El domingo pasado, en un post titulado Disonancias
decía Palinuro que "este gobierno no puede gobernar, pero tampoco
convocar elecciones anticipadas por razones obvias." Que no puede
gobernar viene siendo patente desde el comienzo de su nuevo mandato en
el que no ha hecho nada, pero la derrota de ayer en el decreto sobre los
estibadores es mucho peor que nada, ya que supone andar en dirección
contraria a su programa. Incumplir el programa no es cosa que preocupe
en el PP, pero no incumplir por imposición ajena, en defensa de los
intereses de los estibadores.
La
prueba definitiva, el 31 de marzo con la aprobación de la cuentas en el
consejo de ministros. Si los presupuestos no se aprueban es de esperar
una convocatoria de elecciones anticipadas y ahí es donde se verá si la
premonición de Palinuro es acertada o no: el gobierno no puede gobernar,
pero tampoco convocar elecciones anticipadas. Caso de hacerlo, España
afrontará el tramo final de la hoja de ruta catalana con un gobierno en
funciones. Cierto, el que hay ahora no está mucho mejor, pero, cuando
menos, hay actividad parlamentaria y foro de debate en el que
seguramente se forjará una sacra unión nacional de partidos dinásticos
(PP, PSOE y C'S) para proteger la monarquía y la unidad de España. Con
un gobierno en funciones todo eso es muy difícil.
La
división en el PSOE es una muestra más de las turbulencias en España.
El enfrentamiento entre la candidatura oficialista de Susana Díaz y la
de las bases de Pedro Sánchez es total y reproduce el del país. El campo
de Sánchez acusa al de Díaz de todo tipo de guerra sucia: manipulación
del censo, campañas de descrédito, censura y empleo del aparato del
partido a favor de la candidata. Es obvio que hay unas sinergias en el
campo de Díaz con el aparato, los barones, los tertulianos, los ex, los
medios, los votantes del PP y hasta el Ibex35. De no haberse sublevado
las bases insospechadamente, la candidatura de Díaz, una candidatura de
caudillaje, con efluvios de PRI, se hubiera impuesto por aclamación. De
hecho, al no ser todavía candidata oficial, Díaz viene a ser la tapada del PRI.
A
primera vista, si no se hacen malabarismos con el censo, ni se ponen
inconvenientes al voto telemático, ni se incordia a las candidaturas de
mil formas, puede ganar Pedro Sánchez con un discurso de izquierda. De
suceder, podría abrirse una interesante etapa de búsqueda de la unidad
de la izquierda. Pero, a los efectos del gobierno y la legislatura, esta
situación sería irrelevante. Al no ser el nuevo SG diputado del
Parlamento (en ninguno de los dos casos), el grupo parlamentario del
PSOE mantendría su composición y línea de actuación.
La sola esperanza de Rajoy de mantenerse en el gobierno y conseguir al tiempo algún tipo de gobernabilidad es
que Susana Díaz gane las primarias. Para ello ha de posponer la
convocatoria de elecciones con el riesgo de que, si gana Sánchez, la gobernabilidad se evaporará, habrá que ir a elecciones y es posible que en ellas dé Sánchez una sorpresa.
La
cuestión con el gobierno de España ya no es cómo se siguen
depilfarrando los caudales públicos con las multas que habremos de pagar
a causa del fiasco de la estiba, sino quién y cómo estará tomando
decisiones respecto a la hoja de ruta catalana.
Añádase
el rosario de casos de corrupción y podremos preguntarnos cómo es
posible haber llegado a este marasmo con tal grado de incompetencia.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario