Era previsible. El Grupo Parlamentario
del PP votó a favor de la supresión de los aforamientos de los diputados
autonómicos porque, al final de todo, en esto quedó el pliego de
condiciones de C's para justificar su particular ´abstención técnica´,
con la que facilitó la continuidad del Gobierno de los populares con
otro presidente, distinto al que había pactado esto mismo y una
cincuentena más de puntos al inicio de la legislatura.
Con la misma
temeridad que entonces, el PP se sumó a esta propuesta de C's, encaminada
a hacer dimitir de su cargo de diputado regional a PAS. Una nueva
patada hacia adelante, pues la supresión de los aforamientos exige la
reforma del Estatuto de Autonomía, ley orgánica que debe ser refrendada
por las Cortes. Y ahí estamos.
Las primeras noticias capitalinas
sobre el refrendo de esa decisión de la Asamblea murciana son (ya digo
que previsibles) que el PP se opondrá a dar el visto bueno a la reforma
propuesta por la mayoría absoluta del arco parlamentario murciano, tan
absoluta que no contiene ni un solo voto en contra. El PP, en Madrid,
pretende negociar con C's la validación de esta reforma sobre los
aforamientos en Murcia, exigiéndole que traslade a las Cortes el mismo
modelo para Andalucía, comunidad en la que el partido naranja también
sostiene al Gobierno, socialista en este caso.
De esto no se habló en
Murcia cuando el PP decidió entregar todos su votos, incluido el del
propio PAS, para liquidar el privilegio de que los diputados dispongan
de una instancia superior en la Justicia a la común de los mortales, sea
cual sea el motivo de la imputación por la que se vean afectados.
En
esta tesitura va a ser interesante constatar la actitud del PP en la
Región. Si Rajoy se opone a refrendar una reforma estatutaria que viene
avalada por su partido en Murcia, los populares de aquí debieran
expresar su protesta con la misma energía que se supone que pondrían
para denunciar un ninguneo similar en el caso de que en la Moncloa
habitara un presidente de cualquier otro partido. En teoría, el PP no
debería permitir que el Gobierno central tumbara una reforma del
Estatuto murciano avalada con su voto.
El presidente López Miras, el
votante PAS y el resto de ese Grupo Parlamentario debieran ponerse en
vanguardia de una reivindicación que han avalado sus 22 diputados
soberanos. Y es que si no se muestran activos para convencer a Rajoy de
que convalide el mandato de la Asamblea tendremos que pensar que el PP
murciano vota en falso, es decir, lo hace a sabiendas de que lo que
aprueba será después suspendido por su propio partido en la instancia
política superior.
Tendríamos que concluir entonces que el PP no cree en
lo que vota o lo hace obligado por sus intereses circunstanciales al
margen de las propias convicciones que difunde como opción política. Y
eso sería enormemente grave. Tan grave como permitir que en Madrid le
revoquen una decisión parlamentaria en la que cuantitativamente tiene
más peso que el conjunto de la oposición.
López Miras, pues,
debería plantarse ante Rajoy para que se dé prisa en la supresión de los
aforamientos. El je, je póngalo usted, amable lector.
(*) Columnista
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