Los madrileños andan cabreados con el
PP. No mucho. Seis concejalías que se lleva C’s. No es tanto si se
piensa que Madrid ha sido el epicentro del terremoto de la corrupción.
El lugar en donde más claramente se ha robado, en donde hay más cargos
públicos procesados y algunos en la cárcel.
El lugar en el que una
administración venal, pilotada por unos políticos presuntos delincuentes
cometía todo género de desafueros en connivencia con una clase
empresarial parasitaria del Estado o bien con experimentados hampones.
El enésimo ejemplo en la historia de la ruina causada por la ineptitud y
la codicia. Miles de millones malversados o hurtados al bien público,
común. En Madrid, rompeolas de las Españas.
Seis concejalías de menos.
Irrisorio. Trasvasadas además a C’s, una especie de PP menos hirsuto y más cimbreante.
De
todas formas, queda tiempo hasta las municipales. Un tiempo que seguirá
llenándose con los relatos de la increíble vida y milagros del hombre
de los mil chanchullos, antaño mano derecha de Esperanza Aguirre. La
Aguirre contratada luego de una de sus dimisiones como cazatalentos en
una empresa privada. Y a fe que da la talla. Su otra mano derecha, pues
Aguirre solo tiene manos derechas, Granados, es protagonista asimismo de
una supuesta historia delictiva tan rocambolesca como variada. Alguien,
algún día, escribirá un diálogo entre González y Granados sobre su
jefa. La cazatalentos batracios.
Habrá
más castigo electoral a la corrupción. Esta comedia de hampones no ha
hecho más que empezar. Raro será que Ruiz Gallardón se marche de rositas
del embrollo ese brasileño y otras aventuras; como también que lo haga
Ana Botella, cuyo inenarrable mandato, que empezó gritando recio
spanglish en Río, culminó en un nido de buitres en el que vendió mil y
pico viviendas protegidas y habitadas. Como debe esperarse a ver
qué sale de esa pieza secreta de la Púnica a raíz de un contrato firmado
por Cifuentes, que ya reconoce haber oído “rumores” sobre la gestión
del Canal.
El
otro dato es el factor de liderazgo, muy notorio en la alta valoración
de Carmena y Villacís. Con una diferencia, entiendo: que Villacís es
valorada por su partido (el que recibe los seis diputados que pierde el
PP) mientras que el partido de Carmena es valorado por la persona de la
alcaldesa.
La
política municipal tiene sus usos. Si bien es parlamentaria en la
organización, a los efectos prácticos, funciona presidencialmente. De
ahí el factor de liderazgo personal. La gente tiene una relación con su
alcalde(sa) distinta que con sus gobernantes. Se mueve más por razones
de empatía o antipatía personales. Compárese la alcaldía de Botella con
la de Carmena.
El
conglomerado de la izquierda, Ahora Madrid (a su vez, plural) y PSOE,
se queda como está. El baile de un concejal no es significativo. De ahí
que el titular de El País sea engañoso: “Ahora Madrid” se convierte en “primera fuerza”
no porque crezca (decrece), sino porque la otra ha pasado a ser
segunda. Lo curioso es que suba el apoyo al PSOE siendo así que su
portavoz, Purificación Causapié, tiene una valoración bajísima de menos
15 puntos, una distancia, pues, de 25 puntos respecto a la alcaldesa con
la que está aliada. Algo que debiera hacerle reflexionar sobre el
sentir de sus conciudadanos.
Finalmente,
el toque wagneriano. El ocaso de la diosa. Cuarenta y siete puntos
negativos le atizan los madrileños. Esto es lo que se llama poner punto
final a una carrera en la ignominia. Había comenzado su andanza
madrileña con la granujería del Tamayazo y la repetición de las
elecciones. Las ganó, como ganaría las siguientes, por trepidante
mayoría absoluta gracias a la financiación ilegal y en mitad de una
orgía de expolio de lo público en beneficio de los gobernantes y sus
clientes. Y eso mientras ella peroraba a los cuatro vientos las
excelencias de las privatizaciones y el mercado libre. Al final, la ley
del hampa.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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