domingo, 12 de febrero de 2017

IUVRM se propone la creación de un nuevo sujeto político en la Región de Murcia


MURCIA.- Izquierda Unida-Verdes de la Región de Murcia celebró su tercera Coordinadora Regional, máximo órgano entre asambleas, en la que entre otros asuntos trató el debate y aprobación de su Plan de Acción para la Región de Murcia, durante este próximo año.

Entre los objetivos generales de dicho plan, se plantea la creación de un nuevo sujeto político en la Región de Murcia desde la autonomía y el fortalecimiento de IU-Verdes. Para ello, la formación de izquierdas quiere hacer transversal la mirada feminista y reforzar su vinculación como "sujeto activo en los conflictos sociales y laborales" entre otros objetivos generales. 
La formación de izquierdas quiere fomentar la creación de espacios de trabajo en el ámbito de Unidos Podemos en la región y también en las distintas localidades.
Igualmente, dicho plan contiene el conjunto de actividades y objetivos que desde cada secretaría y grupo de trabajo que componen la Coordinadora Regional se proponen para este año, entre las que destaca la puesta en marcha en la región de la campaña "Que no nos jodan la vida", actividad con la que quieren denunciar la "alarmante situación de precariedad y desigualdad que sufre la mayoría social".
En palabras de Pedro Jesús Camacho, responsable de comunicación y formación regional, "este plan sienta las bases de una IU-Verdes más útil a la sociedad y la clase trabajadora, desde el fortalecimiento de lo concreto y con una estrategia definida".
Así mismo, la formación de izquierdas trató entre otros asuntos las próximas jornadas municipalistas que organizarán el próximo 25 de febrero y el conjunto de actividades y convocatorias sociales en las que tienen por objetivo participar activamente.

Granada vuelve a clamar contra el aislamiento ferroviario y por la llegada del AVE

GRANADA.- Varios miles de personas, más de 15.000 según un portavoz de la Policía Local, han vuelto a salir hoy a las calles del centro de Granada en protesta contra el aislamiento ferroviario que sufre esta provincia desde más de 670 días y para pedir la llegada del AVE soterrado a través del barrio de La Chana.

La marcha, que había sido convocada por las plataformas ciudadanas "Marea Amarilla" y "Granada en marcha", ha estado encabezada por una pancarta en la que podía leerse "Ahora el Tren. Se trata de Granada".
"Nos vamos a ir a los tres años sin conexión de trenes y pedimos que nos conecten por Moreda, el AVE soterrado a la entrada por la ciudad y la Variante Sur de Loja", ha dicho el portavoz de la Marea Amarilla, José Sánchez Ocaña, quien cree que la ciudad de Granada ya ha dado el ejemplo de que "el pueblo es soberano" con las protestas contra la fusión hospitalaria.
Ha declarado además que resulta "lamentable" y un "escándalo muy grave" que una ciudad que vive del turismo sufra un aislamiento por tren único en España y ha criticado las que considera "mentiras" del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, por venir a Granada a decir que la llegada del AVE se retrasaba todavía más.
En la marcha han participado representantes políticos de distintos partidos, entre ellos concejales del equipo de Gobierno del PSOE en el Ayuntamiento; la secretaria general del PSOE de Granada y vicepresidenta del Parlamento andaluz, Teresa Jiménez; la delegada del Gobierno andaluz, Sandra García; y el presidente de la Diputación, José Entrena.
Las reivindicaciones de la manifestación están recogidas en el manifiesto de las Mesas del Ferrocarril de Almería, Jaén y Granada, que pide en cuanto a esta última provincia la recuperación inmediata de la línea de Moreda de manera permanente y la determinación de plazos y cumplimientos de los mismos en la obra de Loja.
También la licitación de la Variante Sur de Loja y del soterramiento de la línea del AVE en Granada, en paralelo a la obra que se ejecuta en la actualidad.

Sindicatos, partidos y organizaciones piden que no se vendan Bankia y BMN

MADRID.- Sindicatos, partidos políticos y organizaciones ciudadanas han firmado un manifiesto para pedir que Bankia y BMN, actualmente en manos de Estado, no se vendan y conformen "una banca pública que atienda las necesidades financieras de familias y empresas perjudicadas por la crisis".

En una nota, sindicatos como UGT, CCOO o USO, partidos políticos como Podemos o Izquierda Unida y organizaciones como Economistas sin Fronteras abogan por que Bankia y BMN sigan siendo públicos y puedan ofrecer a la sociedad servicios financieros con criterios "éticos, sostenibles y con control social".
Bankia y BMN, saneadas con "ingente cantidad de dinero público", "ya son nuestras y no deben venderse", explican.
El manifiesto puntualiza que "la actividad bancaria es necesaria y esencial para asegurar el ahorro, gestionar los pagos y cobros, facilitar el consumo de las personas y de las familias", ayudar a la inversión de las Pymes o financiar la vivienda social en alquiler.
"Antes de la crisis, la banca privada, impulsada por el afán de máximo beneficio, prestó muy por encima de los depósitos, especialmente en el negocio inmobiliario y con arriesgadas operaciones en el mercado de capitales", recuerda el texto.
"Las cajas de ahorro se vieron arrastradas en esa ambición desmedida, entrando en la rueda de la competencia y el crecimiento incontrolado", lo que redujo su solvencia y condujo "a la crisis cuyas consecuencias aún se están pagando".

El Tribunal de Cuentas y Fitch respaldan las denuncias del PSRM respecto a las finanzas de la Comunidad Autónoma

CARTAGENA.- El diputado del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea Regional, Ángel Rafael Martínez, manifestó que el Tribunal de Cuentas, un año más, ha respaldado la denuncia del PSRM, "de que un año tras otro, los gobiernos del PP presentan unos presupuestos en los que, con el fin de aparentar que van a cumplir el objetivo de déficit, infravaloran los gastos del Servicio Murciano de Salud". 

Esta denuncia del Tribunal de Cuentas se ha producido para 2014 y años precedentes y con toda seguridad se producirá para 2015, 2016 y 2017.
Ángel Rafael Martínez señaló, por otro lado, que la agencia internacional de calificación Fitch también denuncia ese ocultamiento y plantea que en 2017 el déficit será muy superior al previsto del 0,7%, en concreto, lo sitúa en el 1,5%.
"Eso mismo denunció el PSRM en el debate de presupuestos y vemos como organizaciones independientes ratifican nuestras previsiones". 
El Tribunal de Cuentas vuelve a denunciar que el PP regional esconde el déficit a través del presupuesto del Servicio Murciano de Salud y alerta de su insostenibilidad en el tiempo, mientras que Fitch anuncia que el déficit de nuestra Comunidad en 2017 superará el 1,5%, lo que podría suponer en torno a unos 400 millones de euros más. 
"En definitiva, las mentiras tienen las patas muy cortas", concluyó.

La calidad del calabacín murciano se muestra al diario 'The Guardian' a través de Asaja Murcia

MURCIA.- La organización profesional agraria ASAJA Murcia ha mostrado a Sam Jones, corresponsal en España del diario británico The Guardian la calidad que tiene el sector del calabacín en la Región de Murcia, y ha subrayado especialmente, el buen hacer y la profesionalidad que tienen los productores hortofrutícolas del campo murciano.

Según explica el presidente de ASAJA Cartagena, Manuel Martínez Meroño, “ha sido una gran oportunidad que este prestigioso medio británico conozca el extraordinario aprovechamiento del agua que hacemos en el Campo de Cartagena, y especialmente, haya comprobado 'in situ' la gran calidad que tienen las hortalizas murcianas, y en esta caso, el calabacín”.
Al mismo tiempo, el secretario general de ASAJA Murcia, Alfonso Gálvez, también ha apuntado que “este periodista británico ha comprobado que los temores respecto a escasez de calabacín en el campo  murciano son falsos y erróneos, y ha ratificado que es un producto “de moda” y muy demandado por los consumidores del Reino Unido”.
Además, el titular de ASAJA Murcia ha puntualizado que “esta visita ha sido muy positiva pues ha permitido que la prensa británica vea el eficaz trabajo de los productores que están produciendo unos productos de altísima calidad y gran nivel de seguridad alimentaria, y que son los mejores del mundo, y valorados en todo el mundo”.

La cifra de autónomas crece en la Región más del doble que la de los hombres en los últimos dos años

MURCIA.- El número de mujeres afiliadas autónomas ha crecido en la Región de Murcia un 4,27 por ciento (1.394 personas más) en los últimos dos años, más del doble que el de los hombres, cifra que desde diciembre de 2014 registró una subida del 1,96 por ciento (1.203 más), según los últimos datos de afiliación a la Seguridad Social publicados al término del mes de diciembre.

Concretamente, la cifra total de mujeres autónomas ha pasado de las 32.654 con las que se cerró 2014 a las 34.048 registradas al final de 2016. En el caso de los hombres, la cifra ha pasado de 61.259 autónomos a 62.462.
El director general del SEF, Alejandro Zamora, explicó que, "además, la cifra de mujeres que apuestan por el autoempleo no ha dejado de crecer durante los diez últimos años", de manera que las 34.048 mujeres afiliadas como autónomas al término de 2016 son 5.357 más que las registradas a la conclusión de 2006, cuando el número de trabajadoras por cuenta propia sumaba 28.691.
Por otra parte, el peso de las mujeres en el empleo autónomo también ha crecido en los últimos años y al cierre de 2016 representaban el 35,28 por ciento de todos los trabajadores por cuenta propia, un porcentaje que en diciembre de 2015 se situaba en el 35,03 por ciento y en el 30 por ciento al término de 2006.
En cifras globales, los datos de afiliación a la Seguridad Social a último día de diciembre de 2016 indican que en la Región trabajaban un total de 96.510 autónomos, un 0,85 por ciento más que en el mismo mes de 2015. En el caso del colectivo femenino, este incremento se elevó al 1,55 por ciento, lo que supuso 520 afiliadas más.
"Somos conscientes de la importancia de los autónomos como motor económico y generadores de empleo, de ahí nuestro compromiso por ofrecer a los desempleados que apuesten por el autoempleo diversas ayudas que faciliten la puesta en marcha de sus negocios, así como orientación en sus primeros pasos", destacó Alejandro Zamora.
El SEF cuenta con un programa de ayudas para el fomento del autoempleo que oscila entre los 3.000 y los 9.900 euros. La cuantía de esta subvención se establece a partir de unos criterios específicos como la inversión realizada, la edad del solicitante o su pertenencia a algún colectivo con especiales dificultades para encontrar empleo, como los parados de larga duración o las personas en riesgo de exclusión.

El diputado Sánchez Serna nuevo 'hombre fuerte' de Podemos en la Región de Murcia


MURCIA.- El diputado nacional de Podemos por Murcia, el ex parado radical Javier Sánchez Serna, el más próximo por aquí a Pablo Iglesias por muy amigos en las antiguas Juventudes Comunistas y número 21 de su candidatura al Consejo Ciudadano Estatal, es el nuevo 'hombre fuerte' de Podemos en la Región de Murcia. 

La clara derrota errejonista ha supuesto que los moderados Francisco Javier Escarabajal, Lisbeth Angélica Miranda y Pedro Luis López hayan quedado fuera del máximo órgano de poder en Vistalegre II.  También ha quedado fuera el 'pablista' José Coy, número 45 de la lista.

El radical Javier Sánchez Serna, a partir de mañana, queda pues como único representante de Podemos Región de Murcia en el máximo órgano de decisión del partido a nivel estatal.

