miércoles, 14 de junio de 2017

Señor López, bienvenido al club / Ángel Montiel *

A Pilar Barreiro la imputaron a los veinte años de ejercicio del poder en el ayuntamiento de Cartagena. A su sucesor, José López, tan sólo le han bastado dos, los que constituyen la cuota pactada de su mandato, para despedirse bajo la sospecha de haber cometido cuatro delitos cuatro (prevaricación, malversación de fondos públicos, tráfico de influencias y negociación prohibida) en la única operación de cierta envergadura que ha promovido: la compra por el ayuntamiento del Hotel Peninsular. Todo un récord. 

El látigo contra la corrupción del PP cartagenero ni siquiera ha conseguido que a la exalcaldesa Barreiro la imputaran por sus denuncias, pues está implicada en un caso Púnica, que viene por otro lado y que no tiene que ver con su gestión en tantas y tantas operaciones de obras, compras, cesiones, subvenciones, permutas o recalificaciones sobre las que tuvo que decidir durante dos décadas, y hasta se viene escapando del caso Novo Carthago, no sin que los brujos visitadores de la Fiscalía del Estado hayan dejado de forzar la máquina judicial, es cierto, aunque se trate de una cuestión diseñada desde el Gobierno regional en la que ella debía ser colaboradora necesaria para satisfacer supuestamente las compensaciones del invitado a bodas del entonces presidente regional. 

Sin embargo, López no ha pasado como alcalde ni la primera prueba de un simple trámite de adquisición inmobiliaria, presuntamente en favor de un amiguete. Cazado. En el mismo pecado sobre el que catequizaba. Y nada más empezar, como quien dice. Deduzcamos, pues, que su problema con Barreiro consistía en que los amigos de ésta no eran los suyos, pero llegada la hora de sustituirla en el poder, los procedimientos permanecieron, sólo que con una renovación de los favoritos. En eso debía consistir el cambio. Además de que, como era previsible, las campañas electorales hay que pagarlas una vez que se llega al poder. Era previsible que, más tarde o más temprano, aparecieran estos síntomas, y López no ha decepcionado al respecto. 

Bien ¿y cómo ha sido la reacción de López al darse por enterado de su imputación? Ninguna diferencia en las expresiones, argumentos y justificaciones respecto a las de sus adversarios políticos cuando eran denunciados por él. Diríase que se ha aprendido el discurso con que se le replicaba desde el PP. Igualiquio, igualiquio, como en el tebeo. Esto en cuanto al fondo. Si atendemos a las formas, tampoco ha decepcionado, pues ha recurrido al insultómetro marca de la casa. No era previsible otra actitud en un personaje tan largón. Y sin dejar títere con cabeza, desde el PP a Ciudadanos pasando por Podemos, aunque respectando todavía al PSOE, que a partir de ahora tendrá que protegerlo a su pesar en calidad de aliado y contra la doctrina que mantienen los socialistas para sus propios dirigentes y militantes: los imputados, a casa. 

El PSOE tendrá que cargar con este mochuelo, que ya se ha ocupado de blindarse como vicealcalde frente a las reglas que él mismo dictaba para casos ajenos de presunta corrupción. Del pacto original, el llamado del bolígrafo, en el que apenas se especificaba el plazo para el relevo en la alcaldía, sin ningún añadido programático o de reparto de competencias, a un documento más preciso en el que el punto principal indicará que López es intocable hasta el banquillo, si toca, y más allá. Esto maniatará a los socialistas en el conjunto de la Región en cuanto a su crítica continuada al PP por motivos equivalentes. Veamos: ¿cómo exigir la dimisión del popular Pedro Antonio Sánchez por su imputación en Púnica a la misma vez que se aceptan los votos del también imputado José López y de los cuatro concejales de su partido para que sea posible obtener la alcaldía de Cartagena?

La causalidad ha querido que la imputación de López se haya conocido el día anterior en el que iba a hacer pública su dimisión, ayer mismo. Y ésta, no por la responsabilidad política derivada de la acusación judicial, sino por el cumplimiento del pacto con el PSOE que cifraba en dos años el periodo en que López disponía de la vara de mando antes de cederla a la líder socialista. 

La ´prudencia´ de no dimitir ayer, como estaba previsto, se justifica en la necesidad de negociar con el PSOE su continuidad como vicealcalde y responsable de Urbanismo en cualquier circunstancia, y que esto quede plasmado en un documento, ya sin bolígrafos analógicos, para fijar el blindaje. El imputado blindado. Pocos políticos han gozado en la Región de ese privilegio. PAS firmó con Ciudadanos un papel en el que aseguraba que si lo imputaban se iría; López firmará hoy con el PSOE que no se irá aunque lo imputen, y esto cuando ya está imputado. Así no hay disimulos. 

¿Quién le iba a decir a López, aparente enemigo eterno del PP, que al final acabaría imitando incluso más groseramente la estrategia de éste, es decir, convertirse en víctima para después intentar barrer en las elecciones municipales o autonómicas de 2019? Y el caso es que tal vez lo consiga. Mientras tanto, el resto de los imputados, incluida Pilar Barreiro, seguro que lo saludan solidariamente: bienvenido al club.


(*) Columnista


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