domingo, 12 de febrero de 2017

Podemos se radicaliza con la victoria de Iglesias / Antonio Papell *

La apariencia de que Podemos estaba fracturado por mitades casi iguales ha resultado errónea en el último momento, ya que probablemente las invocaciones a la unidad han perjudicado al errejonismo. Iglesias ha logrado una victoria rotunda tanto en las votaciones de los documentos político organizativo, ético y de igualdad cuanto en las de la secretaría general (89%) y el comité ciudadano (60%). 

Con estos resultados, se ha evitado la crisis –Iglesias habría dimitido si hubiera obtenido menos consejeros que Errejón y este no hubiera aceptado el liderazgo del partido— pero Podemos se escora hacia la izquierda, se ubica en el espacio que ya ocupaba Izquierda Unida –que tiene la clientela que tiene— y el PP sale objetivamente fortalecido ya que con la afirmación de Iglesias se descarta una hipotética coalición PSOE-Podemos a corto y medo plazo, que hubiera sido en cambio verosímil si Pedro Sánchez alcanzase la secretaría general del PSOE en las próximas primarias socialistas y Errejón se hubiera impuesto, si no con el liderazgo, sí con una fuerza decisiva.

Cuando las relaciones personales se deterioran más allá de determinado punto porque las personas no han sido capaces de gestionar la diversidad (porque no quieren o porque no se puede), las organizaciones se degradan y pierden vitalidad. Esto es lo que ha sucedido con Podemos, un partido singular que se ha fracturado aparatosamente. 

La historia es conocida: tras las elecciones del 20D, Podemos tenía dos opciones: prestarse a facilitar la gobernabilidad auspiciando el tripartito PSOE-Podemos-Ciudadanos o negarse radicalmente a ello, forzando unas nuevas elecciones y estableciendo una alianza con Izquierda Unida, patrocinada por Julio Anguita, símbolo de la extrema izquierda poscomunista. Iglesias impuso esta segunda opción, que no agradó al sector de Errejón, quien veía cómo se desvanecía la transversalidad original de Podemos: con aquel pacto, los moderados que habían apoyado a Podemos provenientes de partidos centristas dejarían de hacerlo. Y prueba de que Errejón tenía razón fue que no tuvo lugar el sorpasso: la suma de Podemos e IU perdió más de un millón de votos el 26J con respecto a los logrados el 20D.

Aquella disputa entre integración y radicalidad, entre oposición parlamentaria y movilización en la calle, se ha mantenido intacta, y en los meses de gobierno Rajoy las claudicaciones de este –como la subida relevante del salario mínimo- han sido arrancadas por Ciudadanos y por el PSOE. Podemos no ha tenido papel alguno en este periodo.

Puede en definitiva afirmarse que el intento populista original, de tintes chavistas –no del Maduro actual sino de los primeros tiempos de Chaves, cuando todavía había algún atisbo de idealismo en aquella aventura— se ha clausurado hoy seguramente para siempre en Vistalegre II. Todo indica que Iglesias fortalecerá su radicalismo antisistema, impulsará su propuesta de revisión del modelo constitucional, confraternizará con Garzón en el regreso a las conocidas utopías que ya redujeron a IU a una formación testimonial. 

Porque, además Iglesias tiene gran predicamento entre los suyos pero genera un rechazo muy intenso en las clientelas de los demás partidos, por lo que es previsible que Podemos experimente una reconcentración centrípeta que lo empequeñecerá, sobre todo si el PSOE acierta en ocupar el espacio político que ha abarcado hasta ahora y que le corresponde mantener.

En definitiva, el resultado de hoy en Podemos fortalece la extrema izquierda, deja sin socio al centro-izquierda que no puede contar con un gobierno de coalición con Iglesias, afirma la estabilidad del Gobierno actual —el PSOE se verá impulsado cada vez más a contribuir a ella mediante pactos con contrapartidas—, Errejón tendrá serias dificultades para desempeñar un papel significativo en Podemos (conociendo a Iglesias, no sería extraña la salida de Errejón), y la legislatura agotará previsiblemente los cuatro años. Como siempre, la alegría va por barrios, pero difícilmente puede pensarse que la radicalización de un partido sea una buena noticia. 


(*) Periodista


No hay comentarios: