusión a la no neutralidad de estos tiempos es algo que Jiménez volvió a escuchar en boca de otros ministros en varias ocasiones.
El párrafo anterior es uno de los pasajes más reveladores que se pueden leer en El director, el libro en el que Jiménez airea cuestiones escabrosas relativas al triángulo de amor bizarro entre prensa, poder y capital que marcaron su año al frente de El Mundo
La publicación no podría haber encontrado mejor momento, ya que la declaración de Pablo Iglesias en la Audiencia Nacional el 29 de marzo como perjudicado en el caso Tándem, la causa contra el comisario José Manuel Villarejo, por el robo del teléfono móvil de una persona de su equipo ha insuflado nuevos bríos al conocimiento de la existencia de una trama que, desde el ministerio encabezado por Fernández Díaz, proveía de información falsa sobre los partidos de la oposición, particularmente Podemos, que era filtrada por policías a medios que no hacían ascos a su publicación y le concedían trato preferencial en sus portadas. Jiménez reconoce que escuchó por primera vez el nombre de Villarejo al poco de asumir la dirección del periódico y que dos de los reporteros le contaron que, desde hacía al menos dos décadas, era “una de las principales fuentes de El Mundo y facilitador de la mayor parte de nuestras exclusivas”. 
El director, publicado por Libros del K.O., tiene pinta de convertirse en el fenómeno editorial de la temporada. El adelanto lanzado por El Confidencial y el enganchón entre la periodista Ana Pastor y Pablo Iglesias en el programa El Objetivo a cuenta de unas presuntas amenazas del partido morado a la prensa que supuestamente aparecen en sus páginas —ni rastro de ellas, una vez leído— han generado ese salivar ante la aparición de un título prometedor que hará ruido y que podría acarrear a la editorial una odisea como la que sufrió el año pasado con el secuestro judicial de Fariña, el libro de Nacho Carretero sobre el narcotráfico en Galicia. 
Porque lo que cuenta es tremendo y afecta a terminales muy sensibles. Nada novedoso, a qué negarlo, para quien haya trabajado algún tiempo en la redacción de cualquiera de las principales cabeceras de prensa pero sí muy impactante para el resto, que en sus páginas puede confirmar intuiciones nunca hasta ahora presentadas en público como certezas por alguien que ha ostentado la mayor responsabilidad en una de las grandes fábricas de realidad —de sus marcos, de lo que se puede o no hablar y desde donde— en este país.
Lo que relata Jiménez resulta obsceno, por impúdico y por ser lo que permanece alejado del proscenio, oculto a la vista del espectador: la injerencia descarada y sin filtro de grandes empresarios y políticos en el trabajo cotidiano de un director de periódico. 
Las líneas editoriales y la información publicada como resultado de un intercambio de favores en las alturas y también de un juego de la silla en el que —ay— siempre gana el más poderoso. Quien paga manda, y quien manda quiere mandar más. 
 Por descontado, la denuncia de lo que Jiménez coloca ahora en el escaparate lleva muchos años constituyendo la razón de ser para proyectos comunicativos como El Salto, diametralmente opuestos a esos modos de hacer y por ello condenados a la invisibilidad, la irrelevancia y la subsistencia sin más red que las personas suscritas. Pero esa es otra historia. O la misma, en verdad, aunque contada desde un lugar bien diferente.
A finales de abril de 2015, tras más de quince años como corresponsal en Asia y otro posterior becado por la Universidad de Harvard, Jiménez aterrizó en la dirección de un periódico herido por varios expedientes de regulación de empleo, con las ventas cayendo en picado y sin la influencia política de la que había presumido bajo la mano de su fundador, Pedro J. Ramírez, fulminado en enero de 2014 por Antonio Fernández-Galiano, presidente de Unidad Editorial, grupo empresarial propietario de El Mundo cuya matriz es el conglomerado italiano RCS MediaGroup. Un cese que Ramírez achacó a las presiones del Gobierno de Rajoy por la publicación en el diario de las informaciones relativas a los papeles de Bárcenas.
En el hotel Marriott East Side de Nueva York, Fernández-Galiano propuso a Jiménez ser el nuevo director, sustituyendo a Casimiro García Abadillo, quien había sucedido a Ramírez apenas un año antes. Una oferta acompañada de la promesa del apoyo, los medios y el tiempo que la empresa le brindaría para remozar El Mundo
Aceptó, se convirtió en el “más improbable de los directores de periódicos” y pronto barruntó que lo que le aguardaba desde La Segunda, como llama en el libro a la planta directiva de Unidad Editorial, eran recortes presupuestarios, chantajes y abrazos más falsos que los informes elaborados por la policía política.
Jiménez reconoce que no era la persona más idónea para el cargo —“nunca había gestionado un equipo y no tenía el número de teléfono de ningún político o empresario del país”— y no disimula su desdén por los despachos, incluido el de dirección de El Mundo, que describe como “uno de los mayores centros de influencia del país, cortejado por reyes y jueces, ministros y celebridades, escritores y cantantes, caciques y conseguidores”. 
Pero en pocos meses se vio compartiendo mesa y mantel en comidas privadas, de tú a tú, con Mariano Rajoy, Florentino Pérez y Felipe VI. Una de las primeras personas en felicitarle por el nombramiento, apenas instalado en el despacho, fue Esther Koplowitz, presidenta de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC). La felicitación iba acompañada de una solicitud de reunión. 
Lo más valioso de El director es que explicita la existencia de una serie de pactos tácitos, no escritos, entre los grupos de comunicación y las grandes empresas por los que ambas partes ganan y el lector pierde. Una suerte de fondo de reptiles de carácter privado. 
A cambio de una vía de financiación extra que pudiera ser el flotador al que agarrarse para cuadrar el balance de cuentas anual, las grandes corporaciones se garantizan el silencio de los medios sobre sus malas prácticas, sus desmanes o aquellas cuestiones que pueden empañar la imagen de sus cargos directivos.