Algo más de 3.000 de los 150.000 votos emitidos en el proceso congresual proceden de los militantes inscritos en anteriores procesos de participación en la Región de Murcia, poco más del 50% de los potenciales votantes activos.

Representa el 2% de la fuerza de Podemos  que ahora aspira a liderar frente al actual secretario regional, el moderado Óscar Urralburu, la eurodiputada radical cartagenera Lola Sánchez Caldentey (en la imagen), empeñada en conocer por quien se inclinaron los 3.000 militantes murcianos de Podemos ante la salida en falso de Vistalegre II.

Podemos o la cuadratura del círculo

La izquierda es estresante. De entre las cuatro reglas (sumar, restar, multiplicar y dividir), su favorita es la última. No es cosa de este momento. En la Transición (mientras escribo esto a la hora misma en que nací, cumplo 59 años, o sea, que yo estaba allí) el estropicio era todavía mayor. Por resumir para las nuevas generaciones: estaba el PSOE de Felipe, pero también el de Llopis, que se titulaba ´legítimo´, y estaba el PSP de Tierno.

Y el PCE de Carrillo, eurocomunista, se decía, pero había otros PCs, que se reclamaban prosoviéticos, algunos liderados por militares de la República en la Guerra Civil. Y también los prochinos (maoístas, con lo que sabemos de Mao) del PT, de la Joven Guardia Roja o de la ORT. Y los troskos de la LCR, que eran unos revisionistas pagados por la CIA, según los también troskistas de la LC. Incluso había unos cuantos del MC, que presumían de ser ´albanos´, es decir, que promovían el régimen comunista de Albania, lo que ya es decir.

Y los debates (¿sería por debates?) eran igual de absurdos que los de hoy en día, completamente ajenos a la realidad de la gente, soportados, unos en la ortodoxia de los ´textos clásicos´, que eran tales porque aludían a las circunstancias originales de las revoluciones de principio del siglo anterior o de mediados del XX, y otros en la labor ´interpretativa´ de escolásticos pesadísimos de los que hoy sólo nos acordamos para esbozar una sonrisa a la vista de la limitación de su trayecto, aunque debiéramos preocuparnos por el hecho de haber comprado todos sus libros sin, al cabo, haber leído ni las solapas porque hasta éstas eran ilegibles (pongo aquí, a voleo a Althusser, un demente, o a Poulantzas, una cosa que pasó y desapareció del mundo).

Mientras tanto (la expresión ´mientras tanto´ es marxista, y alude a qué hacer antes de la revolución) las primeras elecciones democráticas las ganaba UCD, un partido improvisado sobre las ruinas del régimen franquista al que se incorporaron aquellos que ya venían intuyendo en sus estertores que el marco europeo en el que inevitablemente acabaríamos de no persistir en la vocación de reliquia, requería de otros ademanes.

El júbilo por la eclosión de las libertades básicas, que estalló como un castillo de fuegos artificiales, hizo desaparecer lo que entonces se llamó ´la sopa de siglas´, integrada por aquellos partidos tan fuertemente ideologizados como, en consecuencia, inoperantes, y la mayoría del frente izquierdista, que tan escrupuloso era para auscultar el último sentido de cada párrafo programático de aquellos partidos de la señorita Pepis, se aupó al PSOE, porque durante algunos años esa opción representó verdaderamente a la sociedad que permanecía oculta bajo el tapón de aquel mundo oscuro de sotanas, represión y estulticias.

A aquellas siglas heroicas de la izquierda se las llevó el viento, porque eran pura filfa y sus retóricas resultaban ajenas a la inmensa mayoría que quería disfrutar de derechos y libertades, y sólo satisfacían el ego de los integrantes de aquellos minúsculos grupos henchidos de superioridad intelectual.

De la ´sopa´ al ´contenedor´.

Cabría suponer que las generaciones renovadas del activismo de la izquierda podrían haber aprendido algo de estas experiencias no tan lejanas, pero da la impresión de que muchos tienden también, como entonces, a autosatisfacerse en su propio gineceo, para lo que resulta preciso, en primer lugar, crear estigmas y prejuicios sobre la trascendencia política de aquella época, la Transición, tan feliz como imperfecta.

Es verdad que el modelo ha cambiado, y aparece vuelto del revés, lo que no es poco. Hoy no hay ´sopa de siglas´ sino una marca genérica, Podemos, que intenta engullirlo todo. Es, por tanto, una experiencia nueva, insólita y, en ese sentido, interesante.

Pero ya se ve que es imposible. Todo no cabe bajo un mismo paraguas, y esto se percibe desde un principio, cuando Podemos se queda cojo en algunos territorios y recurre a lo que llaman convergencias, flujos nacionalistas (en su caso, en este caso, sí, transversales, pero entre partidos de derecha e izquierda) que chocan necesariamante con cualquier proyecto solidario y de conjunto para un país. Podemos intenta resistir como marca única, pero de partida es una amalgama cuyos mensajes no pueden ser percibidos con el mismo entusiasmo desde los distintos lugares donde son escuchados.

Más grave todavía es que, aun reclamándose la fuerza organizada del impulso del 15M, trasmitan la impresión de una lectura parcial de ese fenómeno, incluso cuando muchos de sus dirigentes estaban allí. En las movilizaciones del 15M no se percibían reivindicaciones territoriales, sino solidarias (incluso en las sentadas y movilizaciones producidadas en los territorios con magma independentista), y hay que deducir, por tanto, que el mensaje implícito de entonces (democracia real) ha sido trastocado o acomodado a conveniencia por sus intérpretes.

Esto, sin desconsiderar que los impulsos nacionalistas constituyen una realidad más del país, y aunque desde la lógica sociológica de Comunidades como la de de Murcia resulte un asunto ajeno, a veces, y otras agresivo para los intereses de sus ciudadanos, un partido nacional debe abordar esa circunstancia con inteligencia y flexibilidad, aunque también con firmeza, sin seguidimos a la demagogia nacionalista.

