miércoles, 26 de abril de 2017

Eloy Velasco, el juez del pueblo / Melchor Miralles *

Ya dimitió Esperanza Aguirre, tarde y mal. Aznar sigue callado como un muerto. Rajoy se va a Brasil y Uruguay después de dejar claro que “la gente del PP no se porta mal nunca”. Ignacio González preso con buena parte de su familia. Granados esperando el reencuentro entre rejas. La “puta” y la “zorra” un paso atrás. El príncipe de las tinieblas y el director locuaz tranquilos y a lo suyo, o sea, todo menos periodismo. El PP temblando, porque esperan más de un cante en las próximas semanas, sabedores de que hay mucho cabreado, abandonado, hundido, deprimido y chuleado. Y el juez Eloy Velasco encantado de haberse conocido.

Ya he dejado escrito en este andén lo que pienso de lo que está sucediendo, mi opinión sobre el estado del PP, mis consideraciones sobre Rajoy y mis reflexiones sobre lo que se asemeja cada día más a la mafia. Dicho lo dicho, escrito lo escrito, y lo que queda, leído al detalle el auto del juez Eloy Velasco, analizada al por menor la entrevista a su señoría que publicó ayer Carlos Segovia en El Mundo y conocido el magistrado por alguna experiencia propia, no me gustaría caer en sus manos para ser juzgado, y me temo que la Operación Lezo (para cesar a quien decidió el nombre), puede quedar en menos de lo que parece y más que probablemente es.

En un Estado de Derecho la presunción de inocencia es esencial. Y las garantías del procedimiento y el derecho de defensa también. Los 28 folios del auto del juez Velasco no quedarán para la historia de la precisión acusatoria. La Justicia requiere pruebas. Es cierto que la suma de muchos indicios puede terminar constituyendo pruebas, pero Velasco creo que ha ido más allá de lo que se puede probar, con fundamentos jurídicos discutibles, conocimientos de gestión empresarial mejorables y dudas reconocidas que pueden conducir a algún fiasco. O en lo que queda de instrucción se esmera o podemos estar ante un nuevo fiasco de un juez de la Audiencia Nacional tras una operación espectacular, con el inefable Baltasar Garzón en la memoria.

Es importante recordar que Eloy Velasco, tras ejercer como juez, colgó la toga para sumarse a la política en la Comunidad Valenciana, al servicio de Eduardo Zaplana, como director general de Justicia. Varios periodistas valencianos me han contado algunas de su señoría, que gustaba de enmendar la plana a los medios casi tanto como de comparecer ante ellos a la sombra del jefe. Después anduvo también con Camps. Desde 1995 hasta 2003 disfrutó del poder que tenían los populares en Valencia. Terminó a leches con algunos altos cargos, especialmente con su colega Fernando de Rosa. Salió mal de la política, cabreado como una mona, y reingresó en la carrera judicial. Otra vez Garzón en la memoria. Otro más que sigue un camino que me parece inadmisible, el de la puerta giratoria de la judicatura a la política y de nuevo al juzgado. La experiencia acredita las consecuencias que tiene.

Velasco, en la entrevista de ayer a Segovia, dejó varias perlas: “…cuando a ciertas empresas les iba bien no repartían beneficios, y cuando les iba mal les hemos tenido que rescatar con nuestro sueldito lo pobres…Los jueces tenemos que interpretar la ley conforme al pueblo. Somos gente del pueblo y el pueblo no perdona apropiaciones económicas o desfalcos…los jueces tenemos que interpretar las leyes conforme al contexto actual…” (¿y si se equivocan?, pregunta Segovia) y responde: “No pasa nada. Hay segunda instancia…Instruir estos casos es muy complejo. Recuerdo que lleve una trama de información privilegiada de un banco muy importante y me enseñaron un organigrama que no tenía tiempo de entender. No tengo tiempo para entender cómo funciona un banco, pero me tengo que enterar”.

Acojonante. ¿Cómo pueden decirse tantas barbaridades en tan poco tiempo? ¿Alguien, culpable o inocente, querría ser acusado en un juzgado por este caballero? ¿Cómo se puede hablar en genérico de las empresas como si fuera delito obtener beneficios y todas las empresas hayan sido rescatadas? ¿No sabe Eloy Velasco que la mayoría de las empresas, tras ser esquilmadas a impuestos por Rajoy y Montoro, reparten dividendos o reinvierten sus beneficios? ¿Es un delito? ¿Cómo interpreta un juez al pueblo? ¿Qué locura es esta? Los jueces instruyen respetando la legislación, después se juzga con todas las garantías y se condena o se absuelve. ¿Quiere Eloy Velasco instaurar la justicia popular? ¿Cómo que no pasa nada si un juez se equivoca? ¿Cómo no renuncia a instruir causas respecto a las cuales le falta el suficiente conocimiento? ¿En que manos estamos? ¿Qué va a hacer el Consejo General del Poder Judicial, que es el órgano de Gobierno de los jueces, a la vista de este disparate?

Leído lo leído, no me extrañaría que la Operación Lezo quede en nada y, una vez más, los responsables de hechos gravísimos se vayan de rositas como consecuencia de una instrucción judicial nefasta. Los jueces han de garantizar el cumplimiento de legislación vigente, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y las garantías en los procedimientos. Velasco representa todo lo que no debe ser ni hacer un magistrado. Este juez del pueblo me parece un peligro público. Más de uno de los acusados en sus sumarios debe estar contento.


(*) Periodista

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