sábado, 10 de junio de 2017

Los seres humanos / Ramón Cotarelo *

Gobiernan los decendientes ideológicos y biológicos de quienes un buen día se llevaron por la fuerza a Timoteo Mendieta, lo fusilaron sin más y tiraron su cuerpo en una fosa común, como venían y siguieron haciendo durante años con miles y miles de Mendietas en todo el país.

Creyeron que, con este genocidio vivido durante años por una población aterrorizada y el régimen criminal que instauraron la gente se resignaría, se callaría, olvidaría.

Olvidar que una noche cualquiera un grupo de delincuentes armados irrumpa en tu casa cuando tienes 13 años y se lleve a un padre con siete hijos y, sin más contemplaciones ni juicios ni nada, lo asesine ante la tapia de un cementerio y entierre su cadáver de cualquier modo es mucho olvidar. 
 
Los asesinos, sus cómplices, sus beneficiarios y quienes hoy (sin atreverse a hacerlo a las claras, aunque lo piensan porque tienen la misma alma de asesinos y cobardes que sus antecesores) se oponen con uñas y dientes a que la gente pueda recuperar los restos de sus familiares, bárbaramente masacrados, no contaron con el tesón, la voluntad, la fuerza de espíritu y el innato sentido de la justicia que anida en muchos corazones humanos, como el de la hija de Mendieta, quien ha vivido para este momento de recuperar los restos de su padre pues quiere que la entierren con él. 
 
Estos asesinos, los de ayer y los de hoy jamás comprenderán ese fondo oscuro lleno de esperanza que hay en la Humanidad cuando se revela en casos concretos, escuetos, sencillos pero inabarcables en su profundidad moral.

Creyeron que era cuestión de tiempo y de (falta de) dinero, como llegó a decir ese granuja, diputado del PP y a la vez vergüenza del Parlamento, Hernando, de que los familiares solo se acuerdan de los fusilados cuando hay dinero de subvenciones. Por cierto, este elemento es diputado por Guadalajara, la tierra de los Mendieta. Ya podía pasarse por su casa a pedir perdón por lo que los suyos hicieron y él ha venido a coronar.

Algo impensable. El gobierno al que apoya este sujeto, sin duda para hacer buenas sus odiosas palabras, ha dejado sin fondos la Ley de la Memoria Histórica. Ni un euro para desenterrar a los asesinados por sus antecesores, amigos y correligionarios. Es normal. No van a emplear fondos públicos para esta tarea de justicia cuando los necesitan para robarlos, para pagarse borracheras, cacerías, putas y trajes caros, que para eso ganaron la guerra y ochenta años más tarde pueden seguir mostrando su espíritu de asesinos.

Los fondos para la exhumación de Mendieta y otras dos docenas de asesinados más (cosa que ha sido posible, a su vez, gracias a la perseverancia de una jueza argentina) provienen de aportaciones voluntarias, privadas y, en muchos casos, extranjeras. En este caso, un sindicato noruego que ha aportado 6.000 euros para financiar la excavacion.

Realmente, España tendría que estar gobernada por extranjeros y no por esta banda de ladrones, descendiente ideológica de otra de asesinos.
 
 
La capacidad de Rajoy para simplificar lo más complejo en términos toscos es fabulosa. "Chisme" le parece la dimisión de un fiscal anticorrupción. "Algarabía" se le antojaba una Diada de dos millones de personas en la calle en Cataluña. "Chisme" podría ser que él se haya equivocado al votar los presupuestos y "algarabía" la que suelen montar las bancadas del PP en las diferentes asambleas (municipal, autonómica, estatal) cada vez que se debate sobre sus fechorías que es más o menos, siempre. En absoluto. Esos no son ni chismes, son business as usual.

La Política es algo distinto. Sostiene el presidente de los sobresueldos que "política es hacer las cosas a lo grande, fijarse en lo importante, etc." Un fiscal anticorrupción dimisionario por presunta corrupción no es grande; una Diada de millones, tampoco. ¿Qué es "a lo grande"? ¿El ejemplo es Ignacio González hoy entre rejas por hacer las cosas a lo grande a través de la Política? 

"A lo grande", dice un sujeto citado a declarar como testigo en un proceso a su partido por presunta financiación ilegal que lo salpica de lleno porque se alzó con la victoria, al parecer, con esa financiación ilegal. A lo grande. 