La pancarta, en el Parlamento.

En su día, el PSOE fue, por el contrario a lo que ahora ocurre con Podemos, capaz de entonarse con la fuerza emergente de la sociedad que no quería más experimentos que salir al sol desde la sombra en que se encontraba. Entre los socialistas también se produjeron convulsiones, pero la obligada gobernación atemperó las teorías de mesa camilla a la práctica de la exigencias reales. Es verdad que esto derivó después en un cada vez más visible pragmatismo, entendido éste, en sus aspectos más desatados, como la adaptibilidad a los vicios pronunciados del poder, pero lo que debiera haber sido aprendido como lección acerca de la tendencia general a que se conducen los líderes que han conseguido domar las compulsiones internas de sus partidos, resulta hoy, con la escenificación fratricida de este fin de semana, un cuento de hadas.

Asistimos ahora a otro pulso del líder con su propia organización, como cuando González quiso rebajar el marxismo en el PSOE. Pero entonces era para descender a la realidad de la calle, y lo que ahora fuerza el líder de Podemos es una escapada hacia el ´programa máximo´, un camino sin fin no compatible con una fuerza parlamentaria de su dimensión.

El encargo de los cinco millones de votos a Podemos es, parece lógico, para que desde el Parlamento, en la medida de sus habilidades, consigan resolver (es obvio que mediante iniciativas practicables y pactos) los problemas que priorizaban en su programa y no para dejar en suspenso esa obligación mientras siguen atizando la calle, pues la calle es el último extremo, no el recurso al fracaso de la política electoral a la que se concurre. Gracias a la calle, Podemos está en el Parlamento, de modo que ahora le toca a Podemos, no a la calle aunque le corresponda estar atenta a ella. Lo planteado por el líder es un falso dilema, pues la pancarta ya no está en la calle sino en el Parlamento y reza así: Podemos.

En el fondo, las diferencias internas en Podemos no se refieren tanto a la cuestión programática como al modo de organización. Esta es la clave, y es curioso que en este aspecto coincida el sector radical (los llamados ´anticapitalistas´ y los ´moderados´ errejonistas) frente al líder, que no es la primera vez que lanza el ultimátum sobre su continuidad si no ve satisfechos sus deseos de mantener a toda costa la ´máquina de guerra´, es decir, el poder absoluto que, en teoría, sería provisional precisamente por las urgencias electorales.

Ese poder absoluto le facilitaría, al día siguiente de obtenerlo, incluso pasar a ser más ´moderado´ que a quienes ahora tacha como tal, pues la experiencia de los últimos años acumula tantos bandazos a un lado o a otro que hay que suponer que, en el fondo, no se trata de mantener una tendencia, sino que la tendencia es la discrecionalidad absoluta.

El grado de aceleración.

El conflicto interno en la izquierda surge siempre del mismo debate: el grado de aceleración. Quienes pisan a fondo corren el riesgo de ir por delante de la sociedad, y ese por delante no significa siempre estar en vanguardia, sino muchas veces consiste en estar despistados de todo rumbo. Quienes van demasiado lentos, creyendo actuar acompasados pueden acabar superados, caso del último PSOE.

Es un debate infernal, pues ambas tendencias sólo convergen, si acaso, cuando toca ejercer el poder institucional y hay que acompasar la teoría a la práctica. Aun así, unos y otros tienden al fraccionamiento, y se pierden en matices incomprensibles para el común al margen de las elaboraciones intelectuales. En el fondo, lo que parece que Podemos puede ir necesitando son más activistas en el frente social y político donde concurren las demás fuerzas y menos cabezas de chorlito, así como gente dispuesta desde los ámbitos institucionales, no ya a tratar de imponer su agenda sino a ofrecer alternativas prácticas a la que por tradición y persuasión establecen sus oponentes políticos.

Pongamos por caso: en Murcia, trabajar sobre agua o infraestructuras, dos elementos emblemáticos del PP que son a la vez fracasos evidentes de su larga gestión, no supone una ruptura con ningún programa social, sino expresar la capacidad para abordar cuestiones que están instaladas en la demanda pública general. Madurar no es conceder, sino avanzar.

La ´sopa de siglas´ de la Transición ha reaparecido ahora bajo la capa de una sola marca. Se trata de ver si esas pulsiones siguen siendo siendo irreconciliables, si se disiparán como entonces o si se empeñarán en seguir trasladando el insistente estrés característico de la izquierda.
 


(*) Columnista


http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/02/12/o-cuadratura-circulo/805256.html 

Duelo al sol / Alberto Aguirre de Cárcer *

Es difícil imaginarse a Podemos sin el liderazgo de Pablo Iglesias, pero también resultaba inimaginable hace unos meses que fuera él mismo quien iba a conducir a su partido directamente hasta el borde de un abismo. En la cita de Vistalegre no solo está en juego su continuidad al frente de Podemos, por su empeño en convertir este congreso en un plebiscito sobre su persona, en un ‘o yo o Errejón’, sino las propias expectativas de la formación morada a medio y largo plazo. 

El problema de fondo no es que haya dos proyectos en discusión, sino que la democrática confrontación interna de ideas, estrategias y propuestas ha derivado finalmente en una especie de duelo al sol entre él y su secretario político, un todo o nada aventado públicamente a cañonazos en los últimos meses y cuyo resultado se conocerá hoy en directo, con alta probabilidad de que uno de los dos pistoleros no sobreviva políticamente. 

A nadie le puede extrañar que la opinión pública haya percibido estas diferencias estratégicas y de organización como una auténtica pugna por el poder en la formación morada, totalmente alejada de las inquietudes de los ciudadanos, incluidos muchos de sus cinco millones de votantes en las últimas generales. 

Que miembros del 15M hayan declarado en la víspera de Vistalegre que hoy no se ven representados por Podemos, el partido que supo aprovechar esa ola de indignación ciudadana, es sintomático de su delicada situación.

