domingo, 5 de febrero de 2017

Oración de PAS en el Huerto de los Olivos / Ángel Montiel *

La Última Cena, Jesucristo se retiró a orar al Huerto de los Olivos. Su condición humana le advertía del sufrimiento que le esperaba. Y dicen las crónicas de la época que aparecía deprimido y desolado, entre otras cosas porque encontró a los suyos relajados, disfrutando de un profundo sueño, y con ellos, además, convivía el iscariote que lo traicionó por treinta monedas. La noche de Getsemaní es un episodio que se repite una y otra vez a lo largo de la Historia.
Tras

Es sorprendente que la política nos preste involuntariamente algunas metáforas tan evidentes. El pasado viernes, también el presidente de la Comunidad, tras tener noticia del principio de las actuaciones judiciales que lo conducirán inexorablemente a su imputación, se instaló bajo el Olivo Gordo de Ricote, un árbol al que le faltan sólo mil años de edad para ser contemporáneo del oliveral de Getsemaní, y bajo su capa protectora, eterna, inmutable e imperecedera, rodeado por sus discípulos, en este caso despiertos, pero quién sabe si prestos, alguno o algunos de ellos, a cobrarse la pieza, declamó su teoría sobre la diferencia entre corrupción e irregularidades administrativas, con tal convicción que implícitamente vino a admitir, de entrada, la existencia de estas últimas.

 No pudo Pedro Antonio Sánchez elegir marco más adecuado para escenificar el inicio de su 'pasión judicial' que ese retiro a la sombra del olivo, imagen viva en este contexto de La Oración del Huerto tan recreada en las celebraciones murcianas de Semana Santa, uno de los iconos salzillescos más dramáticos y bellos.

La pata y la mano
«No me investigan por corrupción, sino por un asunto administrativo», proclamó PAS bajo el olivo. Si aceptamos ese supuesto, le valdría para no dimitir en caso de ser imputado, atendiendo a la literalidad del compromiso que firmó con Ciudadanos, en el que consta 'corrupción política' como apellido necesario para acatar ese pacto. Pero un político puede ser condenado también por 'irregularidades administrativas', y esto conllevaría idénticas responsabilidades de dimisión, en tal caso no ya voluntarias, sino forzosas. Y más si para liberarse de la impregnación del término 'corrupción' se acepta de antemano la existencia de 'irregularidades' como mal menor. Pero por meras irregularidades han sido inhabilitados judicialmente para el ejercicio de la política varios alcaldes de esta Región. De modo que la diferencia entre corrupción e irregularidades, a los efectos, suele tener las mismas consecuencias.

En realidad, la respuesta pública de PAS a la toma de posición del TSJ sobre el 'caso Auditorio' es una traducción de un lema que hemos visto repetido con frecuencia en los últimos tiempos, entre otros, y esto podría ser un alivio para el presidente murciano, por el líder nacional de Ciudadanos, Albert Rivera: «No es lo mismo meter la pata que meter la mano». PAS está a punto de aceptar que pudo meter la pata, pero en modo alguno que metiera la mano. Y es cierto, y esto conviene volver a reflejarlo, que la acusación no incluye ese supuesto, aunque la 'pieza separada' de la jueza de Lorca sigue indagando en el destino de los fondos públicos de la subvención para la construcción de Auditorio, si bien los propios peritos de la Fiscalía confirmaron que en las obras se invirtió el total de dicha subvención.

 Ahora bien, 'meter la pata' puede conllevar asimismo responsabilidades judiciales y, desde luego, políticas. Por dos razones: nadie puede estar en la conciencia de nadie para saber con certeza si la 'metedura de pata' es involuntaria, y dos, porque los políticos que 'meten la pata' muestran, antes que nada, su condición de malos gestores. Ser un mal gestor, aunque no se sea a la vez corrupto, no es precisamente un aliciente y menos de algo de lo que se pueda presumir.

(Paréntesis: La primera vez que escuché la expresión sobre la pata y la mano fue allá por 1995, en un mitin del hoy exalcalde de Murcia Miguel Ángel Cámara, en la pedanía de Puente Tocinos: «Podemos meter la pata, pero no meter la mano», dijo. Años después hemos sabido que lo único que no metía era la tarjeta de crédito en los cajeros).

No dimitirá
La pregunta es: ¿dimitirá PAS? La respuesta es obvia: de ninguna de las maneras. El argumentario que maneja es claro al respecto. Por tanto, hay que plantear una cuestión añadida: ¿podrá resistir? De momento no hay síntomas de que deba sentirse inquieto. Lo apoya la dirección nacional con el mismo esquema de respuestas que esgrime San Esteban.

Sin embargo, este es su talón de Aquiles, pues ya se ha visto que si la presión es asfixiante para Rajoy, como en el caso Rita Barberá y otros anteriores, desde Génova no dudan en soltar lastre. Se puede asegurar que de ahí, y solo de ahí, podría proceder la única posibilidad de presión efectiva para que se retirara antes de que el desarrollo de las causas judiciales que lo enfocan resulten, si llegara el caso, de consideración inexcusable.

