La actualidad no deja de mezclar la política y la Justicia. Ambos
patios andan revueltos, y más que lo van a estar, porque hay muchos
sumarios en los que la cosa está que arde. La Gürtel y sus derivadas,
que son muchas, genera escándalos cada día. Ahora Francisco Correa
negocia con la Fiscalía Anticorrupción y hay mucho personal en vilo por
toda España. El juez De la Mata reabre en la Audiencia Nacional la
investigación sobre la caja B del PP a partir de las cantadas de Correa.
Y en la cárcel, su segundo, Pablo Crespo, y su empleado Álvaro Pérez
“El bigotes”, no le dirigen la palabra, una tensión que veremos cómo
termina, aunque pinta mal. Porque ser un chota está mal visto, es feo, y
si es en beneficio propio y en perjuicio de tus amigos, aún más. Y hay
dudas de que el cante de Correa sea sincero, y vaya a ser del bueno,
tirando para arriba de verdad. Un espectáculo, oiga, un espectáculo.
Y la Fiscalía no deja de generar escándalos, en todos los ámbitos y
territorios. El fiscal general del estado, José Manuel Maza, pasó por el
Congreso para explicar el carnaval de ceses, nombramientos y cambios de
destino y la movida de Murcia, y lejos de aclarar el tema y despejar
dudas, evidenció que la actual subordinación de la institución al
Gobierno, a través del Ministerio de Justicia, hace imposible que los
ciudadanos puedan confiar en su imparcialidad, y los acusados y reos
menos aún. Cada día hay un escándalo, y los que quedan por salir.
El último jaleo se centra en las diferentes decisiones que varios
tribunales han adoptado respecto a dejar en libertad o no a condenados
en sumarios de corrupción hasta que las sentencias sean firmes cuando se
pronuncie el Tribunal Supremo una vez vistos los recursos de casación.
Ya saben mi opinión. Salvo evidentes riesgos de fuga, como criterio
general creo que nadie debe ser privado de libertad sin sentencia firme.
Lo que resulta insoportable es el doble rasero, cebándose siempre con
los eslabones más débiles. Eso no es justicia.
Iñaki Urdangarin y su socio Diego Torres se fueron a casa, el cuñado
del rey incluso fuera de España. Miguel Blesa y Rodrigo Rato, en el caso
de las tarjetas negras opacas al fisco, tres cuartos de lo mismo. Y en
la Gürtel valenciana, Correa, Crespo y Pérez siguen en el trullo. En el
caso de Correa puede haber argumentos. Más débiles aún en el de Crespo.
Pero respecto a Pérez el asunto es escandaloso, porque hay que unirle
una persecución gubernamental intolerable.
La penúltima es de esta semana. El martes, el abogado de Pérez
presentó un escrito ante el Tribunal Superior de Justicia de Valencia
solicitando la libertad provisional para su cliente. En el escrito, en
la parte argumental, se mencionaba cómo “los señores Urdangarin y Torres
cometieron mayor número de delitos, entre los cuales se encuentran los
mismos que se le imputan a mi representado”, y apela a la presunción de
inocencia y el derecho a la libertad, ambos consagrados en la
Constitución, y denuncia un trato “desproporcionado e injustificado al
mantener preso a Álvaro Pérez.
Bien, pues la Fiscalía anticorrupción se ha opuesto a que se le
conceda la libertad a Álvaro Pérez por considerar que es una medida
“adecuada, proporcional y eficaz”, y añade, ojo a las palabras, que “en
definitiva, partiendo de la situación procesal actual de Álvaro Pérez, a
la hora de ponderar los diferentes intereses enfrentados, esto es, la
privación de su libertad o la realización de la justicia social, las
circunstancias justifican que deba primarse este último”.
La “justicia social”. Lo que nos faltaba. La Fiscalía Anticorrupción
apelando a aplicar la “justicia social” para mantener a un acusado en
prisión sin sentencia firme. La Fiscalía Anticorrupción reclamando que
por encima de la ley y la Constitución de aplique la “justicia social”.
Me pregunto si la “justicia social” es un concepto que figure en la ley
de Enjuiciamiento Criminal. ¿Dispone la Fiscalía ahora de encuestas,
estudios sociológicos o de mercado, quizá han hecho un referéndum a
hurtadillas? Que dislate. ¿Hasta dónde va a llegar el Ministerio
Público? ¿Se ha utilizado en el caso Nóos con Urdangarin y su tropa o en
las tarjetas opacas de Blesa, Rato y compañía también el concepto de
“justicia social”? ¿Cuántas justicias sociales existen y quién define lo
que es?
La Ley de Enjuiciamiento es clara respecto a los requisitos a valorar
para decretar prisión provisional: existencia de antecedentes penales
no cancelados ni susceptibles de cancelación por delitos dolosos;
asegurar la presencia del investigado si existe riesgo de fuga valorando
la situación familiar, laboral y económica; que hayan sido dictadas al
menos dos requisitorias de busca y captura en los dos años anteriores;
evitar la ocultación, alteración o destrucción de las fuentes de prueba;
evitar que pueda actuar contra bienes jurídicos de la víctima o si hay
riesgo evidente de que cometa otros hechos delictivos.
Pérez no tiene antecedentes, lleva años cumpliendo con sus
comparecencias durante el infinito proceso investigativo; tiene mujer y
dos hijos; no se ha sustraído jamás a la acción de la justicia; está
tieso, sin un duro; no quedan pruebas que aportar o destruir en sus
procedimientos. En fin, que no hay otro motivo que el interés
gubernamental en presentarle como chivo expiatorio, en ofrecer su cabeza
como muestra de una supuesta lucha efectiva contra la corrupción que no
es tal. Y la Fiscalía, al servicio no de los ciudadanos sino del
Ejecutivo, apela ahora a “la justicia social”. Era lo que nos quedaba
por ver.
PS: Y ya que estamos con la Fiscalía, atentos a la máxima responsable
del Ministerio Público en San Sebastián. Hay un sumario en instrucción
en el que se aproxima un escándalo importante. Un sumario con sexo,
cintas de video, fotografías, siete víctimas de delitos sexuales
gravísimos, un acusado muy bien relacionado y con buenos amarres que
lleva tres años sin pisar la cárcel, una jueza que se está luciendo y un
fiscal al que la jefa le está segando la hierba. ¡Ay! Si se aplicara en
este caso la “justicia social”. Se nos viene otro escándalo. Lo
contaremos. Por supuesto que lo contaremos. Con todo lujo de detalles.
Aunque hay alguno que trata de evitarlo. Como Dante a las puertas del
infierno, que pierdan toda esperanza de callarme.
(*) Periodista
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