lunes, 3 de julio de 2017

Pedro y Pablo no suman / Ramón Cotarelo *

Hace unos días Pedro y Pablo estuvieron de santo compartido. Quizá sea lo único que comparten: la onomástica, el santo. Ya no el santo y seña, lo cual es razonable, dado que no hay operación alguna. Negándose C's a cualquier acuerdo con Podemos y viceversa, no hay posibilidad de moción de censura sin contar con los votos de los indepes catalanes y ese es el embrollo de la política española. 
 
Sánchez aseguró que pediría la dimisión de Rajoy como primera providencia de su SG y no solo no lo ha hecho sino que no lo hará porque ve que no basta con pedir la dimisión. Hay que forzarla, cosa solo posible con los votos catalanes que el PSOE repudia de raíz sin mucha justificación.

Sobre todo porque la única alternativa -y una por la que suspira el ala derecha del PSOE- es la gran coalición de hecho o de derecho, una especie de gobierno de unión nacional que sume los escaños del PP, el PSOE y C's (254) en todo lo relativo a Cataluña. Esta alianza no tendría por qué ir en detrimento electoral del PSOE pero, desde luego, barrería su expectativa de configurarse como el partido hegemónico de la izquierda.

Ninguno de los dos puede llegar al gobierno por sí solo. Juntos, tampoco, porque cada uno de ellos veta al posible aliado del otro. Y, por si acaso no lo hiciera, probablemente Rajoy tiene ya preparado el decreto de disolución para elecciones anticipadas.
 
Estos catalanes son gente muy peculiar y tremendamente tornadiza. Hoy amanecen nazis y mañana resultan ser bolivarianos. Eso no es serio, hombre. A ver si fijan ya el rumbo y se les aplica la correspondiente cataplasma.

El País se apunta a la cruzada antivenezolana pero lo hace con documentos fehacientes, que desmenuza y analiza con verdadero susto; tanto que acaba haciéndose un lío. Ese proyecto o bosquejo o preludio de ley de transitoriedad no tiene en sí mismo otro defecto que su inverosímil prolijidad ante el imponderable de la reacción del Estado a la mera aprobación de la ley. 
 
Superado este nada pequeño obstáculo, todo lo demás vendrá rodado. Pero rodará, según anuncia la Generalitat, de un modo muy europeo y, por tanto, poco bolivariano. Sobre todo porque el propio proceso bolivariano cita explícitamente como modelo el de Islandia, país europeo, aunque lejano.
 
 
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
 

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