Es un sistema que Jiménez denomina Los Acuerdos por el que Telefónica, el Banco Santander o El Corte Inglés, por ejemplo, devengan cuantiosos intereses en forma de coberturas amables como contrapartida por inyectar liquidez a las empresas informativas. 
Va más allá de los contratos publicitarios puesto que asegura que, en ocasiones, estas cadenas de favores se establecen con empresas que no compran anuncios en los medios. Jiménez ofrece como muestra una reunión con Francisco González, entonces presidente del BBVA, en la que el alto emisario de Unidad Editorial al que acompañaba lloró sobre el hombro del banquero por la dificultad que estaba afrontando el grupo para cerrar el presupuesto. 
González dijo que lo arreglaría, sin más. Jiménez asegura que el banco, al igual que otras compañías que cotizan en el Ibex 35, dispone de una partida dedicada a “comprar favores periodísticos, ayudar a crear diarios de periodistas afines y premiar a los líderes mediáticos que ayudan a mejorar la imagen de su presidente”.
El episodio de mayor presión que enfrentó Jiménez sucedió por la publicación de una información relativa a la participación de César Alierta, en ese tiempo aún presidente de Telefónica, en un hotel en Berlín que la justicia sospechaba había sido utilizado por Rodrigo Rato para el blanqueo y evasión de capitales. 
Desde La Segunda se hizo todo lo posible para que la noticia no se publicara —desde recurrir al chantaje al director (“hay decisiones que cuestan puestos de trabajo”, le dijeron mirando a la redacción) a llamar a la imprenta a sus espaldas para ordenar que pararan máquinas—, sin conseguirlo.
Jiménez también entona un sonoro mea culpa por lo que El Mundo hizo con Victoria Rosell, jueza que se presentaba en la lista de Podemos a las elecciones generales de diciembre de 2015 que sonaba como titular de la cartera de Justicia si el partido accedía al poder. 
Antes de los comicios, el periódico dedicó varias portadas a las supuestas irregularidades cometidas por Rosell denunciadas por el ministro de Industria José Manuel Soria, quien unos meses después dimitiría tras no dar explicaciones convincentes sobre su participación en empresas familiares que aparecían en los papeles de Panamá
Las publicaciones de El Mundo se basaban en las actuaciones del juez Salvador Alba e ignoraban las llamadas de la jueza en las que explicaba que era víctima de un complot para arruinar su carrera política. Al final del proceso, la querella contra Rosell quedó archivada y Alba fue procesado por cinco delitos, entre ellos el de prevaricación judicial.
La trayectoria de Jiménez como director de El Mundo concluyó con una demanda contra la empresa por despido improcedente, acogiéndose además a la cláusula de conciencia para los profesionales de la información garantizada constitucionalmente y desarrollada en la Ley Orgánica 2/1997, de 19 de junio. 
Antes de la celebración del juicio, Unidad Editorial y el periodista pactaron un acuerdo de indemnización que incluía una cláusula de confidencialidad que obliga a Jiménez a guardar silencio pero que también recoge su “libertad de expresión constitucionalmente reconocida”. Parece claro que el libro es fruto de esas cinco palabras.
En la redacción de El Mundo no ha sentado bien la publicación de El director. Tanto entre Los Nobles —así se refiere al grupo de periodistas veteranos con mando en plaza— como en redactores rasos hay resquemor. Se entiende que, en el ajuste de cuentas que realiza, Jiménez no ha escatimado munición contra quienes cumplían sus órdenes y también que moldea un relato que le presenta como un mártir enfrentado a una causa perdida de antemano, aunque no se ajuste a lo sucedido. 
“Hay un claro intento de venganza contra Fernández-Galiano y el director actual, pero por el camino se venga de muchos redactores”, considera un cargo intermedio de la redacción, quien también opina que Jiménez vende como algo extraordinario lo que es común a cualquier director de periódico o publicación: las presiones aparejadas a un cargo con esa responsabilidad y sueldo.
Coinciden las fuentes consultadas por El Salto en calificar como extravagante y caótico el año que Jiménez dirigió El Mundo y destacan su desconocimiento de rutinas básicas de una redacción como el horario de las reuniones. ¿Por qué se le eligió como director, entonces? En la Avenida de San Luis existe el convencimiento de que se le nombró porque, por un lado, la empresa creía que podría modernizar el periódico y, por otro, porque Fernández-Galiano le consideraba fácilmente manipulable: una persona sin contactos en los círculos de poder, que le iba a dejar hacer y deshacer a nivel político.
En opinión de un redactor bregado en varias secciones del periódico, el diagnóstico que Jiménez hace en el libro es completamente acertado —los medios grandes son meriendas de poder en las que la información importa poco si no mueve palancas de poder, olvidándose del lector— pero considera que no es la persona adecuada ni siquiera para hacer ese diagnóstico: “Sabía qué era lo que había que arreglar pero no sabía por qué las cosas eran así, porque no lo había conocido. Es como si pones a un frutero a dirigir el periódico. Sabe qué es lo que va a querer leer pero no sabe por qué las cosas son así. De pronto, abre la puerta de la máquina y ve que la máquina funciona así y flipa. Y eso lo transmite el libro”.
Otra voz de la redacción lo resume de manera muy descriptiva: “Fue como poner al frente de Marca a alguien a quien no le gusta el deporte. No era para él”.
Sí se reconoce, sin embargo, la voluntad de Jiménez de impulsar la edición digital del diario y también una visión diferente a la de sus predecesores en el cargo en cuanto al enfoque de los contenidos, como explica otra fuente a El Salto: “La época de Casimiro fue razonable, continuó con lo que hacía Pedro Jota pero menos atado al rollo del poder. 
David aportó la mirada de alguien a quien no le interesa la política, le daba a los temas con interés humano un vuelo que no se les había dado anteriormente. Y eso es importante porque es lo que te moviliza lectores”.
En una semana frenética por la llegada de El director a librerías y por los sarpullidos que está provocando, Jiménez encuentra hueco para atender a El Salto.

¿Crees que hay alguna posibilidad de revertir ese ecosistema formado por grandes directivos de empresas de comunicación y políticos en el que los medios son palancas del poder que describes en el libro?
La relación entre los medios y el poder está contaminada y no será fácil revertirla. Cuando dejas que algo se pudra durante tanto tiempo, en parte gracias a la ley del silencio que los periodistas hemos impuesto sobre nosotros mismos, no basta con la denuncia. Creo que hay buenos periodistas en este país y eso no se nos debe olvidar. Pero los problemas sistémicos del oficio los tendrá que arreglar la siguiente generación de periodistas. Por eso el libro está dedicado a “los futuros periodistas”: mi esperanza es que renueven la profesión y lideren su regeneración. Pero lo van a tener muy difícil porque han sido condenados a la precariedad, con sueldos míseros y condiciones de trabajo inaceptables. Es muy difícil cambiar las cosas desde esa posición de debilidad.

¿Hasta qué punto dirías que es una consecuencia inevitable derivada de que la propiedad de los medios sea de empresas privadas?
Estoy a favor de que existan medios de propiedad privada. La cuestión es en qué manos y con qué independencia. No tiene la misma responsabilidad alguien que produce información que un empresario dedicado a fabricar lavadoras. Si tu lavadora está averiada, la ropa no sale limpia, pero si es el periodismo el que está averiado, entonces hay un impacto negativo en la sociedad.
La salud democrática se resiente, porque uno de los vigilantes del sistema no hace su trabajo. El gran fracaso de la prensa fue convertirse en parte del sistema que debía vigilar. 

¿Pueden ser una solución las cooperativas de propiedad colectiva o la nacionalización de medios?
La nacionalización de medios privados es una medida propia de dictaduras. Deben existir medios públicos independientes del poder político y privados con los principios para cumplir su función. No conozco ningún país donde medios nacionalizados sean independientes. Quizá sí del poder económico, pero pasan a depender del político. 

El diagnóstico que haces es el hecho previamente por medios que han funcionado desde la independencia más absoluta (Liberación de Andrés Sorel, por ejemplo), no solo en su entendimiento teórico sino en su praxis como proyectos de comunicación. ¿Es posible crear y mantener un medio de comunicación que no obedezca a la lógica empresarial?
La independencia de un medio solo es posible si depende de sus lectores. Vuelvo a la lavadora. Es legítimo que uno quiera ganar dinero haciendo periodismo, pero al ser un servicio público, educativo e informativo, ese beneficio no puede estar por encima de la ética que convierte el periodismo en un servicio para la gente. Si quieres ganar dinero, sin tener que hacerte esas preguntas morales ni enfrentarse a la posibilidad de tener que ganar menos a costa de contar la verdad, entonces dedícate a otra cosa.

Quizá lo más importante del libro es que haces explícita la existencia de lo que denominas Los Acuerdos. ¿A qué obligan Los Acuerdos?
Son los pactos con los que el Ibex riega de dinero a los medios tradicionales, ofreciendo en publicidad y patrocinios más dinero del que les corresponde por audiencia. Pero esas empresas no son ONG, a cambio de esos favores esperan un trato amable y protección para sus directivos.

Y en sentido contrario, ¿a qué condenan a los medios que no quieren pasar por ahí?
Si no participas, tus posibilidades de subsistir son escasas. Sin apenas modelos de suscripción, la prensa depende de una publicidad institucional y privada que se utiliza para premiar a los amigos y ahogar a los incómodos. Digamos que el terreno de juego está viciado en favor de quienes aceptan ese trato no escrito por el que determinadas empresas, instituciones o Gobiernos, a nivel local, regional o estatal, utilizan sus recursos para condicionar los contenidos. El poder olió la debilidad de los medios tras la crisis y lo aprovechó. 

¿Un año de director es tiempo suficiente para conocer en profundidad ese entramado y contarlo en un libro?
Trabajé 20 años para El Mundo, aunque solo uno como director. A veces se olvida. Pero sí: un año en esa posición es suficiente para entender cómo funciona el sistema, cuáles son sus vicios y cómo de difícil es romper las ataduras con el poder económico y político. Y te sobran seis meses. 

Hay quien puede pensar que algunas de las cosas que cuentas en el libro las conoce cualquiera que haya trabajado tres meses en un periódico grande. ¿Crees que lo que cuentas es extraordinario o lo que lo hace extraordinario es que lo cuente una persona que dirigió El Mundo?
Un amigo periodista me decía el otro día que la crítica más insostenible es la de quienes dicen: “Mira este qué pardillo, sorprendido de que haya presiones”. Prueba hasta qué punto hemos normalizado lo que no es normal. Todos los gobiernos presionan y tratan de influir. Las empresas quieren buenas coberturas.
Pero aquí hablamos de periodistas despedidos por órdenes que llegan desde despachos, el dinero de todos utilizado para castigar a los independientes, medios digitales que chantajean a empresas para que paguen dinero a cambio de no hablar mal de ellas, informadores al servicio de las Cloacas del Estado... Nada de eso es normal y no ocurre en la mayoría de las democracias. 

¿Por qué crees que te eligieron como director si, como reconoces, tu perfil profesional no era el más adecuado para ese cargo?
Yo sí creo que tenía el perfil adecuado, si el cargo de director de periódico fuera por méritos periodísticos. Había sido corresponsal muchos años, reportero de guerra y jefe de nuestra delegación en Asia. Había trabajado un año en transformación digital en Harvard. Había publicado varios libros, alguno con éxito internacional. En otro ambiente periodístico, donde se midieran los méritos profesionales, no parecía un mal CV.
El problema es que de los directores de la prensa tradicional se espera que sean algo más: “ministroperiodistas”, lo llamo en El director. Es casi un cargo político e institucional. ¿Por qué yo? Supongo que pensaron que sería manejable, porque venía sin contactos en España —no tenía el teléfono de un solo político o empresario del país— y porque pensaron que los privilegios del cargo serían lo suficientemente atractivos como para que aceptara compromisos morales. Se equivocaron. 

Hay una cuestión importante relativa a la clase social que es cuando desvelas una conversación en la que le dices a El Cardenal [así llama a un alto directivo de Unidad Editorial] que quien lee El Mundo no es la élite que dirige la empresa y que, por tanto, no se debe hacer un periódico para satisfacer a esa élite. ¿Cómo se puede enfrentar esa disonancia y hacer un medio de comunicación que sirva a los intereses del público, de la mayoría social que no pertenece a los privilegiados que poseen los medios de producción, y al tiempo satisfacer las exigencias de esos accionistas e inversores?
Uno de los problemas de la prensa tradicional en España es que se ha escrito para otros periodistas, políticos y empresarios de un círculo que no es representativo de la sociedad. En el pasaje que mencionas trato de hacer entender eso a un directivo que critica el contenido, como si el diario le tuviera que gustar solo a él. Cuando uno lee The New York Times, no siente que esté defendiendo los privilegios de una minoría o la élite, a pesar de ser una empresa que aspira a ser rentable y ganar dinero. No creo que sean incompatibles.
A mí me gustan mucho los medios non profit estadounidenses, como ProPublica, que no tienen como objetivo ganar dinero, se financian con donaciones e invierten todo su dinero en periodismo. Creo que habría que replicarlos en España. Pero esos proyectos pueden convivir con medios públicos independientes y privados que tengan como principio el rigor y la búsqueda de la verdad. 

