Sobre gustos no hay nada escrito ni siquiera en política. Adivina,
adivinanza ¿quien ganó el debate de la moción de censura? Para la
mayoría social que vota al PP el triunfador fue Rajoy, quien además ganó
la votación. Pero para los seguidores de la izquierda ganó Iglesias, al
menos en horas de radio y de televisión, lo que nadie discute.
Sin embargo al fondo de todo esto hay algo que a propios del PP y
extraños de otros partidos no deja de asombrar que es la capacidad de
resistencia de don Mariano Rajoy que soportó impasible, con algo de
baile de San Vito en su pierna derecha, más de tres horas de martillo
pilón, golpe a golpe, sobre la lista negra de la corrupción del PP.
Al final de todo eso don Mariano pasó el mal trago, ganó la votación y
a otra cosa mariposa. Y así va el caminante de los prados y montes de
Pontevedra pasando obstáculos desde que ganó las elecciones de 2015 y de
sobresalto en sobresalto por los estallidos en cadena de la corrupción
del PP.
Veamos, en primer lugar Rajoy por falta de apoyos políticos ‘declinó’
e hizo bien la propuesta del Rey Felipe VI de que se prestará a una
investidura para perderla. Lo que fue un error porque el Jefe del Estado
no puede convertir las Cortes en un circo inútil para que los leones se
coman ante el espanto de todos al domador. Sánchez, Rivera e Iglesias,
todos ellos muy monárquicos se rasgaron las vestiduras por la negativa
de Rajoy al Rey. Pero él estaba en su derecho y tenía razón.
Luego vino la osadía de Sánchez de presentarse a la investidura tras
lograr el encargo del Rey que, por segunda vez, se equivocó al presentar
ante las Cortes a un candidato sin apoyos suficientes al que se
comieron los leones de inmisericorde manera tras volcar Iglesias un saco
de cal viva de los GAL sobre la bancada del PSOE.
Y ello después de que Sánchez y Rivera festejarán como histórico un
pacto de Gobierno que no prosperó y Rajoy calificó de ‘los pactos de
Guisando’. Y todo eso después de rechazar intrigas palaciegas para
pedirle a Rajoy que el PP dejará gobernar a Sánchez con su abstención,
ruego temerario que por supuesto don Mariano no aceptó.
Llegaron las segundas elecciones y Rajoy mejoró el resultado y
bajaron el suyo Sánchez, Rivera e Iglesias. Y entonces las intrigas
palaciegas por vía de la cúpula del Ibex 35 le pidieron a don Mariano
que se retirara y dejara paso a otro candidato del PP -como sugería
Rivera- lo que para colmo le llegó por vía de Viri, su mujer, lo que
indignó a Rajoy quien por supuesto se negó y mantuvo su candidatura
hasta que Rivera y el PSOE, tras decapitar a Sánchez, se pusieron a su
disposición para evitar unas terceras elecciones porque ambos temían un
nuevo ascenso imparable del PP y la llegada de Podemos al liderazgo de
la Oposición.
En medio de todo esto Sánchez le llamó ‘indecente’ a Rajoy en un
debate electoral televisado a toda España, luego un canalla le propinó a
Rajoy un puñetazo en la cara y le rompió las gafas en Pontevedra. Más
tarde en esa misma ciudad, su ciudad, lo declararon persona no grata
mientras dentro de su partido Aguirre y Aznar le hacían la vida
imposible.
Pero como ya saben ustedes don Mariano superó la prueba de la
investidura y aprobó el techo de gasto de las cuentas públicas de 2017 y
más tarde los Presupuestos. Y ahora superó la moción de censura y a
finales de julio debe declarar como testigo ante el juez del caso Gürtel
y a la vuelta del verano le espera el desafío catalán, mientras en la
UE comienza el Brexit y tendrá que estar atento a lo que pase allí,
mientras progresa el crecimiento y el empleo, lo que dicho sea de paso
no está nada mal, por precario o temporal que sea.
Si, ya sabemos que las instituciones, la corrupción y ciertas malas
artes están en el reverso oscuro o fuerza Leviatán del uso y abuso del
poder. Pero eso tiene sus riesgos aunque forma parte de la estructura
política en esta España trepidante, agotadora y calurosa en la que el
equipo de confianza de don Mariano va con la lengua fuera buscando
desesperadamente la playa de agosto en la que, por ejemplo, Carmen
Martínez Castro piensa escribir para olvidarse de todo esto una novela
porno policiaca: ‘El crimen pasional de San Valentín’.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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