A Pilar Barreiro la imputaron a los veinte
años de ejercicio del poder en el ayuntamiento de Cartagena. A su
sucesor, José López, tan sólo le han bastado dos, los que constituyen la
cuota pactada de su mandato, para despedirse bajo la sospecha de haber
cometido cuatro delitos cuatro (prevaricación, malversación de fondos
públicos, tráfico de influencias y negociación prohibida) en la única
operación de cierta envergadura que ha promovido: la compra por el
ayuntamiento del Hotel Peninsular. Todo un récord.
El látigo contra la corrupción del PP
cartagenero ni siquiera ha conseguido que a la exalcaldesa Barreiro la
imputaran por sus denuncias, pues está implicada en un caso Púnica, que
viene por otro lado y que no tiene que ver con su gestión en tantas y
tantas operaciones de obras, compras, cesiones, subvenciones, permutas o
recalificaciones sobre las que tuvo que decidir durante dos décadas, y
hasta se viene escapando del caso Novo Carthago, no sin que los brujos
visitadores de la Fiscalía del Estado hayan dejado de forzar la máquina
judicial, es cierto, aunque se trate de una cuestión diseñada desde el
Gobierno regional en la que ella debía ser colaboradora necesaria para
satisfacer supuestamente las compensaciones del invitado a bodas del
entonces presidente regional.
Sin embargo, López no ha pasado como
alcalde ni la primera prueba de un simple trámite de adquisición
inmobiliaria, presuntamente en favor de un amiguete. Cazado. En el mismo
pecado sobre el que catequizaba. Y nada más empezar, como quien dice.
Deduzcamos, pues, que su problema con Barreiro consistía en que los
amigos de ésta no eran los suyos, pero llegada la hora de sustituirla en
el poder, los procedimientos permanecieron, sólo que con una renovación
de los favoritos. En eso debía consistir el cambio. Además de que, como
era previsible, las campañas electorales hay que pagarlas una vez que
se llega al poder. Era previsible que, más tarde o más temprano,
aparecieran estos síntomas, y López no ha decepcionado al respecto.
Bien
¿y cómo ha sido la reacción de López al darse por enterado de su
imputación? Ninguna diferencia en las expresiones, argumentos y
justificaciones respecto a las de sus adversarios políticos cuando eran
denunciados por él. Diríase que se ha aprendido el discurso con que se
le replicaba desde el PP. Igualiquio, igualiquio, como en el tebeo. Esto
en cuanto al fondo. Si atendemos a las formas, tampoco ha decepcionado,
pues ha recurrido al insultómetro marca de la casa. No era previsible
otra actitud en un personaje tan largón. Y sin dejar títere con cabeza,
desde el PP a Ciudadanos pasando por Podemos, aunque respectando todavía
al PSOE, que a partir de ahora tendrá que protegerlo a su pesar en
calidad de aliado y contra la doctrina que mantienen los socialistas
para sus propios dirigentes y militantes: los imputados, a casa.
El
PSOE tendrá que cargar con este mochuelo, que ya se ha ocupado de
blindarse como vicealcalde frente a las reglas que él mismo dictaba para
casos ajenos de presunta corrupción. Del pacto original, el llamado del
bolígrafo, en el que apenas se especificaba el plazo para el relevo en
la alcaldía, sin ningún añadido programático o de reparto de
competencias, a un documento más preciso en el que el punto principal
indicará que López es intocable hasta el banquillo, si toca, y más allá.
Esto maniatará a los socialistas en el conjunto de la Región en cuanto a
su crítica continuada al PP por motivos equivalentes. Veamos: ¿cómo
exigir la dimisión del popular Pedro Antonio Sánchez por su imputación
en Púnica a la misma vez que se aceptan los votos del también imputado
José López y de los cuatro concejales de su partido para que sea posible
obtener la alcaldía de Cartagena?
La causalidad ha querido que
la imputación de López se haya conocido el día anterior en el que iba a
hacer pública su dimisión, ayer mismo. Y ésta, no por la responsabilidad
política derivada de la acusación judicial, sino por el cumplimiento
del pacto con el PSOE que cifraba en dos años el periodo en que López
disponía de la vara de mando antes de cederla a la líder socialista.
La
´prudencia´ de no dimitir ayer, como estaba previsto, se justifica en la
necesidad de negociar con el PSOE su continuidad como vicealcalde y
responsable de Urbanismo en cualquier circunstancia, y que esto quede
plasmado en un documento, ya sin bolígrafos analógicos, para fijar el
blindaje. El imputado blindado. Pocos políticos han gozado en la Región
de ese privilegio. PAS firmó con Ciudadanos un papel en el que aseguraba
que si lo imputaban se iría; López firmará hoy con el PSOE que no se
irá aunque lo imputen, y esto cuando ya está imputado. Así no hay
disimulos.
¿Quién le iba a decir a López, aparente enemigo
eterno del PP, que al final acabaría imitando incluso más groseramente
la estrategia de éste, es decir, convertirse en víctima para después
intentar barrer en las elecciones municipales o autonómicas de 2019? Y
el caso es que tal vez lo consiga. Mientras tanto, el resto de los
imputados, incluida Pilar Barreiro, seguro que lo saludan
solidariamente: bienvenido al club.
(*) Columnista
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