lunes, 27 de febrero de 2017

Por la tremenda / Ramón Cotarelo *

Periodismo de trinchera el de El País. El diario está tan ofuscado con lo que suele llamar el desafío independentista y tiene tanta tirria a quienes lo protagonizan (a los que sigue culpando personalmente, como si fuera un capricho de media docena de personas), que se le va la pinza de colgar titulares. Hace decir a Homs, y lo entrecomilla, que, si hay sentencias por el 9N, eso será "el fin del Estado español".

El lector que haya deglutido con el café tamaño sórdido vaticinio y siga leyendo la crónica, verá que hay algo de exageración y lo que Homs dijo, y El País sigue entrecomillando, es que será "el fin del Estado de derecho en España".

No es lo mismo, ¿verdad? A El País se le ha ido la pinza por el tremendismo. Había que añadir algún elemento dramático a la comparecencia de hoy de Homs ante el Supremo. Nada menos que la supervivencia del Estado.

Profetizar el fin del español por una sentencia es un absurdo; profetizar el del Estado de derecho es redundante, innecesario. Probablemente Homs piensa que el mero hecho de verse encausado por el 9N es una muestra de que ya no hay Estado de derecho en España. 

Y algo de eso sucede en la medida en que el el poder responde a un conflicto político judicializándolo pero a su vez utiliza la justicia políticamente.
 
Redes rebeldes
 
Fenomenal el patinazo de la junta gestora del PSOE al aplazar primarias y congreso para que la caudilla sureña se deshiciera de la imagen de killer y adoptara la de gran costurera del PSOE. Quería un plazo de "enfriamiento" y lo ha sido de "calentamiento". No cayó en la cuenta de las redes, que están vivas y pueden mantener una causa el tiempo que quieran. No habían terminado los miembros de la gestora de redactar su propuesta de documento salvífico y ya bullían las críticas en las redes. Muy atribulada, la gestora ya ha cedido en pedir la derogación de la reforma laboral del PP. Lo ha hecho con una carga de profundidad a Sánchez, al recordar que en el programa que este acordó con C's cuando su fracasada investidura, no se preveía la derogación. 

Sí, este Sánchez parece haber cambiado bastante y quiere pasar de haber sido un SG marcado de cerca por el Comité Federal y sin margen de actuación a obtener una especie de confianza casi plebiscitaria para un liderazgo de izquierda en un contexto muy difícil.
 
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
 

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