¿Puede ganar Pedro Sánchez
las primarias del PSOE? Esta pregunta a la que hace unos días
cualquiera contestaba con un no rotundo, planea ahora como una amenaza
sobre las cabezas de todos los dirigentes del PSOE que se han manifestado contrarios e, incluso, enemigos del anterior secretario general.
A
la vista del recuento de avales de los candidatos, la realidad es que
si bien Susana Díaz sigue manteniendo una importante ventaja, la fuerza
con la que ha plantado cara Pedro Sánchez es muy notable. Sobre todo
porque de sobra sabemos que avalar a quien tiene el poder no
necesariamente significa darle el voto, que es secreto y privado.
El temor, real, en las filas de Díaz
es el de que muchos de los que le han otorgado su aval no hagan lo
mismo con el voto, porque lo primero es público y lo segundo no. No pasa
lo mismo, sin embargo, con los avales de Sánchez
que son fruto de la voluntad en la medida que no cabe ningún miedo a
represalias puesto que el exsecretario general ya no conserva ninguna
cuota de poder.
Incluso en el caso de Patxi López no son pocos los
militantes que le han dado su aval para que pueda presentarse, pero que
realmente a la hora de la verdad tienen la intención de votar a Sánchez. ¿Puede esto hacer ganar las primarias a Pedro Sánchez? La verdad es que es perfectamente factible, y hace unas semanas nadie creía que eso pudiera ocurrir dada la fuerza y el respaldo con que contaba Susana Díaz.
Pero es evidente que en el PSOE
se está produciendo una fractura entre aquellos que reflexionan desde
el sentido común y la necesidad de preservar la esencia socialdemócrata
del partido, y quienes se dejan llevar por las entrañas aun a costa de
la supervivencia de las centenarias siglas socialistas.
La experiencia
europea, especialmente la francesa –Mélenchon– y la británica –Corbin–,
demuestra que los experimentos de hacer confluir la socialdemocracia
con el populismo de izquierdas han sido un verdadero fracaso. Y si eso
ocurre en España, no vamos a ser menos.
Pero al votante de Pedro Sánchez
eso le da igual, porque le vota con una perspectiva que poco o nada
tiene que ver con lo que debería ser el debate interno sobre hacia dónde
debe caminar la socialdemocracia. Lo hace desde el rencor, desde la animadversión al PP y, en especial, a su líder Mariano Rajoy.
De hecho, los votos a Sánchez son votos de odio, aunque suene un poco fuerte decirlo así, a Susana Díaz porque le reprochan a ella, y a la gestora del PSOE,
el hecho de que el PP esté en el poder. Ninguno de ellos piensa que
cualquiera de las otras opciones que había sobre la mesa era aún peor, y
aunque se les intente explicar la cerrazón puede más que el sentido
común.
Y ese sentimiento se extiende por casi toda la militancia
socialista. Lo que se va a producir dentro de quince días es un choque emocional,
y el problema de los choques emocionales es que acaban destruyendo todo
lo que está a su alrededor dependiendo de la virulencia de su onda
expansiva, que en este caso puede ser mucha.
Y el problema que tienen ahora mismo los barones socialistas y, en especial, la candidata, es que desde el PP
no se les ayuda nada. El pasado jueves en el Congreso un dirigente
socialista me decía, cabizbajo, que “cada vez que ellos –refiriéndose a
Sánchez y los suyos– nos acusan de haberle entregado el poder a Rajoy y
en los periódicos aparece algún detalle de la Operación Lezo o de cualquier otra causa de corrupción del PP, nosotros perdemos miles de votos y los gana Sánchez”.
Y la actitud de Rajoy, mirando para otro lado, haciendo como que con
él no va nada de lo que ocurre en su partido, no solo no ayuda a Díaz
sino que contribuye a llenar de votos la mochila del sanchismo.
Rajoy se ha convertido, sin quererlo seguramente, en el mejor aliado de un Sánchez
que ni siquiera necesita hacer campaña: basta con que el líder del PP
aparezca en pantalla y él recuerde porqué está ahí, para que a la
militancia socialista se le revuelvan las entrañas. Ya se puede aplicar
Susana Díaz en el debate que la enfrentará a Sánchez en parecer más anti-Rajoy
que él, porque ese va a ser sin lugar a dudas el argumento que
sobrevuele todo el enfrentamiento. Y encima seguro que ese día Rajoy le
hace algún regalo a Sánchez para ponérselo en bandeja, ya verán.
(*) Periodista
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