Reformar el Estatuto de Autonomía para
que el adelanto electoral que permite su actual articulado prolongue la
acción del Gobierno resultante durante cuatro años y éste no se vea
obligado a cesar en sus funciones cuando coincida la convocatoria
conjunta de las Comunidades del 143 y las elecciones municipales. Es un
ingenio parido en la factoría TovarSOE, trampa para los incautos de
Ciudadanos, pero que resulta del todo impracticable.
Primero, porque se
trata de un cambio legislativo ad hoc para el caso PAS, y las leyes no
están para adaptarlas a los problemas que los partidos tengan para
firmar pactos contra otros partidos; segundo, porque por esta misma
razón el PP no apoyará esa reforma, que precisa de dos tercios del arco
parlamentario, y tercero porque aunque en el improbable caso de que a
los populares les pareciera una iniciativa estupenda, la tramitación de
la reforma de una Ley Orgánica exige su paso por el Congreso y el
Senado, cámara esta última de mayoría del PP, que podría echarse a
dormir, de modo que para cuando se fuera a producir el cambio tal vez
habríamos topado con las obligadas elecciones de 2019.
Pero, con
todo, lo peor es que la Región de Murcia se saldría de las vías por las
que discurren las elecciones autonómicas del artículo 143 de la
Constitución, y una solución excepcional, como la que podría llevar a un
adelanto electoral para los próximos meses, justificado en la actual
crisis política, se convertiría en una anomalía crónica.
Murcia iría a
elecciones, como Andalucía, Galicia, País Vasco o Cataluña en fechas al
margen del marco general, algo que podría darnos cierta singularidad
nacional, pero que en la práctica convertiría esos comicios en una
ceremonia irrelevante que podría resolverse en una especie de sorteo de
lotería. No es preciso explicar las razones ni abundar demasiado en el
papel de bocachanclas, pues se da por sobreentendido que una Región que
no brilla por su identidad autonómica no se vería especialmente motivada
por unas elecciones al margen del contexto general y desamparadas de
las municipales.
Todos los revolucionarios empiezan por diseñar
un nuevo calendario, y González Tovar, autor de la frase «seguiremos
luchando por la clase obrera» después de que su partido perdiera
estrepitosamente las últimas elecciones generales en Murcia, sin duda se
ve en ese papel, aunque la lucha de la clase obrera lo ignore y aunque
para alzarse al poder tenga que negociar con un partido tan poco
revolucionario como Ciudadanos. De conseguir formar Gobierno con éstos
tendría que rebajar sus ímpetus, lo que a su vez le crearía problemas
por el lado del otro socio necesario, Podemos, este sí más inclinado a
reformas de mayor profundidad y menos oportunismo que el calendario
electoral, la mayoría de ellas incompatibles con la política del PSOE y
menos del dúo PSOE-C's.
El Gobierno alternativo al del PP se instauraría
mediante un pacto entre aquellos partidos con el apoyo en la investidura
de Podemos. Y después de la investidura ¿qué? Hemos visto las
dificultades que arrastra el Gobierno PAS con un socio, Ciudadanos, de
un similar perfil sociológico, y con tan solo a falta de un diputado
para la mayoría absoluta. ¿Qué cabría esperar de un Gobierno socialista
frenado en su identidad por Ciudadanos al que le faltarían para la
mayoría los seis diputados de Podemos que exigirían una mayor
aceleración de la que el PSOE por sí solo ofrecería?
Frenazo-acelerón-frenazo-acelerón, y el PSOE de muñeco de las bofetadas.
Y enfrente, un PP que, aunque caído del Gobierno, conservaría sus 22
diputados.
Sacar al PP del poder es un empeño que puede resultar
loable. Es, sin duda, políticamente legítimo, incluso si no mediara el
caso PAS. La oposición en su conjunto es mayoritaria en votos y escaños,
de modo que no hay que llamarse a escándalo por el propósito.
Ahora
bien, como diría Ladrillard, el pensador francés así bautizado por el
cantautor y filósofo Pepe Lhormiga, ¿qué hacer después de la orgía?
Echar a PAS es fácil: basta con una moción de censura. Pero después hay
que gobernar. Y para gobernar, sobre todo tras relevar a un Gobierno
legitimado en la mayoría parlamentaria respecto a la suma del resto, es
preciso disponer de ideas menos ´creativas´ y más entonadas a la
realidad que los ingenios de reforma burocrática de la normativa
autonómica para consumo, ya digo, de incautos.
(*) Columnista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/03/22/inventar-calendario-murciano/815561.html
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