Periodismo de trinchera el de El País. El diario está tan ofuscado con lo que suele llamar el desafío independentista
y tiene tanta tirria a quienes lo protagonizan (a los que sigue
culpando personalmente, como si fuera un capricho de media docena de
personas), que se le va la pinza de colgar titulares. Hace decir a Homs,
y lo entrecomilla, que, si hay sentencias por el 9N, eso será "el fin
del Estado español".
El
lector que haya deglutido con el café tamaño sórdido vaticinio y siga
leyendo la crónica, verá que hay algo de exageración y lo que Homs dijo,
y El País sigue entrecomillando, es que será "el fin del Estado de derecho en España".
No es lo mismo, ¿verdad? A El País se
le ha ido la pinza por el tremendismo. Había que añadir algún elemento
dramático a la comparecencia de hoy de Homs ante el Supremo. Nada menos
que la supervivencia del Estado.
Profetizar
el fin del español por una sentencia es un absurdo; profetizar el del
Estado de derecho es redundante, innecesario. Probablemente Homs piensa
que el mero hecho de verse encausado por el 9N es una muestra de que ya
no hay Estado de derecho en España.
Y
algo de eso sucede en la medida en que el el poder responde a un
conflicto político judicializándolo pero a su vez utiliza la justicia
políticamente.
Redes rebeldes
Fenomenal el patinazo de la junta
gestora del PSOE al aplazar primarias y congreso para que la caudilla
sureña se deshiciera de la imagen de killer y adoptara la de gran
costurera del PSOE. Quería un plazo de "enfriamiento" y lo ha sido de
"calentamiento". No cayó en la cuenta de las redes, que están vivas y
pueden mantener una causa el tiempo que quieran. No habían terminado los
miembros de la gestora de redactar su propuesta de documento salvífico y
ya bullían las críticas en las redes. Muy atribulada, la gestora ya ha
cedido en pedir la derogación de la reforma laboral del PP. Lo ha hecho
con una carga de profundidad a Sánchez, al recordar que en el programa
que este acordó con C's cuando su fracasada investidura, no se preveía
la derogación.
Sí,
este Sánchez parece haber cambiado bastante y quiere pasar de haber
sido un SG marcado de cerca por el Comité Federal y sin margen de
actuación a obtener una especie de confianza casi plebiscitaria para un
liderazgo de izquierda en un contexto muy difícil.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario