¿Cuántas campañas electorales podrían financiarse con la construcción
de Puerto Mayor? La pregunta es tan incorrecta que tendría que haberla
consultado con mi abogado, pero se me ha acabado la batería del móvil y
no puedo llamarlo.
Lo cierto, al día de hoy, es que los hijos de Tomás
Maestre están peleados entre sí, carecen de una estrategia concertada y,
por lo demás, da la impresión de que no disponen de los recursos que
permitirían abordar un proyecto de esas características.
A estas alturas
es un problema de confianza y discreción. ¿Qué Gobierno podría fiarse
de una familia en la que cada cual va por su lado y no hay, como cuando
vivía el patrón, una referencia única? Mejor cambiar el modelo de la
actuación.
Para dar la vuelta a las cosas, según conveniencia,
aparece el Consejo Jurídico. Un órgano que siempre ratifica la política
del Gobierno como corresponde a la lógica de su composición. Pero que no
se diga que el Gobierno está contra la construcción de Puerto Mayor, a
no ser que ayer mismo cambiara de opinión.
Ramón Luis Valcárcel me
aseguró hace años que no se podía oponer al proyecto porque «supondría
prevaricar», dado que existía una autorización de la era de Franco. Y ya
se sabe que hay políticos que muestran grandes escrúpulos ante la
prevaricación siempre que la iniciativa a la que debieran oponerse les
complazca.
Recordemos que uno de los miembros del Consejo de
Administración de Puerto Mayor era Antonio Sánchez Carrillo, presidente
de la Comisión Electoral del PP y uno de los grandes factotums del
partido, mano derecha de los Valcárcel, es decir, de la casa. Cuando en
su día publiqué ese dato, el entonces presidente de la Comunidad se hizo
el longui: «No lo sabía», me dijo al poco de sentarse conmigo junto a
su jefe de Comunicación en un reservado del restaurante de El Corte
Inglés, para añadir, qué casualidad, que se había encontrado minutos
antes con Sánchez Carrillo en una de las escaleras mecánicas de acceso
al centro comercial y había aprovechado para afearle esa colaboración.
Carrillo, que dimitió al poco (es decir, al verse descubierto) se
justificó después en que su implicación en el Consejo de Puerto Mayor
era estrictamente técnica, para asesorar sobre las 'clavestacas', algo
así como si Tomás Maestre fuera gilipollas y no supiera a quién fichaba.
Todos los datos, actuaciones y hasta declaraciones de la
oficialidad coinciden en constatar que Puerto Mayor es un proyecto
compartido por el Gobierno regional, el de antes y el de ahora. Basta
recordar la estupefaciente encuesta de este último verano, a saber
realizada por quién y cómo, en que se pretendía colocar a Puerto Mayor
como uno de los proyectos prioritarios para el desarrollo de La Manga,
si bien camuflado en cuarta o quinta posición de la demanda para no
llamar en exceso la atención sobre el fraude evidente de la consulta.
Ahora
bien, visto que los Maestre no dan ya mucho de sí y no cuentan con el
vigor y la actitud decidida del padre, lo de Puerto Mayor se ha
convertido en un lastre, y alguien ha decidido dar lustre a la zona con
otro proyecto, teóricamente más presentable y convencional, una especie
de centro comercial La Vaguada, esa meca madrileña para compradores
compulsivos.
Sin embargo, nunca volverá a existir una playa en ese
lugar, pues lo que hay es un puerto perfectamente construido a falta
sólo de la estructura exterior. Una vista aérea de la zona lo confirma. Y
alguien podría decir que rematar la instalación ya creada sería la
solución para descongestionar el Mar Menor, aliviando la presión al
Puerto Tomás Maestre ya existente en él. Estoy por asegurar que, contra
el dictamen del Consejo Jurídico, lo mejor sería dar vía libre al
puerto, ya que la obra está hecha y la Administración se ahorraría el
inevitable coste multimillonario para compensar las consecuencias de la
inseguridad jurídica que afectaría a los promotores.
Abrir el
puerto sin los añadidos de la viviendas y las instalaciones que se
pretendía colgarle sería, tal vez, la mejor solución, pues el mal, si
las obras en el mar lo fueran, ya está hecho, y la zona es irrecuperable
para otros usos. Pero tal vez, precisamente porque todo está ya hecho,
no salgan las cuentas para pagar futuras campañas electorales. Si don
Tomás levantara la cabeza...
(*) Columnista
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