Tras leer el libro, queda flotando un reproche obvio que se te puede hacer: ¿por qué no cambiaste algunas de las cosas que ahora haces públicas?
Cuando llegué me prometieron tiempo, medios y apoyo de la empresa. Recibí un despido improcedente en un año, recortes durante los meses que estuve en el cargo y presiones que atentaban contra la independencia del diario. Por supuesto, cometí errores y en el libro quedan reflejados.
Me habría gustado poner en marcha el proyecto que presenté a la empresa, pero no lo permitieron. Nunca sabremos qué habría pasado si hubieran dado una oportunidad a lo que quería hacer. Sigo pensando que en El Mundo hay grandes periodistas y pésimos directivos. El día que los segundos desaparezcan de la escena, ese talento servirá para cambiar muchas cosas. Pienso que a mí no me dejaron, pero igualmente legítimo es creer que no pude o no supe hacerlo. 

En el libro asumes tu error en las publicaciones de El Mundo referentes a Victoria Rosell, que quemaron la posibilidad de su entrada en política. ¿No debería haber también la asunción de responsabilidad por parte del medio?
Durante mi etapa, El Mundo publicó una serie de decisiones judiciales del juez Salvador Alba que acusaban a Rosell de graves irregularidades. Ese juez está hoy procesado y todo indica que participó en una conspiración contra la magistrada. Yo opté por creer al juez y considero que no hice las preguntas suficientes, ni atendí como debía a los argumentos de Rosell cuando me advirtió de que se trataba de una conspiración. Es una autocrítica personal, yo era el director y responsable del contenido del diario. Mía es la responsabilidad de lo que se publicó, no de quienes hoy están al frente del periódico.
No fue el único error y cometí otros que afectaron a personas de otros partidos. La corrupción del PP ocupó más de 60 portadas y ellos pensaban que era una campaña contra el Gobierno. El periódico publicaba en mi etapa medio millar de noticias diarias entre web y papel. Hicimos un buen trabajo en muchas ocasiones y seguro que pudimos hacerlo mejor en otras. 

¿Por qué los medios grandes quedan impunes cuando se demuestran errores de ese calibre? Si El Salto, por ejemplo, publicase algo de esa naturaleza, la demanda que nos caería obligaría a cerrar, seguramente. No te digo ya cosas como toda la línea que llevó El Mundo en relación al 11M.
No es verdad que los medios grandes queden impunes. Los diarios nacionales reciben constantes demandas. La mayoría son archivadas porque no se sostienen. Y las que sí terminan en condenas. No hay ningún gran diario que no haya recibido sentencias desfavorables por informaciones erróneas.
Para mí, lo realmente importante es diferenciar entre el error y la manipulación. No es lo mismo equivocarte en la búsqueda de la verdad que buscar deliberadamente la mentira. Lo segundo, desgraciadamente, se impone en un sector de la prensa. 

En los últimos 30 años, en democracia, hay dos casos paradigmáticos de persecución de medios por parte del poder en España, los de Egin y Egunkaria, con cierres judiciales bajo acusaciones gravísimas que, años después, quedaron en nada tras el proceso judicial. Sobre el cierre de Egin, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, llegó a alardear de su “atrevimiento”, atribuyéndose una decisión que aparentemente había sido judicial. ¿Cómo se puede reparar el daño a la libertad de información que causan esos atrevimientos?
No conozco los detalles de esos dos casos, porque se produjeron cuando estaba de corresponsal en el Extremo Oriente. Yo jamás defendería el cierre de un medio de comunicación por parte de un Gobierno, incluso estando en total desacuerdo con sus líneas editoriales. En todo caso, si una información atenta contra leyes o derechos, debe ser la justicia la que decida sobre sus autores y su medio, de acuerdo con la ley. 

¿Temes la reacción de la empresa?
Hay dos reacciones previsibles. Una, que me demanden si consideran que tienen algún motivo. Es su derecho. Creo que la editorial les mandaría una nota de agradecimiento y el libro encontraría más lectores todavía. Por mi parte, pondría toda mi determinación en defender mi libertad de expresión, con la seguridad de que ganaría.
La otra opción es una campaña de destrucción de mi reputación. No escribes un libro como este y recibes ramos de flores. Ha enfadado a gente poderosa y poco acostumbrada a encajar. Pero creo que todo será fútil: el libro ya no está en sus manos o en las mías. Cada lector decidirá por sí mismo si lo que se dice en El director es cierto o no. Puedes engañar a un lector en una página, quizá en un capítulo, pero no en 300 páginas. Que decidan ellos sobre la autenticidad de mi relato. 



martes, 16 de abril de 2019

Comprar un periodista no es posible, pero del alquiler podemos hablar


MADRID.- Los periodistas ni siquiera podíamos acogernos a la excusa de la necesidad: todo había empezado cuando la prensa vivía en la abundancia y los regalos de empresa colapsaban cada Navidad los servicios de mensajería de las redacciones. 

 Jamones, cajas de vino, puros Montecristo, tarjetas regalo de El Corte Inglés y cestas con caviar incluido se acumulaban junto a las mesas de los redactores jefe y en los despachos del 'staff'. Entre las anécdotas legendarias del oficio, uno de los grandes veteranos contaba el día que una conocida marca de electrodomésticos obsequió con un televisor a cada uno de los asistentes a una rueda de prensa. Al final del reparto sobraba uno, así que un compañero preguntó si podía llevárselo también.

Y se marchó con dos televisores.

Las comidas gratis en los mejores restaurantes, los coches prestados indefinidamente y los créditos a intereses inimaginables para el resto de los mortales estaban a la orden del día. Un exconsejero del Banco Popular me contó que la política de la empresa era «tener contentos a los periodistas de Economía» con hipotecas por debajo del mercado, para asegurarse una cobertura amable. El banco terminó yéndose a pique tras haber mantenido durante décadas la imagen de ser el mejor gestionado del país.

