domingo, 23 de julio de 2017

En una época de engaño mundial, decir la Verdad es revolucionario / Guillermo Herrera *

Estoy cansado de que se utilice como insulto la palabra ‘antisistema’, sin saber realmente de lo que están hablando, porque la mayoría de los políticos son analfabetos intelectuales, expertos en poner el cazo y servir fielmente a los banqueros para conseguirse una jubilación dorada, con algunas excepciones, como el inteligente Margallo, que no tardaron en quitarlo de en medio, o como Tierno Galván, que fue arrinconado en una alcaldía, para que no molestara demasiado a nivel nacional. Y que conste que no soy de ‘Podemos’ sino de “queremos otra cosa diferente”.

Si bien la expresión ‘antisistema’ carece de significado negativo, en ocasiones los medios de comunicación la utilizan en sentido peyorativo para referise a toda aquella posición disidente ante el sistema imperante, o a las actividades que, fuera del ‘mainstream’ político o social, realizan estos.

No es extraño, por tanto, que los medios de comunicación simplifiquen su significado, interpretando que existe como “movimiento organizado único, de carácter violento y extremista”. De esa manera, bajo el significado de ‘antisistema’ se desliza de manera inconsciente el atributo de ‘violento’, aunque necesariamente no lo sea.

Por eso reivindico la palabra ‘radical’ en el sentido de ir a la raíz de las cosas, no la palabra ‘extremista’ porque la violencia no conduce a ninguna parte. Tenemos que ser damas o caballeros educados, capaces de sentarnos a comer con nuestros oponentes, y tratar de ponernos de acuerdo civilizadamente, o al menos negociar una posición intermedia. Lo contrario sería acabar a tiros, y eso sería una salvajada.

No se dan cuenta de que el mayor antisistema de la historia fue Jesús de Nazaret que luchó contra el orden establecido por los fariseos, y fustigó a los cambistas usureros que engañaban a los peregrinos ignorantes que venían al templo de Jerusalén, igual que hacen los bancos hoy en día. Pero la Iglesia imperial de Roma ‘domesticó’ la imagen revolucionaria de Jesús para adaptarla a sus intereses del sistema católico.

El comunismo no fue más que una pésima imitación del comunitarismo que practicaron los cristianos primitivos, del mismo modo que el “nuevo orden mundial” es imitación horrible del Reino de Dios prometido en el Apocalipsis que pedimos cuando rezamos “venga a nosotros tu Reino”.

Esto se entiende porque los seres de la oscuridad carecen de creatividad propia y tienden a imitar la perfección y la belleza de las obras divinas, pero nunca lo consiguen y siempre les sale un ‘churro’ del modelo real.

Hoy en día los jesuitas se han convertido en la facción esotérica illuminati de la Iglesia Romana, en los mayores expertos en secretismo, desinformación y manipulación de masas, y la Orden de Malta en el servicio secreto de espionaje del Vaticano, con licencia para matar. Pero vayamos al tema que nos ocupa:

Según el diccionario de la RAE el adjetivo ‘antisitema’ designa a una persona que es “contraria al sistema social o político establecidos”, y según la Wikipedia ‘antisistema’ (o movimiento antisistema, o grupo antisistema, o contrapoder) se refiere a aquella persona o grupo de personas con una ideología disconforme con el orden político o social establecido, que mediante reivindicaciones o acciones tratan de cambiar el statu quo.

No existe un movimiento antisistema único, ya que la base ideológica de los movimientos antisistema es compleja, amplia y heterogénea, incluyendo corrientes como la antiglobalización, el anticapitalismo y en general el inconformismo militante de movimientos cívicos y éticos, asociaciones e incluso partidos políticos.

Lo cierto es que bajo el ambiguo paraguas del concepto "antisistema", pueden agruparse movimientos de espectro anarquista, libertario, comunista, fascista, ecologista, anticapitalista, y un largo etcétera, que pueden llegar a confluir y coincidir (pese a sus enormes diferencias) en el tipo de acciones, como la guerrilla de la comunicación, o la acción directa, de forma que un observador externo que no conozca las diferencias (a veces sutiles) entre unos y otros, puede llegar a interpretarlos como pertenecientes a un todo uniforme.

Por lo tanto, no se puede simplificar a las personas con palabras lapidarias como ‘antisistema’ que lo único que hacen es crear confusión, violencia verbal y prejuicios políticos.
 
 
 
(*) Periodista

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