lunes, 20 de febrero de 2017

¿Para qué sirven los Congresos de los partidos? / Fernando González Urbaneja *

La celebración casi simultánea de los Congresos de tres de los cuatro partidos centrales del tablero político español suscita al menos la pregunta: ¿para qué sirvieron?, ¿qué aportaron?, ¿han mejorado sus ofertas y su valoración?

Una encuesta de Metroscopia concluye que los tres Congresos han fortalecido a sus jefes, Rajoy, Rivera e Iglesias, más que a los propios partidos. Y a la pregunta de si las propuestas de cada partido son claras la mayoría dice que no, más reticentes frente a Podemos que ante PP y Ciudadanos, pero en todos los casos son más los encuestados que dicen que no.

Al margen de las encuestas, el mero análisis de titulares e informaciones (muy abundantes) publicadas estos días sobre los tres Congresos induce a pensar que lo que se ha debatido o dilucidado es, fundamentalmente, el reparto de poder en cada partido, las personas y tendencias que suben y las que bajan. Todo ello bastante cocinado en las trastiendas, al margen del proceso de decisión en Podemos más abierto que en los otros partidos aunque también con agujeros negros, por ejemplo el de proporcionalidad muy corregida, más que la del sistema D´Hont, que llega a que el ganador (Pablo Iglesias) consolida en la dirección porcentajes muy superiores a los de la confianza de los militantes.

Los tres Congresos han servido para que los tres partidos cierren files y consoliden sus respectivas direcciones. El debate sobre las propuestas de gobierno, sobre cómo mejorar la condición de los ciudadanos, no ha sido los principal, ni siquiera la segunda o tercera referencia principal, de las sesiones. Lo que han discutido y negociado sus cuotas de poder, relevos, ascensos, descensos… para consolidar direcciones más blindadas.

La retórica de cada Congreso se ha ajustado a su papel en el tablero político, a descalificar a los demás y a reforzar sus tesis y juicios como verdades absolutas y no discutibles. Que aburren a los ciudadanos y alientan la desafección es el efecto más lógico de la dinámica de los tres congresos. Las intervenciones finales, estelares, de los líderes fueron un buen ejemplo de la importancia de lo formal, del atrezo, de la apariencia, pero de ideas fuerza, de propuestas para entusiasmar al ciudadano común… nada de nada. Ninguno sale de la zona de confort en la que están instalados, ajustada a sus respectivas parroquias. Ni imaginación, ni riesgo, ni siquiera análisis sociológico que merezca la pena y haga pensar.

Y del cuarto partido del cuadro, el socialista, que celebrará su Congreso en junio y antes unas primarias, sólo cabe esperar más de lo mismo, lucha por el poder, personalismos y retórica vacía. No deben extrañarse de que están en la cola de la lista de reputación social; es lo que merecen por sus obras y su voluntad de no enmendarse.


(*) Periodista y politólogo


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