martes, 18 de julio de 2017

Las cajas cumplen seis años de una reconversión desigual

MADRID.- Seis años, seis. Al margen del símil tau­rino, es el tiempo que ha trans­cu­rrido desde la cor­nada fi­nan­ciera que se llevó por de­lante a las an­ti­guas cajas de aho­rros para su re­con­ver­sión en bancos co­ti­za­dos. En vís­peras de la siempre po­lé­mica sa­lida a bolsa de Bankia, un 19 de julio de 2011 (para no coin­cidir con la fecha del al­za­miento fran­quista) y de una Banca Cívica ya des­apa­re­cida bajo el pa­ra­guas de CaixaBank, tan sólo Unicaja ha aco­me­tido des­pués de estos años su salto al par­qué, recuerda hoy Capital Madrid

Julio de 2011. Hace tan sólo seis años de unas fechas en las que las antiguas cajas de ahorros, en pleno proceso de reconversión con fusiones frías (SIP) o calientes, iniciaron su andadura como bancos cotizados. CaixaBank, que ya contaba con el precedente de su holding Criteria, fue la primera. Bankia, suma de siete entidades distintas, tenía que salir al mercado casi bajo la consideración de "cuestión de Estado".

El próximo jueves se cumplen los seis años de la Bankia de Rodrigo Rato como banco recién cotizado. Eso sí, el exministro de Economía y exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI) no llegó ni a celebrar el primer aniversario por la intervención del grupo, la llegada de José Ignacio Goirigolzarri y el proceso judicial abierto por su salida a bolsa.

Tampoco las cosas fueron mejor para un grupo de menor tamaño como Banca Cívica, que tan sólo tres días después daba el paso para convertirse en banco cotizado. Parece lejana la imagen en la que Enrique Goñi (Caja Navarra) y Antonio Pulido (Cajasol) protagonizaron el tradicional toque de campana en el parqué de la Bolsa de Madrid como copresidentes del banco creado.

Tan sólo unos meses después, Banca Cívica fue integrada en la CaixaBank presidida por Isidro Fainé, otro personaje que ahora se mantiene más a la sombra de la actualidad del grupo bancario, pero con altos cargos en sus participadas y en la Fundación La Caixa (la única antigua caja que mantiene constante los 500 millones de euros anuales destinados a Obra Social, una de las señas de identidad de las entidades desaparecidas).

El propio Fainé fue pieza clave, al asumir la presidencia de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) tras el mandato de Juan Ramón Quintás, para la reforma de la ley de cajas y su reconversión en bancos con el horizonte de convertirse en entidades cotizadas.
Los más jóvenes podrían creerse que ese cambio súbito del sector financiero español se hizo de la mano de "liberales" como Luis de Guindos o Cristóbal Montoro. Sin embargo, la voladura del sector de las cajas de ahorros, el 50% del conjunto de la banca, se produjo bajo el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero y su ministra económica Elena Salgado.

Fin de un modelo
Antoni Serra Ramoneda, expresidente de Caixa Catalunya, ya había advertido en una reunión de CECA a finales de la década de los noventa de los peligros que se avecinaban sobre el sector de cajas de ahorros. Eso sí, hasta la quiebra de Lehman Brothers en Estados Unidos, el vendaval no llegó a la banca española, la mejor del mundo como se mantenía hasta ese momento.

"Las autoridades públicas, en las que se incluye al Banco de España, aseguraron no tener más remedio que agarrar el bisturí y emprender una magna operación de cirugía estética para recomponerla [la imagen de las cajas]. Es pronto para saber el resultado de la intervención. Pero ya es seguro que no habrá quién reconozca en la figura que salga del quirófano a la que entró en él", sostiene Serra Ramoneda en su libro Los errores de las Cajas/Adiós al modelo de cajas de ahorros (Ediciones Invisibles, noviembre de 2011).

El diagnóstico de este expresidente de una caja de ahorros no podía ser más acertado unos meses después de la conversión en bancos cotizados. Tan sólo tras los seis años transcurridos, Unicaja se ha atrevido a dar el salto al mercado bursátil a finales del pasado mes de junio. Hasta el momento, con más luces que sombras.

Mientras tanto, Kutxabank (fruto de la fusión de las tres cajas del País Vasco) y la aragonesa Ibercaja se resisten a dar un paso similar. El primero parece decidido a no pasar bajo esas "horcas caudinas", mientras que el segundo se tomará su tiempo antes de abrir su accionariado a nuevos inversores.

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