lunes, 5 de junio de 2017

La danza de FER / Rosa Roda *

Una vez demostrada la ineficacia de las rogativas a la Virgen como solución a la falta de agua que padece la región de Murcia, solo cabe una posibilidad y es recurrir a la danza de la lluvia que en numerosas culturas se ejecuta para invocarla y garantizar el éxito de la cosecha. No queda otra que instar a nuestros parlamentarios a que, encabezados por el presidente López Miras, hagan como los indígenas zuñi de Nuevo México, se adornen con plumas y turquesas que simbolizan el viento y la lluvia respectivamente y bailen en círculo hasta que llueva o el Gobierno de Rajoy (harto de verles en televisión danzando en taparrabos) se decida a encabezar un gran pacto nacional del agua. No solo por la región de Murcia, sino por una cuestión de Estado que afecta a toda España porque los ciclos de sequía serán cada vez más largos y frecuentes como consecuencia del cambio climático. Mayo ha sido el mes más seco de los últimos 34 años.

Pero me temo que ni con medidas extremas de tal calado (ver a sus señorías bailando de esa guisa puede herir sensibilidades) se resuelve algo tan contaminado en un contexto político tan convulso. Contexto político y económico con el que López Miras ha justificado que ya no se reclame el trasvase del Ebro que tantos votos trasvasó en su día al Partido Popular de Ramón Luis Valcárcel al tam-tam de «Agua para todos».

Hace un año que Pedro Antonio Sánchez, con motivo del Debate sobre el Estado de la región, ofreció a los grupos parlamentarios un Pacto Regional del Agua para dar ejemplo de unidad al resto de España, pero luego olvidó incluirlo en el orden del día de la VI Conferencia de Presidentes celebrada en enero de 2017. Nunca quedó claro si lo propuso y se lo rechazaron o, simplemente, ni llegó a plantearlo para no molestar a Rajoy ni a otros presidentes regionales con un asunto que resulta incómodo. En cualquier caso, el nulo peso político de la región de Murcia y de su Gobierno en Madrid quedó patente una vez más y de nada sirvió que intentara arreglarlo más tarde dedicándole unas palabras de su breve discurso.

´Ya y para siempre´. Ahora lo va a intentar López Miras y a porta gayola quiere comparecer en la Asamblea Regional para decir una obviedad y es que «Murcia necesita agua ya y agua para siempre». Algo que antaño ya exigía Valcárcel aunque en cuanto su consejero Antonio Cerdá pasaba de La Roda, la reivindicación de desinflaba como si en ese punto de nuestra geografía hubiese una especie de campo magnético de kriptonita que les deja sin fuerza como a Supermán.

López Miras se equivoca de ventanilla porque si de algo vamos sobrados en la región es de titulares hídricos que no llevan a ninguna parte. El agua hay que exigirla en Moncloa y en el ministerio de Agricultura donde nuestro flamante nuevo presidente aún no ha sido recibido oficialmente.

Ademas, según COAG, la directora general del Agua, Liana Ardiles (y esto es grave) ha ralentizado soluciones técnicas a la falta de agua en el campo de Cartagena porque le sentó ´fatal´ que la consejería de Agricultura dirigida por Adela Martínez-Cachá requiriera oficialmente a la Confederación Hidrográfica del Segura para que taponara la red de salmoreoductos que estaba vertiendo al Mar Menor desde la rambla del Albujón después de que televisiones de medio mundo difundieran la sopa verde en la que se había convertido la laguna salada por culpa, entre otros, del organismo de cuenca. Le sentó fatal porque en ese momento a Ardiles se la estaba relacionado con la trama corrupta de ACUAMED que investigaba la Audiencia Nacional y no quería que le endosaran también la contaminación del Mar Menor tras años de dejación ministerial.

En otras palabras: le tocó las narices que una administración regional de una comunidad pequeña como Murcia le dijera qué tenía que hacer y cómo hacerlo. Ardiles, que llegó al ministerio desde la Confederación Hidrográfica del Duero, por sistema ha dicho no a cualquier propuesta que ha llegado desde Murcia y a cuyos directores generales, ya sea en reuniones sobre agua o Mar Menor, ha tratado de manera despectiva y vejatoria con expresiones del tipo «Tú te callas» o «Tú hablarás cuando yo te lo diga».

«Las malas relaciones entre el ministerio y la consejería nos han perjudicado porque estaban enconadas y ahora toca recomponerlas», dice ahora el dirigente de COAG-Cartagena Vicente Carrión para justificar que el nuevo consejero del ramo, Francisco Jódar, haya vuelto de su reunión con Ardiles sin fecha para la apertura de los pozos de sequía pero satisfecho por el clima cordial del encuentro porque, al parecer, Ardiles ha decidido perdonar la insolencia de los murcianos.

Carrión, que quería seguir regando de pozos y desalobrando, no olvida que Martínez Cachá provocó que confederación sellara los vertidos, como Ardiles no perdona que la dejaran en evidencia unos murcianos. Resultado: Martínez Cachá a la consejería de Educación aunque ha sido la única que realmente se ha creído su papel y cada vez que ha ido a Madrid ha planteado soluciones y exigido agua. Ha sido una consejera reivindicativa que es a lo que en el ministerio no están acostumbrados y la región de Murcia necesita.

Que en un año haya sido imposible un pacto regional demuestra lo que la falta de agua preocupa y ocupa a nuestros políticos, es decir, lo justo y menos. Un desinterés que no pasa desapercibido en el ministerio de Agricultura cuya titular, Isabel García Tejerina, aseguraba recientemente en Ciudad Real para tranquilidad de los manchegos que «no habrá más trasvases del agua a la cuenca del Segura» porque con el memorándum se había elevado el mínimo trasvasable de 240 a 400 hectómetros cúbicos. La prueba palpable de que Dolores de Cospedal nos metió un gol por toda la escuadra a cuenta del memorándum. Ahora no hay trasvases de agua ni para abastecimiento y García Tejerina no porta por esta tierra seca ni de incógnito.

Ciudadanos no quiere meterse en ese charco, pero dejará que sus diputados regionales hagan el paripé. Su presidente, Albert Rivera, ha visitado Murcia recientemente y no se ha mojado. Que lo haga otro, vino a decir. «Yo no soy el presidente de este país. Ese asunto debe encabezarlo Rajoy», dijo Rivera cuando le preguntaron si apoyaría en el Congreso una propuesta para redotar la cabecera del Tajo con trasvases desde el Ebro, el Duero o el Tajo Medio que los regantes están dispuestos incluso a pagar de su bolsillo. Se limitó a decir que «los políticos deben sacar las zarpas del agua» y que está a favor de un PHN «que respete los caudales ecológicos». Fin de la cita.

Los otros. El PSRM-PSOE está entretenido buscando la manera de que María González Veracruz (de profesión diputada) herede el puesto de su padre al frente de la secretaría general y por eso anda pidiendo que se cierren filas en torno a Pedro Sánchez, pero no fue capaz de defender con su voto en el Congreso el «no es no» a Rajoy. Tan despistados están que permiten que sus compañeros diputados voten en el Congreso en contra de los bancos de agua y de la cesión de derechos. Tampoco han sabido frenar las andanas antitrasvasistas de García Page.

El PP hace tiempo que perdió toda su credibilidad en lo que al agua se refiere. Rajoy ha incumplido su promesa de aprobar un PHN, ya no menciona la palabra trasvase y directamente ignora a los populares murcianos y más ahora que su presidente Pedro Antonio Sánchez puede acabar procesado por temas de corrupción tan mediáticos como Púnica. Y lo que es más grave, las inversiones en agua caen a mínimos en los Presupuestos Generales del Estado 2017. Tampoco hay nuevos proyectos para el futuro pese a que la cuenca del Segura está en situación de alerta.
 
Y de Podemos, qué decir. Pues que por ellos tendríamos que conformarnos con lo que llueve, plantar tomates y lechugas en macetas para autoconsumo y asumir el inexorable avance del desierto.

Podemos, más que izquierda poliédrica que diría Ramón Luis Valcárcel, es una izquierda polisémica porque lo mismo significa hasta cinco cosas distintas si atendemos a las candidaturas presentadas para hacerse en junio con la secretaría general del partido en la región: Más Podemos, Con la gente podemos, Profundización Democrática, Podemos para todos y Podemos en Movimiento. Y todos proponen lo mismo: comunismo más o menos edulcorado con ciertas dosis de anticapitalismo.

Los encargados de levantar acta de cualquiera de sus reuniones asamblearias (imaginémosles discutiendo sobre agua y trasvases) deben acabar guiñando el ojo izquierdo como Millán Salcedo de Martes y Trece en el sketch de Encarna y la empanadilla y preguntando: «¿Entonces qué tengo que apuntar?», porque cada reunión debe dar para una tesis.

Somos capaces de llevar gas, petróleo y electricidad de donde se produce a donde se consume mediante grandes y complejas infraestructuras. Somos capaces de construir cientos de kilómetros de AVE, colosales viaductos sobre valles y horadar montañas con potentes tuneladoras para vertebrar España, pero somos incapaces de construir canales que lleven agua de donde sobra a donde falta. No hemos aprendido que las grandes civilizaciones que nos precedieron, evolucionaron gracias a las obras hidráulicas: Roma, Egipto, Mesopotamia, China... Todas ellas basaron su prosperidad en la disponibilidad del agua que ahora nos negamos entre españoles.

En este país se acabaron las mayorías absolutas y eso significa que Rajoy desperdició una oportunidad única para hacer algo realmente grande y ser recordado por algo más que «Luis sé fuerte», «la caja B del PP» o «un plato es un plato y un vaso es un vaso». El contexto político nunca volverá a ser propicio para un pacto nacional del agua porque la mediocridad y el cortoplacismo han colmado nuestras instituciones políticas hasta hacerlas inoperantes e inservibles.

A Murcia no le queda otra que instar a sus señorías a adornarse con plumas y ejecutar cual chamanes la danza de la lluvia esperando un milagro que no parece probable porque no está para llover.


 
(*) Periodista. Jefa de Informativos de Onda Cero en Murcia.


http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/06/03/danza-fer/834574.html

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