Es lo de siempre, ¿quién vigila al vigilante?.
Los de la junta gestora, cuya gestión grotescamente sesgada del lado de
Díaz es ya hilarante, pretenden ejercer una autoridad de la que en
realidad carecen. Quieren centralizar el control de las cuentas y
acceder al conocimiento de la identidad de los donantes en el
crowdfunding de Sánchez, lo que, probablemente, como dicen los
sanchistas, no se compadece con la ley de protección de datos. Y todo
eso sin admitir a su vez ningún tipo de control ni fiscalización de sus
actos. Algo insólito.
Que
la gestora es un órgano descaradamente sesgado a favor de Díaz es la
evidencia misma. El portavoz resulta ser el hombre de confianza de Díaz.
La gestora es un órgano de Díaz, totalmente incapacitado para conducir
unas primarias. Eso solo podría hacerlo un órgano independiente en el
que estuvieran los representantes de las candidaturas.
Ponerse
a hablar de las cuentas ha sido mentar la soga en casa del ahorcado.
Sánchez, que tiene un crowdfunding perfectamente legal, ha hecho
públicas las suyas. E inmediatamente han comenzado a llover las
reclamaciones para que Díaz haga lo propio. Las redes hervían de
peticiones para que se aclaren los gastos del acto de exaltación de la
caudilla el próximo 26 en el pabellón Ifema del recinto ferial.
Quieren saber quién financia los autobuses, el alquiler del local y la llamada logística. Porque no está claro. Los partidarios de su candidatura acusan a los contrarios de difamar cuando hablan de que el aparato pone autobuses gratis total a Madrid. Pero hasta ahora, nadie ha aclarado satisfactoriamente quién financia esta apoteosis.
Quieren saber quién financia los autobuses, el alquiler del local y la llamada logística. Porque no está claro. Los partidarios de su candidatura acusan a los contrarios de difamar cuando hablan de que el aparato pone autobuses gratis total a Madrid. Pero hasta ahora, nadie ha aclarado satisfactoriamente quién financia esta apoteosis.
Respuesta de Rajoy a la carta catalana
Estimados presidente y vicepresidente:
muchas gracias por su carta publicada en El País, diario de mi máxima
consideración, aunque no tanto como el Marca. Proponen ustedes en ella
por enésima vez un referéndum pactado, siendo así que ya les hemos
avisado la vicepresidenta y yo que de referéndum, nada. Ni pactado ni
sin pactar. Aquí no habrá referéndum. Cuando les ofrecimos iniciar un
diálogo, llegando, incluso a abrir un despacho dialogante de la
vicepresidenta en Barcelona, quedaba ya claro que el diálogo tenía como
tope la unidad de España contra la que atenta su referéndum.
Insisten
ustedes en argumentar el caso de Escocia como la única baza de que
disponen para su desmesurada pretensión. Parece mentira que no se hayan
dado cuenta de lo que he visto hasta yo: que Cataluña no es Escocia. Ni
España el Reino Unido. En España un referéndum es ilegal y, por ende,
inconstitucional. Sospecho que en el Reino Unido, también. Pero allí,
con eso de que no tienen Constitución escrita se permiten ciertos lujos
que no voy a calificar. En España, la ley se cumple. De eso estoy
encargado yo por voluntad de los españoles, entre ellos muchos
catalanes. La mayoría silenciosa y no hace falta contarla. Se ve en la
calle. Resumiendo y para entendernos: no hay referéndum porque no.
No
soy un legalista estrecho. Estoy dispuesto a reconocer el carácter
político de sus pretensiones y a sentarme a negociar sobre ellas en el
marco de la Constitución. Incluso a abordar la reforma de esta. Es el
camino para las discrepancias políticas en un Estado de derecho. Lo que
no sea eso será un golpe de Estado propio de fascistas, de lo cual
sabemos mucho en el PP,y no lo toleraremos. Para las de derecho común,
los tribunales ordinarios. La causas contra cargos públicos
independentistas no lo han sido por sus ideas, sino por sus actos
presuntamente contrarios a la ley. Que estos casos coincidan con
independentistas es una casualidad.
En
el marco de la Constitución me encontrarán ustedes. Propongan una
reforma del texto del alcance que les plazca y, si se aprueba por los
cauces debidos , podrán ponerla en práctica. Me dirán que eso es
imposible y casi una burla, dado el carácter minoritario de Cataluña en
el conjunto del Estado, pero esa es una realidad ajena a nuestras
voluntades. Consigan apoyo mayoritario en España a su propuesta de
reforma constitucional y no harán falta cartas.
Parecen
haber pedido permiso al presidente del Senado, Pío García-Escudero
para pronunciar la conferencia que ya han dado ustedes en otro lugar.
Pío es autónomo, por supuesto, y él decidirá pero, si fuera yo, no la
autorizaría por una razón de respeto a la cámara. Al Senado se va con un
discurso original, nuevo, inédito, no con un refrito, ensayado para
otros auditorios.
Afronten
ustedes su responsabilidad como gobernantes de una Comunidad Autónoma y
resuelvan los problemas de sus administrados, que no son de banderas.
Son ustedes parte de esta gran nación que es España. Sean leales al
esfuerzo común y sigan contribuyendo al engrandecimiento de nuestra
patria. Todos los españoles están agradecidos a la solidaridad catalana y
orgullosos de ser sus compatriotas. Y, para demostrarlo, visitaré
Cataluña próximamente con un plan de inversiones en infraestructuras que
siempre proponemos y nunca cumplimos porque sabemos que ustedes los
catalanes se avienen a razones cuando se trata de dinero, sobre todo si
es el suyo.
Lamento
que el resumen de mi respuesta haya de contabilizarse en la columna del
“no”. No ha lugar a negociar referéndum catalán alguno porque, como
explica con su habitual brillantez la vicepresidenta, el gobierno no
puede negociar con lo que no está en su mano conceder, que es saltarse
la ley. Ni más ni menos. No es un desaire. Es una necesidad.
No
hay otra vía pues cualquier otra apunta directamente a la legislación
de excepción. Obviamente no queremos recurrir a ella por una cuestión de
imagen. Pero, si ha de hacerse, se hará, y no nos temblará el pulso,
pues contaremos con el apoyo de los demás partidos, PSOE y C’s, tan
españoles como nosotros, aunque estén en la oposición. Estamos seguros
de que la UE entenderá la necesidad de hacerlo. Y, si no fuera así,
habiendo quedado todo “atado y bien atado” desde los tiempos de aquel
caudillo cuya memoria quieren ustedes mancillar, sabremos prescindir de
una Europa que no nos quiere como somos.
Al fin y al cabo, más se perdió en Cuba.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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