El ‘gobierno en la sombra’, o más bien a la sombra, de Podemos ha
lanzado otro eslogan político y ha pasado de ‘la casta’, con la que
marcaron a la vieja política del bipartidismo del PP y PSOE, a ‘la
trama’ con la que denuncian la connivencia o promiscuidad entre los
poderes políticos y económicos como la base de la corrupción.
Un clan esa presunta ‘trama’ que, de manera que espontánea y unas
veces organizada, existe y sobre todo existió con los gobiernos
mayoritarios de PSOE y PP durante la transición. Pero no como palanca de
corrupción tal y como lo denuncia Podemos poniendo a Valencia y Madrid
como ejemplos mientras se olvidan de subrayar el caso de Cataluña que es
el colmo de la gran corrupción institucional reconvertida ahora en
palanca de la secesión.
Eso de la presunta ‘trama’ tiene que ver más con las relaciones de
poder y el campo de las influencias entre los ‘poderes fácticos’ y
políticos que con la corrupción que va por otros vericuetos.
‘La trama’ existe en países democráticos de forma espontánea u
organizada en ‘lobbies’ -que ahora en España se quieren regular- pero en
España y en los tiempos del bipartidismo campaba a sus anchas e incluía
magnos favores legislativos, económicos y de protección judicial del
Gobierno de turno en el beneficio de los poderes económicos y
financieros y a no perder de vista los mediáticos y repartos de las
licencias audiovisuales o las famosas puertas giratorias.
En realidad y sobre esto de ‘la trama’ se puede decir que Pablo
Iglesias ha de intuido algo o ha oído campañas pero no sabe dónde. E
igual que ellos ya han empezado a formar parte de ‘la casta’ política
con sus vicios y errores también están en ‘la trama’. Porque ¿acaso cree
Iglesias que el regalo que ‘la trama’ ha hecho a Podemos con el
descarado trato de favor de La Sexta TV les ha caído del cielo, mientras
PSOE y C’s están fuera del gran juego audiovisual y a dos velas?
El nuevo reparto cuatripartito del Parlamento ha desactivado en una
buena parte esa ‘trama’ que aún colea y la solución final de esta y
otras carencias democráticas pasa sobre todo por la separación real de
los poderes del Estado que sigue siendo la asignatura pendiente de la
transición. Aunque ahora y por primera vez las distancias entre el
Ejecutivo y el Legislativo son ciertas pero el poder Judicial (y el
policial y CNI, ‘el Leviatán’) sigue en las manos del Gobierno, y el
‘cuarto poder’ de la prensa también, salvo raras excepciones en los
medios de Internet.
Ahora bien, vista la pasión de Iglesias y Podemos por controlar a
jueces y periodistas, la escasa democracia interna de su organización
(que se lo pregunten a Errejón) o la falta de respeto que ellos exhiben a
la soberanía nacional y a la cohesión de España, cabe imaginar que
Podemos lejos de acabar con ‘la trama’ si llegan al poder la
convertirían en un martillo pilón contra la democracia, las libertades y
la unidad nacional.
No en vano Iglesias tuvo una oportunidad de haber iniciado en marzo
de 2016 la lucha contra la vieja política, la trama y la corrupción
permitiendo la investidura de Pedro Sánchez en vez de vetarlo como
hicieron para así favorecer a Mariano Rajoy. Iglesias buscaba el
‘sorpasso’ para liquidar el PSOE como su primer escalón en el asalto al
cielo del poder con el que sueña para, llegado el caso y parodiando al
Rey Sol, decir: ‘la trama soy yo’.
(*) Periodista
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