domingo, 30 de abril de 2017

Presidente por accidente / Ángel Montiel *

Fernando López Miras obtuvo su escaño desde la tercera plaza de la candidatura del Guadalentín. Estaba, pues, descolocado o suficientemente camuflado. Sólo entró en las quinielas para sustituir a PAS cuando éste lo designó coordinador del partido en el reciente congreso regional. Se le vio emerger hasta la tercera plaza, desde donde en realidad habría de encargarse de la organización del partido en la región con más autoridad que desde la secretaría que mantenía hasta entonces. 

Cuando concluyó el congreso, PAS le recomendó que cambiara de coche: «Vas a tener que hacer muchos kilómetros a lo largo y ancho de la Región». Los hará, pero en coche oficial; las circunstancias, todo lo previsibles que se quieran, han facilitado el cambio de papeles: ahora será PAS quien deba cuidar del partido (sin dejar de estar absolutamente pendiente del Gobierno) mientras FER interpretará el papel institucional desde la presidencia autonómica.

Cambio de roles. En teoría, de manera provisional. Se supone que si PAS acaba desimputado de los casos Auditorio y Púnica, volverá por sus fueros en 2019. Y FER podría tener en ese caso un destino más modesto, pero no menos importante: optar a la alcaldía de Lorca para mantener el poder local del PP, que en las últimas elecciones rozó la zozobra. Pero también puede ocurrir que en los dos años que quedan de legislatura disfrute de suerte y de tino, y no se vea la necesidad de relevarlo. Es la gran contradicción: PAS debe contribuir al éxito de su delfín, pero si éste se produce tendrá que volver a sacrificar su futuro político, al menos en la plaza de la que acaba de dimitir.

Sobradamente Asesorado. Pero no hay que adelantar acontecimientos. Es una obviedad que FER está muy verde. Su carrera política, siempre ascendente, ha transcurrido de manera acompasada, lo que le ha permitido asimilar las experiencias. Pero esto último ha sido un subidón que ni él mismo podría haber sospechado que protagonizaría. Escalar tan rápido y tan inesperadamente al punto más alto del rascacielos puede producir vértigos incontrolables. Además de exponerse a los celos y celillos de quienes, a su alrededor, tal vez entiendan que disponen de más y más consolidados méritos para tamaña aventura. ¿Por qué no yo?

De momento, para arrancar, queda claro que el nuevo presidente es un Joven Aunque Sobradamente Asesorado, y no sustituiremos el último término por Tutelado para dejarle ensayar durante los primeros meses. Ya ha tenido una experiencia curiosa en ese aspecto: su discurso de investidura se lo hicieron con retales de aquí y de allá, y metió escuadra, cartabón y tijera casi todo el que pasaba por allí; así, le salió un discurso flojito, previsible, nada estimulante; sin embargo, ayer, su exposición de diez minutos la redactó él mismo, a su manera. No resultó brillante, desde luego, pero sí algo más compacta, aunque resultó deslucida porque el colofón quedó algo atropellado al rebasar el cronometraje. Primera lección: ser uno mismo, hasta con la exhibición de dudas y defectos, transmite más que hacer de lector de discursos de corta y pega.

Un problema añadido al arranque de FER es que empezó mal. Cuando fue elegido formalmente por la junta directiva de su partido, se dejó llevar por la emoción, y no reparó en que, aunque estaba en el gineceo de su organización, debía referirse a los murcianos antes que a nadie, ya que tenía el encargo de gobernar la Región. Sin embargo, sus primeras y únicas palabras en aquel evento fueron para su partido y para el presidente de su partido, a cuyas manos se entregó. 

Alguien reparó entonces en que lo primero que uno debe tratar de esquivar cuando se inicia en el juego del ajedrez es el jaque pastor. Se puede perder una partido, pero no por ese sistema. Y FER desperdició la oportunidad de su primer mensaje al ofrecer la imagen más predecible que abunda en el supuesto del tutelaje. Jaque pastor. En sus discursos inaugurales ha intentado reparar ese daño, pero lo ha hecho con sobredosis de retórica, tal vez culpable o ritual, sobre el murcianismo que le invade.

Se ha destacado su apelación a la ´herencia recibida´, una expresión harto temeraria, pues FER debiera estar informado de un fenómeno provocado por la crisis económica: la mayoría de las personas beneficiadas con herencias intentan renunciar a ellas, pues les traen más deudas, pagos y obligaciones que beneficios y réditos. Ocurre otro tanto con las herencias políticas. La que recogió PAS de Valcárcel obligaba a aquél a tratar de borrarla, pero era de tan descomunal tamaño que todavía estamos tratando de manejarla. Si acaso, lo que en la práctica tendrá que hacer FER con la ´herencia recibida´, de la que tan orgulloso se manifiesta, es tratar de no sucumbir por el peso que le ha caído encima y que, como a su inmediato antecesor, le impedirá iniciar nuevas políticas, no sólo durante su legistatura, sino de las que vengan.

