martes, 28 de marzo de 2017

Francisco Martínez García periodista murciano y beato por mártir en 1936, llegó a ser alcalde tradicionalista de Murcia


MURCIA.- El Colegio Oficial de Periodistas de la Región de Murcia ha querido honrar esta tarde a Francisco Martínez García, quien fuera presidente de la Asociación de la Prensa entre los años 1929 a 1931 y cuyos restos descansan desde hoy en la catedral de Murcia hasta su beatificación por mártir. Desde los 14 años, se levantaba muy pronto para ir a Misa a primera hora y consta sobradamente que murió por defender sin abdicaciones la Fé en Cristo. Dió testimonio de su condición de cristiano en cuantas actividades públicas intervino. En el año 2005 se abrió su proceso de canonización en la Santa Sede.

La vida profesional y personal de Francisco Martínez estuvo marcada por su activismo católico.  Los inicios de la Guerra Civil le sorprenden durante sus vacaciones en Tribaldos (Cuenca), de donde era natural su mujer y allí es detenido por milicianos marxistas, siendo fusilado este siervo de Dios al atardecer del 5 de agosto de 1936.

El 24 de enero de 2005, se presentó en Roma, el proceso de beatificación de 935 mártires de la provincia de Toledo, ya que el pueblo Tribaldos, en Cuenca, donde fue asesinado, pertenecía en aquella época a la Diócesis de Toledo; luego en 2007 se trasladó la Causa a la Diócesis de Cartagena por haber nacido Francisco en Molina de Segura y haber desarrollado toda su labor social y apostólica en la región murciana.

En la citada localidad manchega sus restos fueron exhumados esta misma mañana en el panteón familiar para volver a Murcia de inmediato, más de 80 años después, dado el avanzado estado del proceso de beatificación. Fue un hombre de gran categoría humana, intelectual, profesional y religiosa.

Miembros de la Junta Directiva del Colegio de Periodistas de la Región de Murcia han estado presentes hoy en la ceremonia de inhumación de los restos mortales de Francisco Martínez García y han depositado un ramo de flores en su nueva tumba de la capilla catedralicia del Beato Andrés Ibernón. La Eucaristía ha sido oficiada al efecto por el obispo de Cartagena, monseñor José Manuel Lorca Planes.

Desde 2007, la causa de beatificación por martirio de Francisco Martínez se encuentra abierta en la Diócesis de Cartagena, junto con la de 55 mártires más, víctimas de la persecución religiosa de 1936. «Nunca he estado tan preparado para morir», dicen que dijo poco antes de ser fusilado al filo de las nueve de la noche en las afueras del pueblo. Al ir a exhumar el cadáver de Francisco, encontraron un rosario entre sus dedos.

Francisco Martínez García fue el primer presidente de la Asociación de la Prensa de Murcia tras su refundación en 1929. En aquella primera reunión, tal y como recoge la prensa de entonces, Martínez García fue nombrado presidente por aclamación de la totalidad de los asociados.

Sus pinitos como escritor comenzaron en el periódico ‘La Huerta de Levante’, ocupando, en 1919, el cargo de director del periódico La Verdad, al ser comprado por el Obispado.

La Verdad del 31 de enero de 1929 publicaba la noticia de la refundación asociativa titulándola: "De Reperiodística, Constitución de la Asociación de la Prensa de Murcia" artículo del que se extrae este párrafo: "Los periodistas murcianos están de enhorabuena y muy pronto comenzarán a cosechar los frutos de esta unión profesional, basada en los principios aceptados y reconocidos del más leal y sincero compañerismo que hace compatible el respeto personal con la ostentación y defensa de las más opuestas ideologías".

La mayor parte de su vida y su trabajo transcurrió en Murcia. Francisco Martínez García fue letrado del Ilustre Colegio de Abogados de Murcia, letrado del Tribunal Eclesiástico de la Diócesis de Cartagena, catedrático de Filosofía del Instituto de Enseñanza Media "Alfonso X El Sabio", de Murcia, director del periódico La Verdad (en sus páginas publicó numerosos artículos, centrados muchos de ellos en la falta de consideración que se tenía a los obreros, y en la necesidad de unos salarios dignos, vacaciones, y de descanso los domingos), concejal del Ayuntamiento de Murcia y finalmente alcalde.

Con 47 años, el 5 de agosto de 1936 fue ejecutado al anochecer junto con otros hombres del pueblo prisioneros en la iglesia de Tribaldos (Cuenca), donde residía en esas fechas estivales junto a su esposa y cinco hijas. El cadáver fue recogido por su sobrino al día siguiente y enterrado en el cementerio del pueblo. La ciudad de Murcia le dedicó durante el Franquismo una calle en el barrio de Vistabella. El pasado año, el grupo municipal de C's en el Ayuntamiento de Molina de Segura propuso nombrarle Hijo Predilecto de la villa.

Biografía

Francisco Martínez García nació en Molina de Segura (Murcia) en 1889 en el seno de la familia tradicional y profundamente cristiana, con diez hijos más, de Juan y Francisca, originales de Pliego; no en vano, su tío, sacerdote, le bautizó en la parroquia de La Asunción. Estudió Bachillerato con los padres Agustinos en Uclés (Cuenca), licenciado en Filosofía y Letras y Derecho por la Universidad Central de Madrid, poco después se inició en la práctica jurídica como abogado especialmente dedicado a la defensa de pleitos de las clases populares y ayudando a su padre, Juan Martínez Párraga, en la Notaría de este pueblo. Como prueba de su generosidad con los necesitados, en su dietario de cuentas puede leerse con frecuencia la advertencia: “no cobrar”.

