Las noticias mueven a risa: "Ferraz
advierte", "la gestora conmina". ¿Qué Ferraz? ¿Qué gestora? Este órgano
está deslegitimado por origen y por ejercicio. Su siniestro inicio en un
golpe de mano es conocido. Su ejercicio absolutamente parcial en
interés de Diaz, también. Nadie puede tomarse en serio un órgano
pretendidamente arbitral y neutral cuyo portavoz, Mario Jiménez, es la
mano derecha de una de las partes. Ese órgano carece de autoridad para
adoptar medida alguna en relación con este proceso.
Y,
sin embargo, las toma, imperturbable, ajeno a toda crítica respecto a
su parcialidad. El portavoz y hombre fuerte de Díaz en la junta gestora
quiere ser expeditivo y, habiendo encargado un informe, sostiene que el crowdfunding de Sánchez pudiera ser ilegal, incluso delictivo .
Son palabras mayores. Sin duda el informe será muy correcto y atinado,
pero es un informe de parte en materia asaz interpretable. Se le podrá
contraponer otro de la otra parte. Habrá que ir a los tribunales y lo
primero que Jiménez deberá explicar a los jueces es por qué no se ha
abstenido (incluso, por qué no ha causado baja) en un asunto que le
concierne personalmente. Y eso sí que suena a irregular y delictivo. Ya
solo con ello queda jurídicamente deslegitimada la gestora.
Que también lo está políticamente. El informe sostiene que el crowdfunding no pasaría el control del Tribunal de Cuentas. Pero el Tribunal de Cuentas hace saber que no ve problema en el crowdfunding de Sánchez.
A todo esto, Sánchez ha hecho públicas sus cuentas. Los otros dos
candidatos, no. Y eso es políticamente determinante. Es obvio que toda
la campaña de Díaz en plan supercaudilla popular vale un dineral. Solo
el acto del próximo 26 en el pabellón Ifema, una pasta. En efecto, es
imprescindible que se sepa cómo se financian las campañas de los tres
candidatos. Para eso no hace falta pegarse por abrir o cerrar cuentas.
Basta con publicar las propias en internet, con los ingresos y los
gastos, en el entendimiento de que, si en los ingresos hay partidas
procedentes de órganos del PSOE, locales, institucionales, etc, se sepa.
A
no ser que la gestora esté buscando deliberadamente un conflicto para
tomar una medida disciplinaria con Sánchez, es decir, para defenestrarlo
por segunda vez; una exclusión por desobediencia o una inhabilitación,
como las que reparten generosamente los tribunales españoles a los
catalanes, algo que lo aparte de la carrera electoral de las primarias.
Sánchez trae un aura de ganador que se retroalimenta continuamente y no
parece posible evitar su triunfo, ni siquiera habiendo armado a toda
velocidad una fantasmagórica candidatura de Patxi López, cuya única
función es engatusar a un puñado de sanchistas. Así que, para garantizar
que la caudilla salga aclamada de caudillesco modo, lo mejor es dar
otro golpe de mano e impedir que Sánchez se presente. Quien dio un golpe
puede dar dos; suele hacerlo.
Así
las cosas, a Sánchez no le quedaría otra alternativa que resignarse a
abandonar la competición sin más o plantar cara a la arbitrariedad de
los detentadores del poder, pidiendo a sus seguidores que, aunque su
candidatura esté proscrita, lo voten. Luego, habrá que contabilizar los
votos y se verá quién ha ganado, si la caudilla o el doblemente
defenestrado.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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