El relato de ‘pablistas’ y ‘errejonistas’ es bien distinto, pero desde la distancia se observan sobrados argumentos de fondo para esa rebelión interna. En junio pasado, Iglesias empezó a cometer errores políticos y no ha parado desde entonces. Hay que retrotraerse a esa rueda de prensa donde reclamaba la vicepresidencia y varios ministerios claves para llegar a un pacto de investidura del PSOE de Pedro Sánchez y al llamado ‘pacto de los botellines’ con IU, una alianza para lograr el ‘sorpasso’ que resultó fallida y dejó a Podemos sin la vitola de transversalidad que atrajo a muchos jóvenes votantes, desvelando al tiempo una obsesiva fijación de Iglesias por conquistar el poder a toda costa y lo más rápidamente posible. 

Luego llegaron las purgas a los errejonistas, una vez derrotados en las elecciones de Madrid, que sacaron a la luz los tics autoritarios y poco respetuosos con la pluralidad del hasta entonces indiscutido líder. El Comité de Garantías Democráticas, el órgano independiente que debe velar por una participación igualitaria en Podemos, quedó luego en entredicho cuando avaló la acumulación de cargos de Ramón Espinar, secretario general de Madrid, diputado autonómico y senador. Un comité presidido por quien es, al mismo tiempo, vicepresidenta del Congreso de los Diputados y letrada de la formación morada. 

Con esa discutida acumulación de cargos era esperable que los círculos, la base de ese partido, terminaran por dudar de la participación igualitaria en ese partido. La situación en las organizaciones territoriales también era propicia para el malestar interno. La concentración de poder en Madrid es manifiesta. Aunque la representación territorial estaba garantizada en el Consejo Estatal Ciudadano, la autonomía funcional y orgánica es limitada. Por no hablar de los recursos económicos. Hasta el 30% de los fondos obtenidos territorialmente se destinaban al sostenimiento estatal del partido, para desesperación de los círculos locales.

La dialéctica de la división alentada en la antesala de Vistalegre le pasará factura a Podemos, cualquiera que sea hoy el desenlace. Si al PSOE le quedan muchos meses de coser heridas, a Podemos le aguarda un escenario no menos problemático. 

Entre otras razones porque esa fractura entre Iglesias y Errejón se ha replicado en algunos territorios. En la Región de Murcia, que podía presumir de cohesión interna, se han escenificado ambos frentes, con el secretario general Óscar Urralburu del lado ‘errejonista’ y el diputado Javier Sánchez apoyando a los ‘pablistas’. Y a todo esto, con la eurodiputada Lola Sánchez dispuesta a plantearle batalla a Urralburu por la dirección regional. 

En un tiempo récord, a Podemos le han brotado todos los males de los partidos políticos tradicionales a los que aspiraba a sustituir. Ahora le ha llegado el momento de demostrar si su nacimiento y exitosa infancia no fue producto de un momento coyuntural en la fase más aguda de la crisis. Pese a las llamadas de ayer a la unidad en Vistalegre, el pronóstico es reservado.


(*) Periodista y director de La Verdad


Rajoy o la utilidad del cero / Pedro J. Ramírez *

Helo aquí, supérstite de todos los naufragios, incólume a todas las lanzadas, impune por todas las corrupciones, ilegalidades y mentiras, apalancado en la Moncloa, dizque traidor, seguro inconfeso y encima mártir, llegando hoy ab intestato al podio de la Gigantomaquia, entre dos filas de cadáveres cuyas huellas y bigotes se diluyen en la memoria de esas playas.

Nada puedo añadir a la entomología del estafermo –esta tampoco es una lección de anatomía-, pero sí tratar de explicar la clave profunda de su éxito o más bien de su prevalencia contra todo baremo de justicia, ética, mérito o esfuerzo. No sólo como explicación de una carrera política sino como regla de tres de esas flagrantes analogías -quién no conoce un caso así- que a todos nos han dejado alguna vez atónitos en la vida.

Porque Rajoy es al liderazgo del PP, lo que zutano fulánez mengano es a la cabecera de X, trátese de un grupo editorial, una empresa del IBEX o una asociación sin ánimo de lucro. Y al margen de las habilidades de cada uno de sus beneficiarios en la administración de venenos o el manejo de cuchillos, la catapulta de la mediocridad siempre funciona por algo o para algo.

El más celebrado de los chistes apócrifos, malvadamente atribuidos al probo Fernando Morán, nos señala el camino. Lo que nos hace sonreír cuando decimos “Cero grados, ni frío ni calor” es esa excepción absurda en la que el significante contradice al significado. No hará ni frío ni calor, pero esa es la temperatura del yermo de las almas.

Exactamente ahí, y por igual razón, encontramos al Rajoy que ni sube ni baja porque está inmóvil, que ni suda ni tirita porque no tiene sangre, que ni siente ni padece por falta de capacidad emocional. Al Rajoy que permanece porque no existe, que está porque no es.

Fijémonos en el cero. Una de las principales funcionalidades del último guarismo incorporado a nuestro sistema numérico es servir de partición entre las dos opciones de una escala, como la quieta raya de tiza de una competición de sokatira en perpetuo movimiento. Así es Rajoy, pantocrátor dentro de su óvalo, no por neutral sino por neutro.

El cero es lo que está entre el 1 y el -1, un portal vacío entre el primer piso y el sótano. Su inutilidad al aplicar las cuatro reglas aritméticas es patente: no suma, no resta, anula todo valor en una multiplicación y ni divide ni puede ser dividido. Eso pasa con todos los mediocres a quienes, como escribía ayer David Jiménez Torres, el éxito solo ayuda a empeorar.