Y como perlas de su programa anunció la creación de dos nuevas direcciones generales: una sobre el Mar Menor y otra denominada del Buen Gobierno. Cabe aquí referirse al dicho de que cuando hay un problema, el recurso más fácil es crear una comisión, pero si eres presidente del Gobierno ingenias una dirección general. La relativa al Mar Menor desmiente por sí sola la propaganda del Gobierno, que insiste en que se está produciendo una rápida recuperación de la laguna, pues es obvio que si es preciso crear un departamento exclusivo para su atención la señal es que se trata de un problema estructural. 

En cuanto al Buen Gobierno, que es una cuestión transversal que no puede ser observada desde un organismo que no sea independiente, se trata de un brindis al sol a la vista de qué sujeción se ha venido haciendo desde el Ejecutivo a otras iniciativas ya vigentes en ese campo como la Ley de Transparencia, por ejemplo. Aparte de que el incremento de aparatos burocráticos en la Administración supone ir contracorriente en estos tiempos.

Gobierno con retoques. Pero, en fin, algo debe hacer FER precisamente para señalar su línea de salida e ir matizando el seguidismo a su antecesor. Inicialmente ni siquiera se contemplaba el más mínimo retoque al Gobierno heredado, y ya hay sobre la mesa varios diseños de reestructuración, algunos más avanzados que otros. En concreto, el sanedrín que prepara la toma de posesión, el próximo miércoles, del presidente, en el que adivino a éste, a PAS y a la consejera portavoz, Noelia Arroyo, dispone de tres mapas, que se habrán de ir ajustando según sea posible colocar las chinchetas de colores. 

En el Gobierno en funciones, que asistió a este proceso con relativa tranquilidad en un primer momento, ya ha empezado a cundir el nerviosismo. La mayoría de los consejeros están exentos de información al respecto y, curiosamente, sólo algunos directores generales han recibido de FER el cordial «que sepas que sigo contando contigo».

Parece que Noelia Arroyo va a incrementar si cabe su protagonismo político en la nueva etapa. Es lógico. Mantiene una relación personal excelente con FER de los tiempos en que ambos coincidieron en Hacienda durante el Gobierno Garre, y es evidente que la portavoz dispone de mayor experiencia política en las alturas que quien a partir de ahora será su presidente. Es probable que éste le haga el favor de descargarla de Cultura, que es una asignatura que no termina de entusiasmarle ni de dominar; la labor de portavoz en tiempos de tormenta debe dejar poco tiempo para ir al cine, es un decir. Harán tándem en la cúpula, según se prevé.

Desde el pasado lunes se trabaja con el decreto de competencias, lo que indica que habrá probablemente sustantivos trasvases de departamentos entre unas y otras Consejerías, cosa que también inquieta a los titulares cuya continuidad se da por segura, pues temen perder poder. Así, las filtraciones más consistentes se resumen en que podrían salir dos consejeras (las de Sanidad y Educación, la primera tal vez por propio requerimiento) lo que significaría dos nuevas incorporaciones. 

Se sugiere la creación de una nueva Consejería, añadida a las ya existentes, y el traslado de Adela Martínez-Cachá de sus actuales responsabilidades a otras nuevas, tal vez añadidas a Medio Ambiente, dando entrada en Agricultura a una personalidad ´más de campo´, dicen. El problema básico, parece, es encontrar perfiles disponibles para Educación y Agricultura. De ahí que de los tres diseños de nuevo Gobierno que se abocetan sobre la mesa pueda resolverse finalmente el menos rupturista.

Una dificultad añadida es que el Gobierno de PAS apenas contiene políticos de largo ejercicio, y la mayoría de sus integrantes se incorporó por un compromiso personal. Cuesta más romper esta ligazón que si se tratara de miembros convencionales del PP que están en permanente disponibilidad o son fácilmente reubicables. Pero un retoque sustantivo del Ejecutivo ayudaría a impulsar una sensación de cambio para acompañar el relevo en la presidencia. Sin embargo, será difícil que se proyecte la impresión de que el primer Gobierno de FER no será exactamente igual que el que habría nombrado PAS más pronto que tarde si hubiera conseguido afianzarse en la presidencia.


(*) Columnista


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