viernes, 3 de marzo de 2017

Cumplir la palabra e irse / Editorial de 'El País'

Cuando el todavía presidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, acuda a declarar el próximo lunes como investigado por el caso Auditorio,tendrá que ser consciente de que, pese al apoyo cerrado de sus correligionarios de partido (encabezados por el propio Mariano Rajoy), su carrera política ha entrado en una deriva imposible de enderezar. La decisión de Ciudadanos de romper el pacto de gobierno con el PP en Murcia, aunque no tenga efectos inmediatos, abre una grieta en las relaciones de ambos partidos que solo podrá cerrarse con la dimisión de Sánchez.

Prevaricación continuada, fraude, falsedad en documento oficial y malversación de caudales públicos son las acusaciones a las que se enfrenta el líder popular murciano, que dejó por escrito y corroboró con su palabra que abandonaría su cargo en caso de ser imputado en alguno de los casos por los que se le investigaba. Sin embargo, a la hora de la verdad, sigue aferrado al sillón presidencial poniendo en grave riesgo el pacto de investidura que permitió a Mariano Rajoy seguir siendo presidente del Gobierno.

No solo está en juego la gobernabilidad en Murcia. La actitud de Pedro Antonio Sánchez y de los principales líderes del PP pone en tela de juicio la voluntad del partido de Gobierno de enfrentarse a la corrupción con todas sus consecuencias y hacer pagar a los culpables.

La corrupción es el principal lastre que arrastra el partido conservador. Los diversos acuerdos para la regeneración política alcanzados con la formación que preside Albert Rivera podían suponer una vía para recuperar credibilidad frente a unos ciudadanos hartos de esa lacra. Si, cuando ha llegado el momento de cumplir los pactos, el PP se niega a ello, parece demostrar que no está dispuesto a cerrar con dignidad ese oscuro apartado de su historia reciente. Y las sospechas seguirán para siempre.


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