Hoy seré muy breve porque, sobre estar
cansado por el trabajo, el tema ya no da para mucho más. La pertinacia,
la contumacia del fascismo español carecen de parangón. Morirá la
civilización, se acabará el mundo, se enfriará el sistema solar, seremos
un agujero negro y los fascistas españoles seguirán erre que erre dando
vivas a un criminal genocida que sumió su país en un baño de sangre y
asesinó, torturó y encarceló a cientos de miles de sus compatriotas.
Mucha
gente se pregunta cómo es posible que en España sea legal lo que en
otras partes que padecieron la lacra del fascismo, Italia y Alemania, no
lo es. La respuesta es sencilla: allí, los fascistas perdieron la
guerra. Aquí la ganaron. El fascismo español no se hundió, sino que
acabó su personificación con la muerte del dictador. Pero siguió
incólume en las instituciones, en la sociedad civil, en la mentalidad de
siervos de muchas gentes. La historia la escriben los vencedores y así
sigue siendo, como se ve con los historiadores franquistas, aunque sean
analfabetos.
El
franquismo ha sobrevivido a Franco porque se ha hecho carne y sangre
del natural español de vírgenes, santos, procesiones, fanfarronadas,
chulerías, oscurantismo, cerrilismo, intransigencia, beaterío,
nacionacatolicismo..., en fín, qué vamos a decir que no sepamos.
Ese
tal Zoido que comienza donde lo dejó el meapilas Fernández Díaz,
condecorando vírgenes, es obvio, carece de todo sentido del ridículo.
Pero no del aprovechamiento y la falsedad. La prueba: ha intentado
colocar a un enchufado suyo en un pisazo de propiedad pública con
reparación millonaria, como siempre a cargo del erario, para que seamos
los españoles quienes sigamos pagando sus estupideces, supersticiones y
simples latrocinios.
En
Murcia va a ser necesario que el presunto corrupto que, para variar,
gobierna, cumpla la sentencia que le caiga para que se admita que lo es.
No para que el PP o Rajoy le retiren su apoyo. Ese es un típico error
de los periodistas españoles. Estos pájaros no apoyan a los corruptos
porque crean que no lo son sino, al contrario, porque saben que lo son.
¿O creía alguien acaso que el fascismo es algo distinto?
A
Cassandra la condenan a un año de prisión por un chiste sobre un
criminal, corresponsable de la dictadura y de la persecución política de
la ciudadanía, corresponsable de más crímenes, detenciones, palizas,
torturas, que era lo que hacía la brigada político-social de Franco.
¿Qué juicio merece esto?
Mientras
tanto, el energúmeno que afirmó que las víctimas de Franco se merecían
el fusilamiento sigue siendo alcalde. Obviamente este país no conoce la
justicia y los jueces no merecen nombre de tales.
Pero
lo verdaderamente escandaloso es que todo esto se da sobre una realidad
incuestionable: el primer culpable de enaltecimiento del terrorismo y
del crimen es el propio Estado, que mantiene un siniestro monumento a la
mayor gloria del genocida Franco, sostenido con los impuestos de todos,
incluso los que pagamos quienes fuimos represaliados por él y tuvimos
la fortuna de contarlo.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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