domingo, 28 de mayo de 2017

Liderazgo líquido / Alberto Aguirre de Cárcer *

La crisis institucional ha quedado atrás en la Región. Salimos de una zona de turbulencias y se disipan los temores de inestabilidad que tanto atenazan a los sectores económicos. No se resuelven los graves problemas regionales, pero la economía crece y amaina la incertidumbre política al esfumarse la posibilidad de elecciones anticipadas. Las incógnitas brotan ahora en Madrid. Con la victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas ha cambiado toda la dinámica política. Saldrán adelante los Presupuestos de 2017 y poco más. 

En el Gobierno de Rajoy ya no se descarta una llamada a las urnas para finales del próximo año. Aprobar las cuentas públicas será posible con el apoyo de nacionalistas vascos y canarios, pero no habrá entendimiento con el PSOE de Sánchez para reformar el modelo de financiación autonómica, alcanzar un pacto educativo o plantear un plan hidrológico nacional. 

A la Región de Murcia le llegará, con más o menos retraso y de aquella manera, la alta velocidad ferroviaria porque está a la vuelta de la esquina. El resto de sus necesidades prioritarias se irán parcheando un poco aquí y otro poco allá. Dicho eso, y siendo muy importantes el agua, las infraestructuras y la financiación, el progreso de la Región depende de innumerables cuestiones que están en nuestras manos en el plano educativo, sanitario, económico, tecnológico, laboral, medioambiental... 

Y el mayor riesgo para culminar todos esos aspectos críticos, de los que no se puede culpar a Madrid ni se pueden maquillar con bravatas reivindicativas, es la crisis de liderazgo que, en mayor o menor medida, afecta a todos los partidos de la Región. A López Miras le ha caído una responsabilidad monumental para la que nadie le había preparado. Desde la marcha de Valcárcel todo ha sido una improvisación tras otra de la que el vicepresidente del Parlamento Europeo tiene la mayor responsabilidad. Eso no significa que el cuarto presidente del PP en cuatro años vaya a empeorar el trabajo que mantenía Pedro Antonio Sánchez con un equipo que no ha variado en lo sustancial. 

El verdadero problema reside en que el plan trazado por Sánchez, su regreso como candidato en 2019 libre de toda imputación judicial y como ‘víctima injusta de una cacería de la oposición’, se complica cada vez más. Pero ahí sigue el PP, jugando a la ruleta rusa ante el desconcierto de sus votantes. Una baza aprovechada por Alberto Garre para entrar en escena y recoger el descontento de sectores afines al PP. 

Negarle un puesto en el Senado, un veto de Varcárcel por no hacer la vista gorda con el asunto de la desaladora de Escombreras, le va a costar caro a los populares en las próximas elecciones. Da igual que la gestión de Garre fuera mediocre y no precisamente reivindicativa. Pero su discurso regeneracionista caló y transmite honestidad. Suficiente para un electorado que ahora se activa y moviliza con resortes emocionales. 

El PSOE encara la renovación de su liderazgo tras la renuncia de González Tovar a la reelección. Un problema que en realidad supone una oportunidad. La nítida victoria de Pedro Sánchez ha frustrado las expectativas del grupo susanista liderado por la vicealcaldesa de Cartagena y las primeras ediles de Águilas, Molina de Segura y Santomera. La incógnita reside ahora en María González Veracruz, que tiene la experiencia acumulada para aspirar a ese liderazgo, aunque su relación con Pedro Sánchez, tras su abstención por imperativo a Rajoy y su apoyo inicial a Patxi López, es un misterio que solo conoce ella. 

Y luego está Joaquín López, que siendo el mejor parlamentario socialista, no termina de cuajar por su aparente falta de ambición y la ausencia de apoyos clave en el interno del partido. La sorpresa puede llegar con Diego Conesa, alcalde de Alhama y político muy próximo a Pedro Sánchez. 

En Podemos bajan también las aguas revueltas. A Óscar Urralburu, sorpresa emergente de la política regional, le han salido hasta ahora tres competidores que cuestionan su liderazgo. Es probable que venza en las primarias de junio, pero los pablistas, con el diputado Javier Sánchez a la cabeza, le han atado en corto con una lista unitaria. 

En cuanto a Ciudadanos, no cabe hablar de crisis de liderazgo. Sencillamente porque nunca ha existido. A ellos, hasta ahora, les ha valido con el tirón de Albert Rivera. 


(*) Periodista y director de La Verdad


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