Era un sistema en el que los jefes se llevaban la mejor parte del botín, pero donde siempre había algo para la infantería.

—¡Viaje por la jeta a Tanzania! —gritaba alguien en mitad de la redacción—. ¿Quién lo quiere?

—¡Comida en el Ritz!

—¡Rueda de prensa de una marca de relojes: igual cae uno!

Llegó un momento en que el diario tuvo que recordar a los redactores que aquellos viajes contaban como vacaciones y no como coberturas, por mucho que al volver se escribiera una crónica al dictado de la oficina de turismo.

Aunque la crisis había terminado con la barra libre, la fiesta continuaba para la aristocracia del oficio. Los periodistas estábamos tan convencidos de nuestra excepcionalidad, de formar parte de una casta privilegiada que merecía un trato preferencial, que una de las reporteras más célebres del país, que en su día había trabajado en 'El Mundo', llamó en una ocasión a la Comunidad de Madrid para pedir que enviaran a los bomberos a su casa porque se había dejado las llaves dentro. Cuando le sugirieron que avisara al cerrajero, se sorprendió como solo podía hacerlo alguien que perteneciera a un gremio que había perdido todo contacto con la realidad:

—Eso me costaría una pasta.

Todo aquel mundo de ventajas había empezado antes de mi marcha como corresponsal a Asia, pero durante mi ausencia se había desmadrado. Los sobresueldos para informadores estaban ahora a la orden del día, pagados por agencias de comunicación, clubes de fútbol, partidos políticos y grandes empresas como Telefónica, que durante la presidencia de César Alierta llegó a tener subvencionados a 80 de los más conocidos informadores del país. (…) Comprarse un periodista no era posible en España, pero como dice el dicho afgano sobre la corrupción: del alquiler se podía hablar. (…)

En mitad de la precariedad, y con miles de despidos en las redacciones, una tertulia podía bastar para ganarse a un periodista. Moncloa forzaba el despido de periodistas incómodos, utilizaba la publicidad institucional para castigar a los desobedientes y controlaba las tertulias políticas en radios y televisión, que se habían convertido en el principal centro de debate del país y tenían grandes audiencias.

El control del Gobierno de Mariano Rajoy había llegado a tal punto que sus dos principales facciones, lideradas por la vicepresidenta Santamaría y la secretaria del partido, María Dolores Cospedal, batallaban por colocar en las tertulias al mayor número de afines para atacarse mutuamente, prueba de que en política el fuego más letal es siempre amigo. 

Era una guerra donde se humillaba al tertuliano enviándole mensajes con las consignas a repetir, se exigían lealtades ciegas y se destruían o promocionaban carreras a capricho, incluidas las de algunos de Los Inspirados, la nueva generación de columnistas que se abría paso imitando a sus mayores.

Una de las encargadas de mantener el reparto mediático entre las familias del poder era la secretaria de Estado de comunicación Martínez Castro, conocida como el bulldog de Moncloa por las broncas que echaba a directores de medios y periodistas. Sus mensajes eran legendarios en el oficio y no tardé en recibir el primero de ellos quejándose por una viñeta en la que nuestros humoristas gráficos, Gallego & Rey, bromeaban sobre la vinculación del presidente Rajoy con la corrupción del partido.

—Que sentido de actualidad —decía la secretaria de Estado de Comunicación en un texto al que le faltaban tildes—, que alusión a algo noticioso, que golpe de humor tiene esta viñeta? Yo solo veo ganas de denigrar al presidente, sin la menor justificación ni en su conducta ni en la actualidad.

Cuando comenté el mensaje con el 'staff' me dijeron que les parecía suave. Lo normal era que Castro incluyera insultos, pero no debía tener aún suficiente confianza conmigo y me trataba con "cariño". Hacía 18 años que no ejercía el periodismo en mi país, pero habían bastado unos días para entender que algo fundamental había cambiado en mi ausencia. El poder había dejado de temer a la prensa y ahora era la prensa la que temía al poder. (…)

Algunos capos del periodismo capeaban la crisis aparcando las sutilezas para abrazar directamente lo que en las redacciones se conocía como el periodismo de trabuco. El sistema sostenía a nuevos diarios digitales que operaban haciendo a empresas e instituciones públicas ofertas que no podían rechazar: o ingresaban una determinada cantidad de dinero en publicidad o serían golpeados con informaciones comprometedoras, a menudo inventadas.

La primera vez que supe de la existencia del periodismo de trabuco fue a través de dos directivos de un gran banco, que se me quejaron amargamente de tener que pagar mordidas publicitarias. Cuando sugerí que denunciaran la situación, o incluso que me aportaran las pruebas para que lo publicáramos en 'El Mundo', me miraron sorprendidos:

—Todo el mundo paga —dijo uno de ellos.

—¿Todo el mundo?

—Piensa que para una gran empresa no es dinero, unos pocos miles de euros. Pero las consecuencias de no hacerlo pueden ser graves si propagan un rumor que dañe la imagen de la empresa o de su presidente. (…).

Los Acuerdos, como se conocían los pactos negociados por la prensa tradicional con las grandes empresas al margen de las cifras de audiencia o el impacto publicitario, nos habían salvado de la ruina durante la Gran Recesión. Era un sistema de favores por el que, a cambio de recibir más dinero del que les correspondía, los diarios ofrecían coberturas amables, lavados de imagen de presidentes de grandes empresas y olvidos a la hora de recoger noticias negativas.

El grado de sumisión dependía, en el caso de la prensa escrita, de la beligerancia de la empresa y de la capacidad de resistencia del director de turno. Ahora que me encontraba en el otro lado de la barrera, me preguntaba si mantendría mi decoro periodístico con la misma determinación que cuando era un simple reportero sin responsabilidad en la marcha del periódico. El diario vivía la situación financiera más delicada de su historia y no podía permitirse perder las campañas de sus principales anunciantes.

Al principio opté por mantener una distancia con los grandes capos del dinero que me ahorrara dilemas morales. No se trataba de eludir el contacto, sino de evitar que esas relaciones tuvieran una cercanía que comprometiera nuestra cobertura del Ibex. La línea no era nítida, pero parecía evidente que ir a las bodas de las hijas de sus directivos, tomar el sol en la cubierta de sus yates o dejar que te pagaran viajes de lujo suponía cruzarla.

