martes, 27 de junio de 2017

La Comisión, la corrupción y Montoro / Melchor Miralles *

La Comisión de Investigación sobre las finanzas del PP es como todas las comisiones que ha habido hasta la fecha, y que habrá hasta que se haga una reforma del Reglamento del Congreso: una ristra de sesiones inútiles, una serie de comparecencias estériles, que no van a llevar a nada, y que cada cual trata de rentabilizar políticamente para sacar cuatro titulares como si estuviera en un mitin. 

Son inútiles porque su objetivo debiera ser abordar las cuestiones y las posibles responsabilidades políticas en hechos graves, y no reiterar con menos medios investigaciones sumariales que se llevan a cabo en sede judicial.

De entrada, los diputados que las componen, salvo excepciones, no se saben el asunto, solo lo conocen por titulares de prensa y por búsquedas en Google, se lo han preparado como un debate con la intención de desgastar al adversario y se enfrentan a comparecientes que se lo saben de sobra, que pueden ser corruptos, pero no imbéciles, y les torean. Y si llega un tipo como Bárcenas, ni te cuento. 

Y al final, las conclusiones de las comisiones son pactadas por los partidos en función de la representación parlamentaria de cada uno, con lo que el resultado es lamentable. Para este viaje no hacen falta alforjas, es mejor no perder el tiempo y no hacerlas. A estos partidos no les interesa más que como una herramienta para desgastar al Gobierno.

El PP tiene el problema de que no está acostumbrado a la minoría, lo suyo son la mayoría absoluta y el rodillo, y como rezuma casos de corrupción por los cuatro costados, le espera una legislatura dura, y una comisión que no tiene otro fin que darle bambú del duro, en especial a Rajoy. La oposición va a tratar de alargar la comisión al máximo, porque cuanto más tiempo puedan copar titulares y portadas, mejor para ellos. 

Pero a los efectos del interés ciudadano, para conseguir que se sustancien responsabilidades políticas, pierdan toda esperanza. Nada de nada. En la política española los corruptos ajenos son malvados y perversos, pero los corruptos propios son héroes ejemplares.

Sucede, además, que buena parte de la oposición tiene también el techo de cristal, y la corrupción les salpica de lleno. Cada partido tiene sus casos, sus delincuentes, sus presuntos. El último escándalo salpica a Podemos, que defiende a muerte a sus concejales imputados y se pasa sus códigos éticos por el forro. Una y otra vez lo mismo.

Y la guinda, a la que hay que estar muy atentos. La titular del Juzgado de Instrucción 22 de Madrid ha admitido a trámite la querella contra el despacho Equipo Económico, fundado por Cristóbal Montoro (que hoy va a ser reprobado en el Parlamento), y va a citar a declarar como acusados al hermano del ministro y a sus ex socios, todos ellos con antiguas responsabilidades en la Administración. Se ventilan en el caso presuntos delitos de prevaricación, malversación de caudales públicos, tráfico de influencias y falsificación de documentos mercantiles y certificados. 

Una causa que tiene en vilo al Gobierno, que puede alargarse y en la que pueden surgir sorpresas desagradables. El Equipo Económico era un equipazo. Nació con Montoro y Guindos al frente, el hoy ministro de Economía se bajó del barco porque vio cosas en los tripulantes que no le gustaban, Montoro lo dejó por la política, pero allí siguieron su hermano y otros ex altos cargos de la cosa. Y por la calle Velázquez pasaron muchos, asuntos de alto riesgo. Veremos si la jueza llega hasta el final. Este caso daba para una Comisión de Investigación, pero de las de verdad.



(*) Periodista


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