Sin embargo la incorporación del cero a nuestro sistema numérico, cuando los árabes lo trajeron de la India en fecha tan tardía como el siglo XII, supuso un progreso inmenso para el desarrollo del cálculo matemático por su versatilidad posicional y representativa. Escrito detrás de cualquier otro guarismo, el cero significa las decenas, las centenas o los millares; delante y precedido de una coma, las fracciones más infinitesimales; colgado diminutamente del alfeizar de otra cifra, el ordinal de una enumeración; rodando por parejas sobre la tabla deslizante de una barra inclinada, los tantos por cientos del circo estadístico.

El cero es la prueba candente de la rebelión de las masas: guarismos escuálidos como el 1 o el 7, guarismos pícnicos como el 6 o el 8, guarismos conformistas como el 2 o el 4, pueden alcanzar cotas siderales si van seguidos de unos cuantos ceros. Pero el orden de factores sí altera el producto: el cero, tan útil como clase de tropa, liliputiza a todo el ejército -véase cómo es hoy el PP- cuando se le promueve al generalato. Nefasto para liderar, óptimo para ser liderado.

El cero se emplea para todo porque, como signo que identifica un conjunto vacío, como número que no recoge ni lo singular ni lo plural, no es sino la nada. Una nada historiada –véase el libro de Robert Kaplan The nothing that is. A natural history of Zero-, una nada con sifón o en el caso político que nos ocupa, una nada con barba y anteojos.

Lo explica muy bien Sartre en El ser y la Nada, la obra que le lanzó a la fama: "Para que podamos interrogarnos sobre el ser, es preciso que la Nada se dé de alguna manera". Sartre escribe "ser" con minúscula y "Nada" con mayúscula porque, desde la perspectiva nihilista del existencialismo, el partido de la Nada lo ocupa todo y domina por mayoría más que absoluta al del ser.

Será discutible en la filosofía, pero la experiencia acredita que esto sucede demasiadas veces en la política. De cuando en cuando las urnas, en el mejor de los casos -un golpe de Estado, una guerra, en el peor-, reparten las cartas del poder; luego las expectativas se frustran y se produce un apagón, un silencio, el vacío, la nada. 

Así tituló la novela emblemática de la postguerra Carmen Laforet: Nada. Eso es lo que vivieron las generaciones consumidas durante el franquismo viendo pasar el tiempo en vano, lo que parecía que iba a terminar ocurriendo con la perpetuación del felipismo, lo que en grado superlativo percibimos ahora durante el marianismo: nada.

¿Percibimos? De la gran mayoría de la población, alienada por el consumismo, aborricada por la televisión, abotargada en sus rutinas ágrafas, ni siquiera puede decirse eso. La sociedad se divide entre la minoría que cree estar esperando algo –a Godot tal vez- y la mayoría, envuelta, arrullada por la nada, incapaz de plantearse la mera hipótesis de que ese algo pueda suceder.

Al primer grupo pertenecen los políticos, los periodistas y los lectores de artículos como este. Desde hace ya unos cuantos años Rajoy es para nosotros como el protagonista de La bestia en la jungla, ese personaje de Henry James llamado John Marcher que se pasa la vida reservándose para estar a la altura del gran acontecimiento que en un momento u otro tiene que ocurrir. Verás cuando Mariano sea candidato, verás cuando ejerza como jefe de la oposición, verás cuando gobierne, verás ahora que tiene mayoría absoluta, verás cuando deje de estar en funciones... Y al final el lector descubre que el único acontecimiento que se desencadena es la toma de conciencia por parte de Marcher del vacío de la vida que no ha vivido.

Algo parecido debió sentir el despótico sultán Abdel Hamid II cuando prohibió en los libros escolares toda referencia al agua como H2O, siendo la “O” griega el origen de la representación del cero. Había llegado a sus oídos que algún ingenioso joven turco lo utilizaba como despectiva alusión encriptada - “Hamid II es Nada”- y prefería que se resintiera la enseñanza de la química a que lo hiciera su imagen pública.

La literatura y la historia sirven para mostrarnos que los acontecimientos están dentro de nosotros, que lo que salva al ser del agujero negro de la nada no es aguardarlos sino provocarlos. Pero también ayudan a entender a Sartre cuando alega que puesto que "la Nada no es", solamente "podemos hablar de ella porque posee una apariencia de ser, un ser prestado". Y cuando a continuación nos pregunta: "¿Cómo ha de ser este ser con respecto a la Nada para que, por medio de él, la Nada advenga a las cosas?". En el universo de la política española podemos responder sin balbuceos: ha de ser como Rajoy.

Eso es Rajoy, un agente nihilizador, "un ser prestado" mediante el que la Nada en que flotamos se hace carne e interactúa a diario con nosotros. Si el estilo es el carácter, nadie negará que Rajoy viste como un cero, habla como un cero y se mueve como un cero. ¿Y qué es su método analítico, su planteamiento dialéctico, su apelación recurrente al sentido común como última ratio sino el cero patatero ideológico?

Para examinar el sentido y aportación final de su actuación como gobernante hay que volver a Sartre y en concreto a su teoría de que lo que caracteriza la condición humana es la "interrogación", es decir las preguntas que planteamos a la realidad, aguardando respuestas afirmativas o negativas que nos transmitan el frío o el calor. Según el oráculo de Les Deux Magots, la espera es algo intrínseco a la interrogación porque –fíjense en esto- "el espacio que hay entre la pregunta y la respuesta es el vacío".

¿Qué hizo Rajoy en relación a las preguntas de los españoles sobre el final de los atentados de ETA, la conveniencia del rescate de la UE para superar la crisis o el debate sobre una ley del aborto, a la vez vigente y recurrida ante el TC por quien gobernó con mayoría absoluta sin modificarla, sino prolongar indefinidamente ese "espacio" que debería anteceder a las respuestas? ¿Qué hace ahora en relación a Cataluña, la gestación subrogada o las restricciones de Trump a los derechos humanos y la libertad de comercio sino instalarse estructuralmente en ese silencio propio del "vacío"?

