viernes, 5 de mayo de 2017

Una buena empanada / Manuel Buitrago *

El presidente parece haber encajado a puñetazos -con urgencia y necesidad- algunas piezas de su primer Gobierno, porque de otra forma no se entiende la empanada de competencias entre ciertas consejerías. López Miras ha inaugurado la modalidad de 'consejerías frankenstein'.

No es un gabinete con suficiente peso político, y tampoco está pensado para dar la batalla de cara a las próximas elecciones reforzando los flancos en el segundo tramo de la legislatura. Miras se ha guiado por sus criterios -tan propios como prestados- para darle más empuje a la economía y el medio ambiente, pero salta la duda sobre la funcionalidad.

Le ha dado más de media vuelta al calcetín, lo cual no deja en buen lugar la política y la línea marcada por su antecesor. Solo ha mantenido parte del esqueleto. ¿Será acaso una demostración de emancipación? Un distanciamiento que presagia tensiones.

Un primer análisis invita a pensar que algunas consejerías se entorpecen entre sí, pierden agilidad y no tienen su equivalencia con la estructura del Gobierno central. También hay pegotes sin coherencia, y por supuesto, unos consejeros salen más reforzados que otros.

Los descartes estaban 'anunciados' desde hace meses, excepto la marcha no prevista de Encarna Guillén a petición propia. Lo que pasa es que la reforma ha sido más profunda de lo que se creía -de manera voluntaria o por accidente-, removiendo siete de las nueve consejerías y con un cambio en la proporcionalidad de mujeres y hombres del gabinete: de 6-3 a 3-6. Además, hace un agujero en el Ayuntamiento de Lorca, el único de los tres grandes municipios de la Región donde el PP obtuvo mayoría absoluta. La entrada de Francisco Jódar ofrece un ramillete de razones: por el desplazamiento de Adela Martínez-Cachá; por cansancio después de diez años como alcalde, dejando el camino preparado a su sobrino de cara a las próximas elecciones; o por la suma de todo. No parece que a Jódar le apeteciera hacerse cargo del polvorín del agua -uno de los retos más grandes que tiene el Gobierno regional junto con el Mar Menor-.

Objetivamente, no se entiende que Martínez-Cachá haya sido apartada de Agua y Medio Ambiente cuando tenía los canales abiertos con el Ministerio, a la vez que inició y desarrolló uno de los desafíos más complejos para la rehabilitación del Mar Menor, donde ya se ha marcado el camino, se han tomado medidas y se aprecian signos de recuperación de la laguna. Menos consecuente resulta que ambas competencias hayan quedado separadas cuando la realidad es que tienen que ir estrechamente unidas para compaginar un solución acorde entre el Mar Menor y los regadíos del Campo de Cartagena. ¿Va a tener la ministra Isabel García Tejerina dos interlocutores para abordar el mismo problema?

Un tecnócrata en Cultura
La mezcla de Medio Ambiente, Turismo y Cultura es un revoltijo de consideración. Es cierto que Medio Ambiente ha deambulado en ocasiones anteriores entre varias consejerías, pero hay que hacer un esfuerzo de imaginación para que pegue con Cultura y Turismo. A ver cómo casa un tecnócrata como Javier Celdrán en Cultura. Expectación.

Las competencias de Universidades también se han prestado a algunos experimentos, como si fuera un comodín, saltando entre el negociado económico y el educativo. Miras pretende que haya una mayor ligazón de las universidades con el mundo de la empresa, y de paso ha reforzado a Juan Hernández con más tareas. Martínez-Cachá se queda sin Universidades pero suma Juventud y Deportes, que antes estaban en manos de Noelia Arroyo.

Esta última dio la cara en la reciente crisis política e institucional como portavoz del Gobierno y sorprendentemente no se ha quemado. Tiene el perfil más político, junto con Cachá. En el PP comentan que Arroyo transmite fuerza, por lo que se ha visto recompensada con un mix de Portavocía, Transparencia y Participación (todo viene a ser lo mismo) para tratar de darle lustre a la etapa de López Miras, que lo necesitará.

También asciende Pedro Rivera con otro experimento que combina Presidencia y Fomento. Como si no tuviera suficiente con las obras del AVE, el concurso del aeropuerto y las carreteras. Es normal que el presidente quiera un equipo con el que se sienta cómodo; otra cosa es que funcione bien engrasado. Pronto se verá.


(*) Periodista


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