Ángel María Villar había tentado a la suerte en demasiadas ocasiones.
Con sus actitudes, en ocasiones prepotentes por sus relevantes cargos
en los estamentos internacionales UEFA y FIFA, se había ido creando
enemistades. Algunas importantes como las de los responsables del
deporte español. Especialmente, el Consejo Superior de Deportes. Había
ido salvando los escollos con fortuna y ganando las reelecciones creando
clientelismo. Había llegado incluso a amenazar con denuncias ante los
organismos internacionales por lo que calificaba de injerencias del
Gobierno.
A Jaime Lisawetski le llegó a plantear la expulsión de la selección
del campeonato europeo del que de la mano de Luis Aragonés se ganó el
torneo. A Miguel Cardenal le hizo lo propio. Villar no tuvo
enfrentamientos con el Secretario de Estado de turno, sino también con
el presidente de la Liga de Fútbol Profesional desde los tiempos de
Antonio Baró. Con el actual, Javier Tebas, se las he tenido tiesas
constantemente. Su labor de obstrucción ha llegado a situaciones
esperpénticas.
Ha renunciado en varias ocasiones a participar en cuestiones tan
importantes como los calendarios o los contratos con las cadenas de
televisión. Una de sus especialidades ha sido la de saltarse a la torera
las fechas de las elecciones presidenciales. Durante un tiempo se
negaba a que las autoridades deportivas y económicas del país
inspeccionaran sus cuentas. Consideraba que los dineros que ingresaba la
Federación por los partidos internacionales estaban fuera de su
control.
El FBI ha llevado a la cárcel varios dirigentes internacionales y en
la UEFA se descubrieron amaños entre Josep Blatter y Michel Platiní.
Villar estaba cerca de los hechos más escandalosos y su hijo Gorka más
que cerca en las cuestiones del fútbol suramericano del que era
dirigente. Ahora, a Villar le ha tocado su hora.
La Fiscalía Anticorrupción ha entrado a saco en la Federación y le ha
detenido junto al vicepresidente Juan Padrón, su mayor consejero. Las
acusaciones son graves: “Administración desleal, apropiación indebida,
corrupción entre particulares y falsedad documental”. Está en manos del
juez Santiago Pedraz.
Posdata. La gran empresa de inversión de Peter Lim ha suspendido su
cotización en bolsa después de tres años de pérdidas. ¡Pobre Valencia!
(*) Periodista
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