Según los datos del Banco de España, en junio las entidades concedieron a las familias apenas 3.382 millones de euros para la adquisición de la compra de inmuebles, una cantidad que contrasta con los 4.264 millones del mismo mes del año pasado.
Estas cifras obedecen en buena parte porque el número de operaciones se hundió un 16,2%, según el Consejo General del Notariado, que sostiene que hubo solo 22.261 nuevas operaciones.
La caída a plomo de las transacciones y del dinero concedido se debe en parte a que con la reformase amplían los plazos desde que el banco aprueba la operación a través de la entrega de una oferta vinculante hasta que se produce la firma del contrato.
Pero la incertidumbre política y el empeoramiento de la economía también están haciendo mella en la demanda de financiación de los españoles, tal y como se desprende de que en el primer semestre de este año las entidades han aportado a los hogares 22.095 millones, un 0,9% más que en el mismo periodo del año anterior. Hay que tener en cuenta que el volumen venía creciendo en 2018 a más de doble dígito.
La nueva ley, por contra, sí ha traído hipotecas más baratas. Al menos en el mes de junio se ha roto la tendencia alcista iniciada en diciembre, cuando comenzaron a aplicarse los primeros cambios normativos tras el escándalo del Supremo con el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados (IAJD).
En junio el interés medio bajó del 2,40 al 2,26% en términos TAE (es decir, incluyendo las comisiones). Aún así, el precio es superior al de junio de 2018, cuando el interés medio era del 2,17%, a pesar de que el euribor se ha desplomado a tasas mínimas históricas negativas.

Medidas anticipadas

En los últimos meses, las entidades habían venido anticipando las condiciones de la reforma a su política de precios, con una bajada de las comisiones y con la asunción de los gastos de constitución, pero con una subida de las tasas para compensar los mayores costes de producción.
Incluso había ido más allá al empezar a pagar también la tasación.
Los principales banqueros habían advertido de que uno de los efectos de los cambios normativos sería un encarecimiento de los préstamos, aunque en todo momento han defendido que el impacto dependería de la competencia en el sector, que es elevada por la necesidad de aumentar el negocio y los ingresos para aumentar la rentabilidad.
De hecho, que el precio de las hipotecas haya bajado en junio hasta niveles del pasado diciembre se debe a dicha rivalidad para captar clientes en un momento de desaceleración clara del segmento inmobiliario tras años de recuperación.
Los bancos tienen la necesidad de aumentar el volumen de actividad para poder hacer frente a la caída de los ingresos como consecuencia de las medidas de estímulo impulsadas por el BCE para evitar una recesión en Europa.
Las entidades están bajo el foco y la presión de los mercados ante su débil capacidad para elevar su rentabilidad por los tipos negativos. Los retornos del capital que ofrece el sector financiero español se encuentran por debajo de los niveles mínimos exigidos por los inversores, del 10%. Y las perspectivas son poco halagüeñas.