Alguien alegará que junto al estereotipo de este Rajoy indolente que espera que el tiempo decida por él en relación a todo, existe también un Rajoy astuto que mira al calendario político y al reloj de las pasiones mientras cumple con pulcritud sus funciones institucionales y administrativas. Pero la dicotomía Jekyll-Hyde es en este caso un espejismo, en la medida en que "el ser por el cual la Nada adviene al mundo debe ser su propia Nada".

No se trata pues de que tras su apoteosis de este fin de semana Rajoy vaya a reanudar una acreditada trayectoria de "actos nihilizadores", sino de que siendo esta tarea "una característica ontológica del ser requerido", alguien debe decirles a los dóciles compromisarios del PP -por ejemplo, yo- que están coronando al Dios del Cero de los mayas, al Rey Nada que se bajó de aquel taxi vacío del que Churchill vio salir a Attlee.

No es Rajoy sino la Nada de Rajoy quien se perpetuará otros cinco años. Pero eso tiene grandes ventajas porque seguro que la matrícula de aquel taxi terminaba en cero y, ante la polémica sobre si se trata de un número par o impar, a nadie va a molestarle que circule todos los días "como quien no quiere la cosa" -propongo que este sea el lema de Rajoy-, tal y como ocurrió en Paris cuando en 1977 se introdujeron por primera vez restricciones al tráfico rodado para paliar la contaminación.

Ante dos grandes egos –Rato, Mayor Oreja-, contra dos personajes con proyecto –Aguirre, Gallardón- frente a dos narcisos ensimismados –Sánchez, Iglesias- nada tranquiliza como la fundada modestia del cero. En el crepúsculo del deber, en la muerte de las ideologías, cuando como dice Wittgenstein “de lo que no se puede hablar, mejor callar”, germina la ambigüedad del cero y se vota en silencio por la nada.

Pongamos las cartas boca arriba, aunque el cero sea el joker que se ríe de quien no lo tiene. De igual manera que se testaba la condición de los espectros comprobando si dejaban o no el vaho del aliento en los espejos, sugiero que en la primera rueda de prensa que siga a su apoteosis de este domingo, algún sastrecillo valiente le haga el traje de la cuestión que más puede preocupar hoy a los españoles: “¿Perdone la insolencia, señor Rajoy, pero si usted fuera número, sería par o impar?”.

Y una vez que concluya el “espacio” entre la pregunta y la respuesta, pues oye, tolerancia cero.


(*) Periodista


Podemos se radicaliza con la victoria de Iglesias / Antonio Papell *

La apariencia de que Podemos estaba fracturado por mitades casi iguales ha resultado errónea en el último momento, ya que probablemente las invocaciones a la unidad han perjudicado al errejonismo. Iglesias ha logrado una victoria rotunda tanto en las votaciones de los documentos político organizativo, ético y de igualdad cuanto en las de la secretaría general (89%) y el comité ciudadano (60%). 

Con estos resultados, se ha evitado la crisis –Iglesias habría dimitido si hubiera obtenido menos consejeros que Errejón y este no hubiera aceptado el liderazgo del partido— pero Podemos se escora hacia la izquierda, se ubica en el espacio que ya ocupaba Izquierda Unida –que tiene la clientela que tiene— y el PP sale objetivamente fortalecido ya que con la afirmación de Iglesias se descarta una hipotética coalición PSOE-Podemos a corto y medo plazo, que hubiera sido en cambio verosímil si Pedro Sánchez alcanzase la secretaría general del PSOE en las próximas primarias socialistas y Errejón se hubiera impuesto, si no con el liderazgo, sí con una fuerza decisiva.

Cuando las relaciones personales se deterioran más allá de determinado punto porque las personas no han sido capaces de gestionar la diversidad (porque no quieren o porque no se puede), las organizaciones se degradan y pierden vitalidad. Esto es lo que ha sucedido con Podemos, un partido singular que se ha fracturado aparatosamente. 

La historia es conocida: tras las elecciones del 20D, Podemos tenía dos opciones: prestarse a facilitar la gobernabilidad auspiciando el tripartito PSOE-Podemos-Ciudadanos o negarse radicalmente a ello, forzando unas nuevas elecciones y estableciendo una alianza con Izquierda Unida, patrocinada por Julio Anguita, símbolo de la extrema izquierda poscomunista. Iglesias impuso esta segunda opción, que no agradó al sector de Errejón, quien veía cómo se desvanecía la transversalidad original de Podemos: con aquel pacto, los moderados que habían apoyado a Podemos provenientes de partidos centristas dejarían de hacerlo. Y prueba de que Errejón tenía razón fue que no tuvo lugar el sorpasso: la suma de Podemos e IU perdió más de un millón de votos el 26J con respecto a los logrados el 20D.

Aquella disputa entre integración y radicalidad, entre oposición parlamentaria y movilización en la calle, se ha mantenido intacta, y en los meses de gobierno Rajoy las claudicaciones de este –como la subida relevante del salario mínimo- han sido arrancadas por Ciudadanos y por el PSOE. Podemos no ha tenido papel alguno en este periodo.

Puede en definitiva afirmarse que el intento populista original, de tintes chavistas –no del Maduro actual sino de los primeros tiempos de Chaves, cuando todavía había algún atisbo de idealismo en aquella aventura— se ha clausurado hoy seguramente para siempre en Vistalegre II. Todo indica que Iglesias fortalecerá su radicalismo antisistema, impulsará su propuesta de revisión del modelo constitucional, confraternizará con Garzón en el regreso a las conocidas utopías que ya redujeron a IU a una formación testimonial. 

Porque, además Iglesias tiene gran predicamento entre los suyos pero genera un rechazo muy intenso en las clientelas de los demás partidos, por lo que es previsible que Podemos experimente una reconcentración centrípeta que lo empequeñecerá, sobre todo si el PSOE acierta en ocupar el espacio político que ha abarcado hasta ahora y que le corresponde mantener.

En definitiva, el resultado de hoy en Podemos fortalece la extrema izquierda, deja sin socio al centro-izquierda que no puede contar con un gobierno de coalición con Iglesias, afirma la estabilidad del Gobierno actual —el PSOE se verá impulsado cada vez más a contribuir a ella mediante pactos con contrapartidas—, Errejón tendrá serias dificultades para desempeñar un papel significativo en Podemos (conociendo a Iglesias, no sería extraña la salida de Errejón), y la legislatura agotará previsiblemente los cuatro años. Como siempre, la alegría va por barrios, pero difícilmente puede pensarse que la radicalización de un partido sea una buena noticia. 


(*) Periodista


De caudillos y masas / Ramón Cotarelo *

El de ayer fue un día dedicado a la exaltación del carisma, del culto a la personalidad, de glorificación del heroico líder en las principales fuerzas políticas del extraño sistema político español. Un sistema político que tan pronto parece un bipartidismo difunto como un bipartidismo resurrecto. Por supuesto, cada una de esas fuerzas, el PP, el PSOE y Podemos, escenifican la glorificación del caudillo o caudilla, según sus circunstancias y características.

El PP se encuentra en un congreso de autocomplacencia. Solo hay un candidato a la presidencia y, una vez este elegido prácticamente por unanimidad llamada búlgara, procede a nombrar a los demás cargos del partido a dedo, como corresponde a los democráticos tiempos que nos ha sido dado vivir. El jefe hoy indiscutido, el artífice de cuatro prodigiosos años de mayoría absoluta, gobierno absoluto y que hoy promete otros cuatro de igual o superior prosperidad sin mayoría absoluta pero con la inestimable alianza con el PSOE, el otro partido dinástico. 
 
En el momento de los encendidos discursos se pronunciaron las sentencias en el primer juicio de la serie Gürtel que envían a la cárcel a una serie de delincuentes y miembros del partido, a veces personas distintas, a veces las mismas. Pero da igual: las noticias desagradables del exterior no entran en el multitudinario y agradecido cónclave del partido del gobierno. Sí, parece que en algún otro siglo, en otro país de ubicación imprecisa, hubo unos episodios de corrupción galopante. Pero eso no reza con nosotros. 
 
Según dice el Jefe, el partido ya pagó en las urnas el precio de la corrupción. Queda media docena de procesos pendientes de la Gürtel y la Púnica y el inefable Bárcenas, pero es de suponer que tampoco afectarán a la alta estima en que el PP se tiene a sí mismo. Solo hay una pequeña nube: si en alguno de los procesos que quedan se llama a declarar a Rajoy a cuenta de los sobresueldos en B. Téngase en cuenta que es el único secretario general del PP que todavía no ha declarado ante el juez. Los otros, anteriores y posteriores a él, ya lo han hecho, ¿Por qué no él?

En el caso del PSOE no ha sido un congreso sino un evento precongresual, una exhibición de músculo, dicen los medios, para que Susana Díaz compruebe a la par que muestra sus apoyos para la aventura de la SG, algo que nadie en el fondo cree factible excepto ella que irradia seguridad en sus más altos ambicionados destinos: tengo ganas, dice, apuntando a la SG sin mencionarla. Y me encanta ganar, añade, mirando ya a la presidencia del gobierno. No es un discurso conceptualmente rico sino, más bien, un par de exabruptos elementales pero seguramente lo que juzga conveniente la interesada para movilizar sus apoyos. 
 
Porque su principal apoyo es ella a misma, esa especie de ciega convicción que transmite con la fuerza del caudillaje de que le corresponde ganar por ser ella, quintaesencia del alma socialista de Triana. Ciega convicción, fuerza silenciosa casi telúrica, capaz de defenestrar un SG en veinticuatro horas y postularse sin más como su sustituta. Los apoyos de ayer, sobre todo alcaldes. El acto, una especie de alcaldada. Sobre todo porque carecía de justificación que no fuera el interés de la junta gestora por hacerle la campaña a Díaz sin que lo parezca. La exaltación de la caudilla no recompensaba los méritos pasados, como en el caso de Rajoy, sino los futuros, los que acumulará una vez haya sido votada por las bases en unas malditas primarias que la buena mujer no encuentra modo de soslayar.

El congreso de Podemos pone la nota sentimental, de color narrativo. El enfrentamiento clásico en las izquierdas entre una orientación más radical, revolucionaria, jerárquica, disciplinada y otra más moderada, reformista, democrática, easy going, pero ambas igualmente caudillistas lo ha invadido todo. Asombrados los militantes y dirigentes (y no se hable ya de los simpatizantes y votantes) de que les estuviera pasando a ellos lo que pasa a todo el mundo, salieron al ámbito público con los más divertidos (y previsibles) discursos: que no era cierto, que eran invenciones del enemigo, que la canallesca, ya se sabe. Que sí era cierto y lamentable y había que remediarlo. Que toda división es mala, todo enfrentamiento, dañino. (Lo cual tiene gracia para gente que siendo marxista en muchos casos, debieran horrorizarse menos al encontrarse ante lo que siempre predican como fuente del progreso, la contradicción). 
 
La propia historia de la organización, que resume su identidad, obliga a recomponer la unidad. Y así, a los gritos de las masas entregadas, hubo que escenificar una recomposición de la unidad del caudillo bicéfalo más falsa que los abalorios de las Indias. El congreso de Vistalegre II parecía un funeral. Y lo parecía porque lo era. El funeral correspondiente al entierro de la sardina: todos los excesos y demasías del pasado quedan sepultados y amanece un nuevo día de la mano del amado líder a quien sus fans identificaban con el mismo proyecto de Podemos cuando afirmaban que si Iglesias caía, caería Podemos. 
 
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED