El gobierno y su partido no quieren
comisión de investigación sobre la caja B. El portavoz, Maíllo, la
considera "ilegal" (sin explicar por qué) y la atribuye a una operación en contra del PP.
No
se han movido un milímetro. En 2009, en una comparecencia insólita, con
todos los miembros del Comité Ejecutivo Nacional, Rajoy aseeguraba que
la Gürtel no era una trama del PP sino una trama contra el PP. Una foto impresionante aquella, en la que hay imputados, dimitidos, procesados y hasta presos.
Entre
la primera y la segunda denuncia de manía persecutoria, esto ha sido
una orgía de corrupción y delincuencia en todos los niveles y todos los
sujetos. Hasta el partido está imputado como tal. Sin duda, un hecho
insólito, que un partido procesado alimente un gobierno encargado de
hacer cumplir la ley. Es literalmente ridículo. Y si añadimos que su
presidente -y presidente del gobierno- está llamado a declarar en el
proceso, sin duda parte de la trama contra el PP, el ridículo alcanza lo grotesco.
Así
que se entiende esa oposición frontal del gobierno a la comisión.
Frontal y con todas las armas, hasta las fantásticas, como esa de
recurrir a los tribunales con una incomprensible cuestión de legalidad.
Desde la declaración de 2009, Rajoy y su gobierno y partido no han hecho
otra cosa que obstaculizar toda investigación y, desde luego, la acción
de la justicia. Y por todos los medios. Algunos de esperpento, como los
últimos nombramientos de jueces afines y el sainete de los fiscales.
En
su furia del Talión, el partido y su gobierno prometen una hecatombe
andalusí en el Senado (donde tienen mayoría absoluta) a cuenta de los
ERE. La pobre señora Díaz no gana para disgustos. A nadie se le escapa,
sin embargo, que, como amenaza, la del Senado es pobre porque el peso
político de la cámara es cero. Pero sí revela un espíritu de revancha,
de "y tú más" elevado a lo institucional.
En
todo caso, esta gente no está en condiciones de gobernar. Nunca ha
tenido clara la distinción entre lo público y lo privado pero ahora ya
está en la mayor ofuscación. Rajoy afirma que hará todo lo posible por evitar una declaración unilateral de independencia
en Cataluña. Ha tenido 10 años (de ellos seis en el gobierno) para
hacer algo y no ha hecho nada, salvo calificar una Diada de dos millones
de personas de algarabía. Pues sí, hemos estado gobernados por
esto que ahora se encuentra, como el resto del país, con una posible DUI
que nadie pensaba fuera posible.
La
oposición no tiene más remedio que aliarse para poner fin a este
desgobierno. El PSOE se abstiene en las mociones de censura (MC) de
Podemos y hace bien. No se contó con él para presentarlas y, aunque la
urgencia y gravedad de la situación aconsejaran prescindir de estos
remilgos (que no es el caso) queda el hecho de que el partido está
recomponiéndose vía congreso y se encuentra en una situación de
inmovilidad, como la crisálida, de la que saldrá luego el individuo
adulto, capaz ya de tomar decisiones en cuestiones de alianzas con la
izquierda.
La
MC de Podemos tiene la noble tarea de servir de prolegómeno a la que se
presente posteriormente con apoyo negociado de toda la izquierda y la
candidatura de Sánchez a la presidencia.
Pero tiene que haber moción de censura. Y de ahí, un gobierno capaz de negociar una solución pactada con la Generalitat.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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