Como si de un tósigo se tratara, el
anuncio de la moción de censura (MC) ha trastornado de tal manera los
espíritus de los socialistas de obediencia gestora que cabe temer por su
equilibrio anímico. "Numerito", "irresponsable", "figurón", "se cree
que los demás somos tontos". De todo se oye y se lee, como una especie
de airada y furiosa protesta, manifestación obvia de que el anuncio ha
caído como una bomba. Una bomba tóxica.
Sin
duda hay en la forma de anunciar elementos personalistas que los
críticos elevan a narcisistas. Pero lo de menos son las formas. Lo que
importa es el fondo. La MC pone al PSOE parlamentario en una posición
ridícula, teniendo que convertir su púdica abstención en un respaldo
activo del gobierno. A su vez, si Podemos hace o no un órdago a la
chica, como he leído por ahí es indiferente. Lo que ha hecho es cerrarse
el camino de vuelta. Reúne los requisitos: número de firmantes y
candidato. La aceptación es automática. Solo puede pararse si Podemos no
la presenta. Pero eso sería un patinazo político serio.
Por
ello Podemos está obligado a presentar la MC en plan sietemachos,
responsabilizando al PSOE y a C's de la continuidad de Rajoy, el PP y la
corrupción. El que parece haberlo entendido a la primera es ese mismo
PP que, por boca de su portavoz, Hernando, con ese aspecto de duro
de película de Chicago años 30, lo ha llevado al terreno habitual de
"eso no me lo dices en la calle". Y quédense de momento aquí las cosas,
aunque no es mala entrada para una moción que se llama constructiva.
La
cuestión es si quienes hablan sobre la figura han calibrado bien su
alcance. La MC no se presenta para ganarla, eso está descartado. Por si
acaso, PSOE y C's han corrido a oponerse. Lo importante es el debate
mismo, que da tiempo ilimitado de intervención a los defensores de la
moción y limita el de los demás grupos parlamentarios (incluido el del
gobierno) a media hora y diez minutos más de réplica. Podemos dispondrá
por tiempo ilimitado de la tribuna del Parlamento y todas las conexiones
mediáticas convencionales y digitales para plantear una enmienda a la
totalidad del país. Esa es la funcionalidad propagandística de la MC y
lo que tiene al borde de la histeria al socialismo de la abstención.
Luego
están las interpretaciones, a las que todos tenemos derecho. Leo que la
MC es un intento de Iglesias de torpedear la candidatura de Sánchez
porque no le interesa que este sea SG, ya que recuperaría voto refugiado
en Podemos. Desde luego, si Sánchez gana las primarias, lo más probable
es que el voto de Podemos baje. Suponer que este sea el motivo
"verdadero" de la MC es ya otra cosa. Por supuesto, las motivaciones
humanas son tan inexcrutables como las divinas, pero es muy difícil
ignorar que la consecuencia inmediata de la MC es triturar el grupo
parlamentario de la gestora y, por tanto, de la candidatura de Díaz. Por
eso ha reaccionado esta por sevillanas.
Si
la MC está orientada en contra de Sánchez, hipótesis no descartable
aunque improbable, va a darse de bruces con el muro de que beneficia a
ese mismo Sánchez, haga lo que haga el que la ha presentado. Su
discurso, el discurso del candidato, sin límite de tiempo, irá
orientado en contra del PP en todos sus aspectos y, asimismo, en contra
del PSOE. Y ese ataque al PSOE solo puede ser de dos formas: a)
reconociendo que hay una diferencia entre el PSOE parlamentario,
colaborador del PP, y el de la militancia, que sigue siendo partidaria
del "no es no"; b) no reconociéndolo, haciendo una amalgama con los dos
espíritus socialistas y atacándolos como si fueran uno solo.
En el caso
a) será un respaldo al proyecto de recuperación del PSOE en la izquierda
de la candidatura de Sánchez. En el caso b) encenderá más la voluntad
de la militancia de apoyar un proyecto de recuperación de un PSOE de
izquierda democrática, esto es, de nuevo en beneficio de la candidatura
de Sánchez. Algo legítimo, por lo demás, por cuanto se le devuelve lo
que es suyo, ya que fue él quien abrió el camino al iniciar la semana
pidiendo la dimisión de Rajoy.
También
cabe la posibilidad, muy a tono con el espíritu último de Podemos a mi
entender, de que la MC vaya orientada contra el conjunto del sistema o
eso que a veces llaman "el Régimen". Pero, vaya contra lo que vaya la
MC, muy curiosas habrán de ser las intervenciones tasadas de los demás
grupos parlamentarios, especialmente el socialista. Y eso si las hay
porque pueden renunciar a ellas y mantenerse en silencio.
Vaya, que Pablo Iglesias ha entrado en el Congreso montado en un autobús.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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