Lo del fiscal anticorrupción no es un "chisme" y, además, no es él solo. Son tres piezas: otro fiscal y un ministro de Justicia, los tres reprobados por el Parlamento. Reprobados por hacer lo contrario de lo que se supone deben hacer como servidores públicos del interés general, no el de un partido y menos el de un investigado. 

Llegados aquí, la verdad, da pereza seguir acumulando agravios. No hay día sin acto corrupto. Esto parece una verbena de hampones de todo tipo. Mientras Rajoy habla de "chismes" le sale un cargo de su partido (un exjefe de gabinete de Villalobos) guardando, como hormiguita previsora, 146 lingotes de oro en Suiza. Cada cual pondrá sus lingotes de oro donde quiera, faltaría más; lo interesante es de dónde vienen, si están declarados, el carácter del propietario y el hecho en sí. Nada extraño sería que mañana supiéramos de un presidente de Comunidad o de Diputación que se ha llevado todos los cuadros de un museo, sustituyéndolos por copias.

Es una situación que recuerda esos cuadros de flamencos, de Jan Steen, Teniers, Breughel, etc que retratan riñas y fiestas de campesinos en las que corren los porrones y los mamporros. González ha metido en el baile a cuenta de La Púnica a un expresidente de Castilla y León, actual alcalde de algún sitio y la señora Cifuentes lucha denodadamente por mantener su rubia cabeza por encima de la ciénaga de la Comunidad de Madrid, enzarzada en una lucha de corrala tan chulapa como vergonzosa. 

Esto es una zarzuela en la que los jueces están en almoneda, el Parlamento carece de autoridad y el gobierno está en manos de un partido imputado en un proceso penal. Del resto, ya no hablamos. Una zarzuela de la España eterna. Si alguien cree que exagero, que mire este vídeo en el que un grupo de peregrinos españoles que viajan a Lourdes a cuenta del contribuyente se marca una conga al ritmo de "¡Viva España!"  Son guardias civiles, militares, curas con un par de agentes franceses. Pues eso. Unos condecoran vírgenes en nombre de Bakunin y otros en recuerdo de Francisco Franco. 

Lo único que cabe hacer aquí es convocar un pleno del Congreso de reprobación a Mariano Rajoy, responsable del desastre en que se encuentra el país. Para ello es imprescindible que los dos partidos de izquierda se entiendan. Que dejen de atacarse y aúnen fuerzas para conseguir una mayoría absoluta a favor de la reprobación. La moción de censura de Podemos fue extemporánea y lo mejor que puede hacer es seguir su curso y fenecer de muerte natural y sin cainismos. 
 
A su vez, el PSOE puede sumplir su anunciado propósito de pedir la reprobación y dimisión de Rajoy y, de no producirse esta, quedaría expedito el camino para una nueva moción de censura con un acuerdo de los dos partidos de la izquierda, con el apoyo de todos los demás, exceptuado C's y la candidatura de Sánchez a la presidencia. Caso de conseguir mitigar los ardores narcisistas, fuertes por estos pagos.

Si tal cosa es posible depende casi en exclusiva del enfoque que se dé a la "cuestión catalana". El de la derecha ya se conoce: ruptura de diálogo y represión hasta sus últimas consecuencias y por todos los medios que arbitra la Constitución, que son todos. ¿Y el de la izquierda? ¿Es distinto? ¿En qué? ¿Serviría para entenderse con los catalanes? Se podría aceptar el referéndum negociando la pregunta y, en cuanto a su carácter de vinculante o consultivo, la izquierda española tiene una aliada nada desdeñable en la izquierda catalana no independentista, lo cual le da bastante fuerza negociadora.

No es probable que el bloque independentista acepte rebajar el carácter del referéndum pues las posiciones están claras, aunque nada hay definitivo en esta vida, salvo la muerte. En todo caso, no será preciso llegar a este punto porque es poco probable que el Congreso del PSOE dé un mandato a Sánchez para negociar una fórmula con referéndum consultivo. Y, no siendo esto, tampoco lo será que se forme un gobierno de izquierda. 

Esta última parte del post era una ensoñación utópica.
 
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
 

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