Con el tiempo acepté encuentros con varios presidentes de grandes multinacionales, tras asumir que no podía escapar del papel institucional que se esperaba de mí. No tardé en darme cuenta de que no servía. Una de mis primeras citas con el poder económico fue un desayuno con el presidente de una multinacional energética, que hizo una encendida defensa de la independencia del periodismo, asegurando que 'El Mundo' era un periódico necesario que políticos y empresarios querían acallar. Pero no él, según me dijo.

—Vaya —pensé—. He aquí un tipo con el que quizá podría llevarme bien.

La reunión tocaba a su fin y mi anfitrión concretó sus halagos en mí, asegurando que mi proyecto era importante y que quería ayudarme.

—¿Hay algo que pueda hacer por ti?

Me quedé en silencio, sin saber si debía pedir que redujera la factura de la luz de San Luis, un millón de euros adicionales en publicidad o información confidencial sobre los expolíticos —incluidos los expresidentes Felipe González y José María Aznar— que habían cobrado de los consejos de administración de empresas energéticas sobre las que habían legislado.

—Hmmm… Nada, gracias —dije tras un largo silencio.

Mi anfitrión insistió:

—Sé que lo estáis pasando mal y creo que debemos apoyar a un director joven y moderno como tú, sobre todo ahora que arranca tu proyecto. ¿Seguro que no hay nada que pueda hacer por ti? ¿Algo fuera de Los Acuerdos?

Volví a declinar la oferta y durante el viaje de regreso me pregunté si no había hecho el gilipollas. Podía haber sacado algo y, si más adelante me pedía un favor, recordar su encendida defensa del periodismo independiente.

Empecé a padecer el incordio de las llamadas de la élite económica del país, porque una vez te conocían podías estar seguro de que llamarían. Sus peticiones me parecieron bastante inocentes al principio. Borja Prado, el presidente de Endesa, de quien me habían advertido que era clave en mi supervivencia porque era «el hombre de los italianos en España», llamaba para pedir ser incluido en 'Vox Populi', la sección de las páginas de Opinión en la que sacábamos una foto tamaño carnet de personajes del día, con una flecha para arriba o abajo y un comentario elogioso o crítico sobre algo que hubieran hecho.

Me costaba entender que alguien que ganaba una fortuna y dirigía una multinacional con miles de empleados le diera importancia a aquel pedacito de periódico, pero ni era mi trabajo resolver los misterios insondables del ego humano ni me causaba mayores problemas satisfacerlo: dos centímetros del diario difícilmente me comprometían a nada. 

Pablo Isla, presidente del imperio Inditex y Zara, pidió en una ocasión si podíamos llevar más discretamente una noticia sobre su hijo Santi, que tenía una banda de rock y el humor de haber llamado a su anterior grupo Sin Blanca. «Por preservar la intimidad de la familia». 

Me pareció bien, porque la información había estado toda la mañana en la portada de la web y no era relevante. Otros presidentes se limitaban a enviar un mensaje los días que tenían Junta de Accionistas, pidiendo que por favor recogiéremos la noticia de sus resultados. Sabía que tarde o temprano tendría que lidiar con peticiones más comprometedoras y batallas más importantes.

La mayor de ellas no tardó en llegar.
El más poderoso entre los presidentes del Ibex era César Alierta. Había construido un formidable entramado de poder e influencia utilizando Telefónica, una de las grandes empresas del país, como su cortijo personal. Se podía caminar por los pasillos de las plantas nobles de su sede y ver en las puertas de los despachos los carteles con los nombres de sus colocados: exministros tanto del PP como del PSOE (Trinidad Jiménez o Eduardo Zaplana), familiares de dirigentes políticos (Iván Rosa Vallejo, marido de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría), cercanos a la realeza como el ex jefe de la Casa Real Fernando Almansa e incluso la realeza directamente. El cuñado del Rey, Iñaki Urdangarin, fue enviado por Alierta a Washington con un generoso sueldo en cuanto empezó a tener problemas con la justicia.

Tener una larga lista de empleados vip no solo engrasaba los contactos del presidente de la corporación con el poder, sino que enviaba a futuros candidatos la señal de que también a ellos podía esperarles un despacho con sueldo de seis cifras — siete, incluso— si se portaban bien. Alierta había organizado, además, una asociación de grandes empresarios que, bajo el inofensivo nombre de Consejo Empresarial de la Competitividad, había sido concebida en 2011 como un poder fáctico en la sombra. 

Entre sus impulsores estaban, aparte del presidente de Telefónica, el entonces presidente del Banco Santander, Emilio Botín; el hombre fuerte de La Caixa, Isidro Fainé; el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, o el del BBVA, Francisco González.
El Ibex era un enemigo que no querías tener. Yo estaba a punto de sumarlo a una lista que empezaba a ser demasiado larga...


martes, 12 de abril de 2016

Toda la colección histórica del diario 'Línea' (1939-1983) ya es accesible a través de Internet

MURCIA.-Las más de 260.000 páginas de información del diario Línea han sido digitalizadas por el Archivo Municipal del Ayuntamiento de Murcia y puestas a disposición de todos los internautas, unos fondos con los que se completa un periodo de más de 200 años de información periódica sobre Murcia y el conjunto de la Región.