Ningún problema en lo que se refiere a la oposición murciana, no olvidemos que mayoritaria en la Asamblea. Si Ciudadanos, cuando se aclare sobre sus propias dudas sobrevenidas acerca del momento procesal oportuno en que corresponde pedir la dimisión de un cargo público, decidiera exigir la dimisión del presidente, se quedaría mirando a Palencia, pues ¿qué podría hacer si el presidente lo ignora? Solución: una moción de censura. Pero ¿apoyaría Ciudadanos un Gobierno presidido por el líder del siguiente grupo con mayor representación parlamentaria, el PSOE?

Impensable en el actual contexto político en que Rivera se está reconvirtiendo de socialdemócrata a liberal. Aparte de que a Ciudadanos no le bastaría con concertar con el PSOE, pues tendría que hacerlo también con Podemos, y esto sí que no casa, empezando porque Podemos, por muy errejonistas que sean en Murcia, no dará nunca su apoyo a un Gobierno presidido por González Tovar, a quien consideran un político menos consistente que el propio PAS.

La moción de censura está, pues, descartada, salvo para el líder socialista, quien sin duda ve en la encrucijada judicial del presidente la oportunidad para reivindicarse como alternativa, lo que le valdría salvar su cabeza en el interior del PSOE. Nada agradecería más González Tovar que tener la oportunidad, en las previas a que se resuelva la crisis nacional de su partido, que poder ofrecer a la Gestora o la propia Susana Díaz, a la que se opone ahora con Patxi López y antes con Pedro Sánchez, una presidencia socialista en Murcia que lo haría indiscutible como secretario general.

Atentos al ´establecimiento´
Pero esta flor no se la va a regalar Podemos y Ciudadanos, por mucho que estos partidos se afanen en pedir la cabeza de PAS si éste se resiste a dimitir con la imputación a cuestas, en caso de que ésta llegara. En cuanto a Ciudadanos, se da la contradicción de que, a punto de considerar las posibilidades para entrar en el Gobierno del PP, el pacto que firmaron con PAS les obliga a ser estrictos en su cumplimiento, pues no se olvide que los pactos a dos los firman dos. La paradoja es que si el reclamo para la dimisión de PAS viene de fábrica en los casos del PSOE y Podemos, en lo que respecta a Ciudadanos, que es el partido que a estas alturas menos interés tiene en forzarla, se verá obligado a ser el más radicalmente exigente, pues les quema la firma de su líder en el texto del acuerdo de investidura.

Hay otro aspecto de la cuestión que favorece a PAS en este calvario que ha empezado a atravesar (para el que, dicho sea de paso, estaba plenamente mentalizado y preparado) y es la posición del 'establecimiento' murciano. No tardaremos en escuchar, desde las más diversas instancias, reclamos acerca de la estabilidad política, la necesidad de una gobernabilidad tranquila y de evitar las interferencias de las crisis políticas en la recuperada dinámica del crecimiento y del empleo. Es verdad que estas apelaciones son y serán como oraciones para provocar la lluvia, pues la situación de PAS no depende ya del todo de las posiciones políticas de unos u otros, sino de resoluciones judiciales en marcha.

Por tanto, da igual que se exprese el pesar por el hecho de que de nuevo Murcia se adentre en un proceso de inestabilidad política cuando hay un determinismo judicial que, de expresarse en modo condenatorio, solo merecería reproche para quienes han incurrido en causa de irregularidad y para quienes, a sabiendas de que esta situación podría ser previsible, aceptaron el riesgo de apostar por un presidente que presentaba alguna avería.

En este contexto, no llama ya ni quiera la atención que el valedor de PAS en el acto de adhesión de Alcantarilla del pasado viernes resultara ser Valcárcel, un avalista incómodo, pues él mismo ha sido investigado en el caso Novo Carthago, lo que ha conllevado la difusión de datos poco edificantes en relación a sus intereses próximos, y es además el protagonista de una gestión (aeropuerto, agua, Ave, desaladora, autopista, urbanismo a la carta y una docena más de etcéteras) ante la que la construcción del Auditorio de Puerto Lumbreras constituye un simple lunar.

Por otro lado, aunque la hipocresía sea una redundancia en relación a la política, es probable que quienes escuchan de Valcárcel, en privado pronunciamientos sobre PAS se vean sorprendidos por los que emite en público.

Una rueda irreparable
Lo más grave para el PP en estas circunstancias no es que, en el peor de los extremos, se viera obligado a reparar la rueda. Lo ha hecho en muchas circunstancias y ocasiones, y es por esto que digo que ahí está la gran debilidad del presidente en este momento, es decir, en que los condicionantes de la política nacional condujeran al PP a dejarlo caer si la presión se hiciera insoportable. Lo peor es que el PP murciano no tiene una rueda mejor.

PAS es el líder indiscutido de las generaciones postValcárcel, el que lo ha salvado de la molicie después de que los grandes proyectos de gestión encallaran y se convirtieran en fardos para la economía regional. Es un político hábil, con inteligencia para manejarse en condiciones adversas y para sacar brillo al carbón. Cuenta con una fuerte y extendida adhesión interna que es intransferible a otro líder de repuesto en estas circunstancia, y se ha hecho un hueco entre los lobatos que aspiran a relevar a Rajoy. De modo que su revés es el mayor desastre a que podría enfrentarse el PP murciano.

El pasado viernes, en una metáfora inconsciente, PAS oró y peroró junto a los suyos bajo el Olivo Gordo tal vez en un intento de cambiar las Sagradas Escrituras y borrar de ellas la escena del prendimiento.


(*) Columnista


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