Llegó a opositar en 1912 por la vacante de la Dirección General de Registro y Notariado del Ministerio de Justicia, pero el puesto estaba destinado a Manuel Azaña; Francisco obtuvo un dignísimo tercer lugar. En 1919 contrajo matrimonio con Carmen Morillas Quintero, de cuya unión nacieron cinco hijas, entre ellas María Francisca, que hoy pertenece a la Institución Teresiana.  Gana las oposiciones a la cátedra de Psicología, Ética y Rudimentos del Derecho en 1922.

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En febrero de 1924 fue nombrado catedrático de Filosofía y Derecho del Instituto de Orense, cargo en el que permaneció pocos meses. Profesor de Derecho en la Universidad de Murcia, es nombrado alcalde de la ciudad, tomando posesión de la Alcaldía el 23 de marzo de 1926. Cesó en el cargo por orden del gobernador civil de la provincia el 23 de febrero de 1928. Alfonso XIII le concede la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, mediante Real Decreto 1.568 de 1928, a propuesta del presidente a la sazón del Consejo de Ministros, el general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, marqués de Estella.

Desde 1919 a 1931 fue director del diario La Verdad, donde realizó una labor extraordinaria de modernización del periódico, pero donde además publicó una serie de artículos de temática social de una gran repercusión. Le sustituyó como director interino José Ballester Nicolás.

De 1926 a 1928 fue alcalde de Murcia mientras era secretario del ayuntamiento Juan Guerrero Ruiz. Aprovechó y subió los sueldos de los empleados del Ayuntamiento, que consideraba ínfimos.

En tan solo dos años como primer edil realizó una ingente labor para el desarrollo de la ciudad. Además, en la Fiesta de Cristo Rey de 1926, consagró Murcia al Sagrado Corazón de Jesús (apoyó la construcción del monumento sobre el Castillo de Monteagudo). Desde 1927 a 1928 fue elegido por unanimidad miembro de la Asamblea Nacional Consultiva de la Asociación Católica de Propagandistas. Había obtenido la cátedra de Filosofía por oposición en 1922, cargo que, tras diversas excedencias, desempeñó en el Instituto Alfonso X el Sabio de Murcia.

Ingresó en el Carlismo al ver que la situación de la religión y de España empeoraba cada vez más. “Estudió a fondo los programas de los partidos (explica su hija María Francisca) y se decidió por la Comunión Tradicionalista”. Pronto la consiguió reestructurar en la Región, llegando a constituírse Juntas Comarcales en casi todas las comarcas del antiguo Reino de Murcia.

Además llegó a ser jefe regional de la Comunión Tradicionalista en 1934 (no le persiguieron por ello, sino porque era, de forma manifiesta y activa, un defensor de la fe, según dijo después de su muerte otro miliciano a una de sus hijas: «No había más remedio que matarlo, porque había pruebas de que era muy católico») y viceministro de la Venerable Orden Tercera Franciscana así como miembro de la Academia Hispano-Americana.

Era notable el celo que ponía en criticar la persecución religiosa en todas sus formas. No desperdiciaba ninguna forma de defender la fe, ya fuera como propagandista católico o en la Adoración Nocturna.

También se mostraba muy orgulloso de que, durante su mandato como alcalde, se hubiera entronizado al Sagrado Corazón de Jesús en la Diócesis de Cartagena, y coronado en Murcia a la Virgen de la Fuensanta en 1927; por este simple hecho de la Coronación canónica, la Corporación que él presidía, le quiso distinguir con la primera medalla de oro que la ciudad concedía, si bien él con mucha hidalguía renunció a ella.

La instalación del alcantarillado, el suministro de agua potable y pavimentación en el casco urbano de la capital son obra suya. Artífice del  Salón de Plenos del Ayuntamiento, que también remozó, y de la construcción de una nueva cárcel, promovió bibliotecas públicas en las plazas y la rehabilitación de escuelas. Igualmente el embellecimiento de los jardines de la ciudad con las estatuas de Ricardo Codorníu y Sánchez Madrigal.

Cuando el laicismo de la II República expulsó de la docencia a los sacerdotes, Francisco Martínez se ofreció a impartir religión en la capilla del Instituto. En vísperas del 18 de julio de 1936, los carlistas murcianos como él se integraron en los preparativos del Alzamiento Nacional.

Por eso, el 5 de agosto, Francisco Martínez vio cómo un camión de milicianos empezaba a rodear la casa de su esposa en Tribaldos. Hizo salir a su mujer y a sus hijas, y esperó. «Servidor de ustedes», contestó a los milicianos que preguntaban por él. Después de registrar la casa, lo llevaron a la iglesia del pueblo, ya usada como cárcel.

Por carlista fue detenido y fusilado a los 47 años por un pelotón, sin dar mayores explicaciones, tras sacarlo de la iglesia parroquial de Santo Domingo de Silos. Queda probado que dedicó sus cinco horas totales de cautiverio a rezar y, según testigos de aquellos momentos, a consolar y animar a los demás arrestados, más nerviosos y asustados que él, tras permanecer en oración en los primeros bancos.

Su causa de canonización fue promovida inicialmente por el cardenal primado y arzobispo entónces de Toledo, monseñor Antonio Cañizares Llovera y, posteriormente, trasladada a la Diócesis de Cartagena-Murcia, donde monseñor José Manuel Lorca Planes, clausuró la fase diocesana de la Causa, junto a la de otros mártires murcianos, el 1 de diciembre de 2012 y  en fase romana desde dicha fecha, según confirma su postulador, don León Chicote.

Curiosamente Francisco Martínez García es el abuelo materno del profesor universitario de Derecho del Trabajo, José Enrique Serrano Martínez, que fuera jefe del gabinete de Presidencia del Gobierno con José Luis Rodríguez Zapatero, antes con Felipe González, y considerado uno de los "cerebros" en todos los gabinetes socialistas españoles desde 1982. 

 

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