Un acto conmemorativo, que ha contado con la presencia de invitados de ocasión junto a algunos antiguos redactores del diario Línea  -guardianes de las esencias al no haber ejercido nunca fuera de Murcia-, se ha celebrado hoy en el Almudí coincidiendo con el aniversario de la publicación del primer número de Línea, el 12 de abril de 1939, hace ahora 77 años.
Es la primera vez que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte concede una cesión de este tipo para difundir, a través de Internet, un periódico que era editado por el Estado, recuperando así una parte fundamental de la memoria de Murcia.
Son más de 260.000 páginas de información procedentes de los más de 13.600 ejemplares de este periódico diario, una cabecera con 44 años de historia (de 1939 a 1983), cuyos redactores escribieron la crónica política, cultural y social de Murcia, desde la época del franquismo hasta los primeros años de nuestra democracia.
La labor de digitalización ha corrido a cargo de expertos del Archivo Municipal de Murcia, que han trabajado sobre una colección que abarca las cuatro décadas de vida de esta cabecera en Murcia, lo que ya se hizo con 'Hoja del Lunes' y sus ediciones durante 46 años.
El proyecto de digitalización de la prensa histórica iniciado en 2002, ha hecho posible que, actualmente, el Archivo Municipal disponga en su intranet de 359 cabeceras de prensa digitalizadas y más de 1.200.000 páginas, que abarcan un período cronológico comprendido entre 1792 (con El Correo de Murcia) y 1998 ( La Verdad).
Por su parte, el archivo cuenta en Internet con más de 390.000 páginas a las que se suman, a partir de hoy, las 260.000 de Línea, lo que hace un total de 658.960 páginas.
De esta forma, hoy se pone a disposición de todos los internautas la colección completa del diario Línea en la web del organismo municipal (http://www.archivodemurcia.es/), una información que ya podía ser consultada en la intranet del Archivo, ubicado en el Palacio del Almudí.
La Hemeroteca Municipal está considerada como la más importante de nuestra Región en cuanto a cantidad y variedad de ejemplares de prensa escrita. Custodiada desde sus orígenes junto a los fondos del Archivo Municipal, constituye una fuente de investigación histórica de primer orden, no sólo para el conocimiento de la ciudad, sino también para el conocimiento de los demás municipios de la Comunidad Autónoma de Murcia.
El fondo hemerográfico es, sin duda, el más consultado por los investigadores; de ello da fe la cifra de 880.000 páginas de prensa consultadas con más de 1.000 accesos durante el año 2015.

Diario Línea: testigo de la historia de una ciudad

El 12 de abril de 1939 salía a la luz en Murcia un nuevo diario: Línea Nacional-Sindicalista, órgano de la Falange Española y portavoz, por tanto, de la política del nuevo régimen, pasando a denominarse, en el año 1948, Línea a secas.
Fue dirigido en su primera etapa por José Sánchez Moreno, periodista y humanista, quien supo mantener un equilibrio entre sus inquietudes intelectuales y la sumisión a las directrices de la Delegación de Prensa y Radio del Movimiento, aportando noticias de la situación cultural española y apostando por la crónica cultural y la creación literaria. Prueba de ello fue la sección ‘Panorama de las artes’.
En estos años iniciales formaron parte de la redacción los legendarios Leopoldo Ayuso, Diego Martínez Peñalver, Carlos García Izquierdo, Luis Peñafiel, Mariano Almela Costa, Joaquín Soler Gámez, etc., y colaboraron también Jaime Campmany y Salvador Jímenez, entre otros.
Es en el año 1953 cuando, bajo la dirección de Juan Antonio Muñoz Mompeán, el periódico se hace más popular, ofreciendo una visión más sensacionalista de las noticias, para atraer la atención de los lectores.
A principios de los 60 la situación política comienza a cambiar y, de 1961 a 1974, Línea sufre continuos cambios de directores: Eugenio Martínez Pérez, Valentín Domínguez Isla, Pedro Morales Gómez-Caminero...el primero todavía vivo y residiendo en Oviedo.
Al polémico y controvertido José Juan Cano Vera le corresponde la etapa de la transición política iniciada tras la muerte de Franco. Línea refuerza su redacción con periodistas jóvenes, pero el periódico sufre una difícil situación empresarial y se resiente de su vinculación con el anterior régimen.
Finalmente, la cabecera fue sacada a subasta y, ante la ausencia de postores, el diario fue clausurado en febrero de 1983, siendo su director el lorquino Félix Alcaraz Mellado, presente en el acto de hoy junto a Diego Vera, Juan Ignacio de Ibarra, Ángel Martínez Requiel, Luis Orche, Felipe Julián Hernández-Lorca y Pedro Soler, todos historia aún viva de la publicación.
No estaba, sin embargo, Ismael Galiana, tal vez el de mayor autoridad y formación técnica de cuantos periodistas profesionales han prestigiado sus páginas. Ni José Antonio Ruíz-Vivo, su secular corresponsal en Ceutí; ambos con problemas de salud.

sábado, 26 de noviembre de 2011

El director de 'Abc' vaticina la pronta desaparición de la prensa de provincias


MADRID.- El director del diario 'Abc', Bieito Rubido, aseguró esta semana en el Foro de la Nueva Comunicación que "sobramos la mitad de los periodistas" y sobran la mitad de los periódicos regionales, y auguró que en Madrid, en un corto plazo de tiempo, habrá sólo dos diarios, uno de centro-izquierda y otro de centro-derecha.

Rubido afirmó en el citado encuentro informativo, organizado por Nueva Economía Fórum, que la prensa, además de sufrir la crisis económica mundial, también padece una crisis de modelo y además está sobredimensionada.
"Sobran la mitad de los periódicos, de las emisoras de radio, de las cadenas de televisión, y aunque sea muy duro, sobramos la mitad de los periodistas», manifestó.
"En 2007, la prensa española facturó 1.900 millones de euros, mientras que en el 2010 facturó 1.120 millones, un 40% menos. En EEUU, entre 2007 y 2010 desaparecieron 160 cabeceras; en España, apenas desaparecieron dos o tres, porque en España se mantiene de forma artificial a los periódicos regionales", agregó el director de 'Abc'.
Rubidó señaló que "la media en Europa es de 72 cabeceras, mientras que en España son más de 120. En Italia y Francia, la media está en 45 cabeceras. Sólo Alemania tiene 350 periódicos, pero es que Alemania es muy grande en todos los sentidos, también en periódicos".
Rubido afirmaó que los medios, "si no somos rentables, no somos libres. El beneficio nos hace libres". Por eso, abogó por emprender cambios como "aligerar las redacciones. Tenemos demasiados redactores, pero los periodistas no están donde tienen que estar".
Por último, apostó por la versatilidad de los periodistas, es decir, que trabajen a la vez en el papel, en las páginas web y en las tabletas.

