sábado, 5 de agosto de 2017

Sobre el dogma de la resurrección / Guillermo Herrera *

Algunas personas se han sentido dolidas por negar el dogma de la resurrección en mi artículo anterior pubicado ayer. Pido perdón a todas ellas, y al propio Misha, si me he equivocado. No estoy seguro de los hechos, porque no los vi con mis propios ojos, pero resumí la lectura de un registro akáshico que hizo Gerardo Amaro, siendo consciente de que todo lector puede cometer errores, por muy buenas intenciones que tenga. Mucho peor si las tuviera malas.

Estoy seguro de que Misha tuvo poder para resucitarse a sí mismo y a otras personas, y hacer muchos más milagros, pero los hechos son los hechos, si fue así. No niego que hubiera ocurrido algo sobrenatural, porque ninguna persona normal podría haber sobrevivido al destrozo que le hicieron en su cuerpo. Además, salir de un coma profundo se puede considerar una verdadera resurrección iniciática.

Las antiguas escuelas de misterios practicaban la muerte y la resurrección iniciáticas e inducidas mediante drogas alucinógenas, que duraba tres días y tres noches, igual que el mito de la resurrección del dios egipcio Osiris. Por lo tanto esto viene de muy antiguo.

No puedo certificar la Verdad absoluta del relato, pero sí puedo intuir lo que pasó. Misha estuvo muy vinculado a la orden de los Esenios, que eran los mejores médicos y sanadores de su tiempo, y fueron ellos los que le ayudaron a recuperarse del suplicio.

Judas Iscariote no fue un traidor, sino el apóstol preferido de Misha, y actuó por orden de su propio Maestro para que se cumpliera la profecía anunciada por las sagradas escrituras. Alguien tenía que hacer el papel del malo en la película, aunque fuera en contra de su propia voluntad, y le tocó la misión más dura y cruel que le puede tocar a un ser humano, que es entregar a su propio Dios. Por lo tanto, no merece odio, sino compasión profunda. Y esto no me lo he inventado yo, sino que procede del propio Evangelio de Judas.

El auténtico milagro fue el despertarse de un coma profundo, con el cuerpo destrozado, pero el jefe de marketing del cristianismo primitivo, que fue Pablo de Tarso, y que nunca conoció en persona al Maestro, necesitaba algo más espectacular para vender la nueva religión, y que no fuera menos que en otras religiones antiguas en donde siempre resucitaba su dios.

En la historia de la medicina muchos casos ‘milagrosos’ de personas que ‘resucitan’ en la morgue, después de haberse firmado su certificado de defunción, pero ninguno de ellos con el cuerpo tan destrozado como el de Misha. Por lo tanto, sigue siendo un milagro.

No ha existido jamás un verdadero maestro espiritual que haya creado una institución religiosa, porque su misión era transmitir enseñanzas, y no crear estructuras políticas. Las religiones fueron creadas siempre por sus seguidores, con la bandera de su Maestro, con fines de control y poder mundano mediante el encarcelamiento energético de las almas.

Se sabe ahora que el pastel de nuestro planeta está repartido entre 157 razas cósmicas, con muy malas intenciones hacia la Humanidad, ya que nos consideran como ganado animal para explotar nuestra energía y hasta nuestro cuerpo. Ni siquiera consideran raza cósmica a la especie humana, sino meros seres híbridos, que somos el resultado de la mezcla genética de 22 razas cósmicas.

La creación de la religión católica fue promovida por una raza reptil a los que les había salido perfecto este experimento en otros planetas, mientras que la religión hindú fue creada por una raza luciferina. No en vano, el cadáver de Lucifer se venera actualmente en el templo hindú de Padmabanaswami, al sur de la India, según Alberto Canosa.

Por lo tanto la Segunda Venida de Misha representa la liberación de estos demonios, que tanto han torturado a la especie humana. Por eso yo no lo llamo “nuestro Señor” sino “mi Libertador”.
 
 
 
(*) Periodista

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