Los
recientes ataques al sector turístico español por representantes
de las ramas nacionalistas más radicales catalanas y vascas
suponen un riesgo inadmisible para esta parcela de la economía
española. El Gobierno debe actuar con contundencia en defensa de
sus profesionales y los representantes de los partidos
políticos harían muy bien en hacerlo también.
Parece
que ha llegado el momento de estar contra todo y contra todos con la
menor excusa posible. Pero con ello, ponemos en riesgo el bienestar de
millones de personas, su seguridad laboral y el futuro de una parte my
importante de la economía española.
No hay ningún otro sector de la economía que genere tanto empleo como
el turismo. Los datos conocidos de los últimos cinco años evidencian
que es un sector que ha crecido por encima de la media del crecimiento
económico.
En el 2015, los ingresos del sector sumaron 119.011 millones de
euros. Además, 2,4 millones de personas, un 13 % del empleo total
existente en España, tenían un puesto de trabajo en el área de turismo.
Aunque la temporalidad en el mismo alcanza el 38,4 %, claramente
superior a la media de España que se sitúa en el 27 %, más de un millón y
medio de trabajadores tienen un empleo fijo en el sector.
Si se le sumara el empleo de la industria abastecedora del sector
turístico, el empleo según la Organización Mundial del Turismo y el
Entretenimiento, se sumaría otro medio millón amplio de personas que en
España tienen un puesto de trabajo gracias a esta industria.
En total se alcanza la nada despreciable cifra de casi tres millones.
El sector, sin duda, como todos, tiene opciones de mejora. Incluso
vamos a admitir que más que otros, pero mucha atención con lo que
estamos haciendo.
Estos ataques se han agudizado coincidiendo con la publicación de los
últimos datos del Ministerio de Empleo sobre la creación de nuevos
puestos de trabajo del pasado mes de julio. La menor pujanza del mercado
laboral ha llevado a alertar al servicio de estudios de BBVA sobre la
posibilidad de que el ritmo de crecimiento de la economía en lo que
resta de año sea inferior a lo con seguido en el segundo trimestre del
año, cuyo crecimiento fue del 0,9 %.
Para el trimestre actual y el último de este año, el ritmo podría
rebajarse al 0,8 o 0,7 %. Aunque seguiríamos creciendo claramente por
encima de la media de los países de nuestro entorno, sería un gravísimo
error dejar sin respuesta a quienes atacan al principal impulsor de la
economía.
Tanto el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como el Lehendakari
vasco, Iñigo Urkullu, han salido en defensa del sector. Pero dado el
período vacacional se echa en falta un rechazo más explícito a los
excesos de las propuestas.
Bien es verdad que en los programas políticos de los partidos la
sección del turismo pasa como una antigua asignatura ‘maría’ de los
viejos planes de estudio universitarios. Pero ha llegado el momento de
tratar de trasladar los escasos tres o cuatro párrafos de los programas
electorales de los partidos a la realidad de las decisiones que se
aprueban en el Congreso. En lo que va de legislatura no se recuerda
ninguna iniciativa parlamentaria que haya merecido ningún destacado en
las portadas de los diarios de difusión nacional.
Lo más urgente es resolver este problema de ataques y manifestaciones
repentinas contra autobuses, actividades festivas contra el turismo en
general. Y cuando comience de nuevo el curso parlamentario sus señorías
harían muy bien en poner entre sus prioridades el futuro qué es lo que
quieren para el sector que requiere algo más que ser declarado
sostenible y de calidad. Está muy bien la declaración, para ahora hay
que traducirla en hechos concretos. Tres millones de empleos lo exigen.
(*) Periodista
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