Una barbaridad

«Perdonad si he sido un poco provocador». Fue el corolario con el que Bieito Rubido puso fin a su disertación en el congreso «Un futuro para la profesión periodística» que se celebró horas después en Santiago de Compostela. El director de Abc presentó lo que él entiende como «una transformación» del sector. «Podemos ponernos una venda delante de los ojos, pero nos equivocaríamos», expuso.
Recordó su época de estudiante, en la Universidad Complutense de Madrid; y cómo en el año 1977 había tres facultades. «Ahora hay 38, son muchas. No digo que desaparezcan, sino que 38 es una barbaridad, la de Cuenca no tiene ni alumnos», manifestó. «Esto tiene que ver con el modelo insostenible de sociedad que hemos desarrollado», alegó.
Echó mano entonces de las estadísticas: «Se han cerrado 500.000 pequeños comercios en España, la mitad de las entidades financieras se han fusionado, y hubo ERES en todas las fábricas de automoción, por no hablar del sector textil y los astilleros». Con esta reflexión quiso llegar a otra, «sobramos la mitad de los medios», una declaración que con pocas horas trasladó en el Foro de la Nueva Comunicación. Se amparó en cifras concluyentes, en los países europeos la media de cabeceras es de 72, y en este país la cifra asciende a 134 (el 80% de ámbito regional o local), «La media de difusión de ejemplares en España es de 24.000. En Austria, por ejemplo, 140.000. En España hay 120 cabeceras regionales y locales; en Francia, 57», expuso. «O lo estamos haciendo mal o no nos compran. No digo que sobremos los periodistas, eso es llevar mi argumentación al ridículo y la simpleza», precisó tras ver las reacciones que desatan sus ponencias.
«Seis periódicos en Madrid no funcionan. Pierden dinero todos. Debemos pensar sobre cómo hemos hiperdesarrollado nuestro sector. 2011 va a ser peor que 2010 en inversión publicitaria. La publicidad siempre adelanta los ciclos», recalcó. Insistió en la oportunidad de una «inflexión».
Su conferencia terminó con optimismo: "Hay una gran esperanza, lo que sigue siendo común, desde el señor que en la caverna relataba historias hasta llegar a los soportes digitales es nuestro trabajo, los contenidos. Las marcas van a tener una importancia considerable. Nuestro contenido debe ser cierto, creíble, diferente y de calidad. Bien escrito con los distintos lenguajes. No cerremos los ojos, porque acabaríamos en un precipicio".
"El 60% del consumo de internet ya viene por la vía de artificios móviles. Con esto quiero decir que ha cambiado la sociedad, la tecnología nos ha superado".

domingo, 13 de noviembre de 2011

Nace la Asociación de la Prensa y Crítica Taurina de Murcia, con González Barnés de presidente

MURCIA.- El cronista taurino y ex concejal del PP en el Ayuntamiento de Murcia, Antonio González Barnés, ha sido nombrado por unanimidad primer presidente de la Asociacion de la Prensa y Crítica Taurina de la Región de Murcia, tras la constitución y fundación de la misma, que ha tenido lugar en el Colegio Oficial de Periodistas con la asistencia del 96% de los críticos, una veintena, que ejercen esta función en la Comunidad Autónoma de Murcia.

González Barnés ha dado a conocer su junta directiva, que ha quedado integrada por:

- Vicepresidente: Jose Francisco Bayona (Aplausos, La Opinión y 7 Región de Murcia)
- Secretaria General: Paz Carrillo Bayona (Directora de Popular TV)
- Tesorero: Francisco Sastre (www.feriataurina.es)
- Vocales: Catalina Ojados (www.tendidodesol.com); Veronica de Haro (Profesora de la Universidad de Murcia); Ramón Aviles (jefe de Prensa del Club Taurino de Murcia y de la CROEM) y José Castillo Abreu (Director de www.torosnoticiasmurcia.com).

La existencia de esta asociación tiene como fines la defensa del ejercicio de la crítica taurina y la difusión del toreo como bien de interés cultural y seña de identidad nacional española.

En breve se celebrará una Asamblea Extraordinaria para la aprobación definitiva de Estatutos y la presentación de los mismos, junto al acta constitucional, en el Registro Oficial de Asociaciones de la Comunidad Autónoma.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

El digital continuo e-Línea comenzó hoy su andadura como herramienta de comprensión del entorno

MURCIA.- Hoy ha iniciado su segunda época el antiguo periódico murciano Línea, esta vez en Internet como un digital continuo de calidad en la interpretación, la explicación y el análisis, y, por supuesto, la opinión avanzada y autorizada sobre los fenómenos de cambio que nos zaradean a todos por mor de la crisis que nos ha remitido la globalización y el agotamiento del sistema, al menos tal como lo hemos conocido hasta ahora.

Un periódico, pues, este otro Línea, de pensamiento para la Era del Conocimiento, un soporte para selectas minorías universitarias, una herramienta de comprensión y de ayuda para la obligada adaptación a las nuevas exigencias del entorno al objeto de no ser expulsados del nuevo proceso ni como territorio, ni como sociedad ni como individuos con alma, que aspiran a protagonizar el tiempo que les ha tocado vivir, al margen de su ubicuidad en el espacio.

El papel que adopta este Línea, ya del siglo XXI, nada tiene que ver con el anterior excepto en cuanto nivel periodístico y autoexigencia profesional de quienes lo dirigieron en casi todas sus etapas. Es un tipo de soporte para un nivel de contenidos nunca vistos en la prensa murciana al uso, más cerca desgraciadamente de lo que es una gaceta que de un verdadero periódico occidental con todas sus reglas, normas y exigencias de calidad, independencia objetividad, tratamiento adecuado de contenidos y utilidad intelectual para sus lectores.

Este Línea que hoy reaparece conserva, eso sí, el espíritu regeneracionista de aquellos jóvenes de su tiempo, con el recordado Pablo Miró al frente, que lo fundaron con la esperanza de que enterrando los viejos intereses caducos y egoistas del primer tercio del siglo XX se pudiese alcanzar un futuro de prosperidad y justicia para los murcianos en la segunda mitad de esa misma centuria.

Hasta final de 2010 un Línea renovado seleccionará artículos de los mejores intelectuales, especialistas y expertos de las ciencias sociales aunque a partir de enero de 2011 habrá un aderezo con las plumas regionales más atractivas y no susceptibles de atracción por la fuerza magnética de la nuez de una sociedad gravemente enferma, retrasada y desarmada de valores como es la murciana del momento, con las lógicas y afortunadamente necesarias excepciones para no desaparecer todos en la vorágine de la mediocridad y la miseria moral de tanto necio.

Desde este momento, todo pensamiento glocal que merezca la pena estará en: