El director del departamento de inmuebles afirmaba, en 2009, que por
cada vivienda que vendían, les entraban diez procedentes de impago de
hipotecas. Cuando se anuncia el SIP con Cajastur, Extremadura y
Cantabria, el recién nombrado responsable de riesgos de CAM observó con
estupor que gran cantidad de créditos hipotecarios por encima de diez
millones de euros a constructores y promotores se sostenían con la
garantía de suelo rústico sin valor alguno y apenas unas promesas vagas
de recalificación por parte del concejal de urbanismo de turno. La
historia de la CAM es la del tonto y los tramposos.
UNO: Modesto Crespo,
sonrisa de hiena, afirma como reo en la Audiencia Nacional que se
limitaba a acompañar a las señoras, como ordenanza distinguido y de
lujo, a comprar bolsos y zapatos a un outlets. No sabía nada, no
entendía nada y su cargo no era ejecutivo; eran los directivos los que
tenían la responsabilidad de la gestión de la Caja de Ahorros del
Mediterráneo. Por no saber nada disponía de un sueldo de 300.000 euros,
nunca visto en la CAM para un presidente, coche oficial, varios
teléfonos móviles de última generación, tarjeta de gastos y asistente.
Ya apuntaba maneras pues su paso por la Federación del Metal, Fempa, y
por Coepa, acabó en los juzgados por irregularidades contables.
DOS: Roberto López Abad
afirma como reo en la AN que la Caja no era «lo peor de lo peor» como
afirmó MAFO, sin embargo cuando los socios del SIP -Cajastur,
Extremadura y Cantabria- sospecharon de la posible alteración de las
cuentas de la CAM, se marcharon poniéndolo en conocimiento del Banco de
España. Pepe Colau Forner, secretario general del
consejo afirmó en aquel momento, con torería y valor muchamelero, que
los socios que se iban eran «cajitas» y la CAM era un portaviones que
seguiría navegando.
López Abad afirma que KPMG auditores dio por buenas
las cuentas y que AFI, consultora presidida por Emilio Ontiveros,
otro que tal, consejero del grupo industrial de Caja Castilla La Mancha
y que la llevó a la ruina, también afirmaba que la Caja iba
perfectamente, pero titulizaron préstamos hipotecarios tóxicos y los
vendieron con pacto de recompra al año siguiente, si el prestatario no
pagaba, como así ocurrió. Tras la creación del Banco Base, dejó a Amorós Marco
de directora general y se marchó a Madrid con instrucciones de firmar
lo que hiciese falta pero que a él no lo tocaran en Madrid. Ignoro su
sueldo entonces pero tuvo la indecencia de cobrar la indemnización y
casarse antes de irse para cobrar lo que la Caja preveía en esos casos.
TRES:
María Dolores Amorós culpó al Banco de España de todos los males de la
Caja. En condiciones normales no hubiese pasado de cajera terminalista
de oficina de quinta categoría, pero Juan Antonio Gisbert,
el genio tenebroso, la elevó a las alturas. Ahora comparte estrategia
jurídica de echarle toda la culpa a su directo colaborador Teófilo Sogorb
como máximo responsable de la «planificación y el control». El
responsable de comunicaciones de CAM afirmaba que «perdía» sus móviles,
ordenadores y tabletas cada cierto tiempo para lograr su reposición por
otras de última generación. Gisbert no sólo la colocó en las alturas
sino que le inculcó sus aficiones a disponer hasta de cuatro móviles
diferentes, uno por mejilla.
CUATRO: Teófilo Sogorb afirma como
reo de la AN que KPMG dio por buenas las cuentas que él, como director
de Planificación y Control, elaboraba y que el Banco de España las
aceptaba. Sogorb, Teofilín, fue de los pocos librados de la limpieza
étnica que emprendió Gisbert tras el golpe de estado de 1992.
Si
alguno se puede librar de toda esta basura, es Teófilo Sogorb. Era el
todoterreno, trabajador incansable, no tenía horas, pero la tentación
del poder fue tan fuerte que hizo realidad que los dioses vuelven locos a
los hombres a través de la vanidad. En cinco años triplicó su sueldo e
hizo de tripas corazón. Me consta que no se enriqueció y lo que percibió
fueron sus emolumentos reglamentarios.
CINCO: El Frob: Iturriaga, Herranz y González Peña.
Llegaron en julio de 2011 para hacerse cargo de la administración de la
CAM. Al igual que es condición de rata abandonar el barco que se hunde,
es condición de buitre acudir al despojo del cadáver. La despedida de
Iturriaga cuando se traspasó el Banco CAM al Banco Sabadell se hizo en
el chalé de un conocido empresario de autobuses de la ciudad y allí
estuvo Rafael Galea.
El dueño de Hansa Urbana afirmó en una cena: don Francisco Oliver Narbona,
no sé cómo usted no es multimillonario, y don Curro (Oliver) comentó con la
anfitriona: no me gustan tus invitados. Galea vino a Alicante reclamado y
contratado por Juan Antonio Gisbert.
Querido lector, cuando veas
un letrero de Solvia en una promoción piensa que por un euro el
Sabadell y Josep Oliú se han hecho inmensamente ricos y toda la fiesta
la ha pagado el contribuyente.
(*) Doctor en Ciencias Químicas y ex empleado cualificado de la CAM.
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