Termina 2016 con una rueda de prensa que Mariano Rajoy se podía haber
ahorrado, como casi todas. Termina un año que el PSOE de Pedro Sánchez
le ha regalado al presidente para que pueda completar una legislatura de
cinco años. Todo un éxito. El presidente ha acreditado su piel de
elefante, su capacidad de aguante, su arte para correr y correr sin
avanzar un milímetro, y la oposición en pleno ha demostrado su bisoñez
insuperable. A Rajoy no le hace falta acertar o brillar para ser
presidente, incluso no necesita pactos ni alianzas, le sobra con los
adversarios incapaces de sacarle de Moncloa.
Hoy, en su comparecencia, el presidente se ha esforzado en exhibir un
punto positivo, optimista, en el pronóstico de lo que acaecerá en el
año que está a punto de comenzar. Aunque no ha dicho ni mu respecto a si
tiene la certeza de poder sacar adelante los Presupuestos Generales del
Estado, en su equipo me dicen que lo tiene claro: “el presidente está
convencido y, además, PSOE y Ciudadanos saben que si no, disuelve de
nuevo y vamos a las urnas, y a ninguno de los dos les interesa, tienen
pavor a otra cita electoral”. Y ahí va a estar la clave de la duración
de la legislatura. Si logra aprobarlos, tendremos Rajoy para cuatro años
más. Si no, es más que probable que en mayo vayamos a otras elecciones
con Rajoy, por supuesto, como candidato del PP.
Es un maestro del equilibrismo el presidente. Mientras mantiene vivo
al PSOE y le suministra mimos con conversaciones frecuentes con Javier
Fernández, intenta no cabrear a Albert Rivera y sus ciudadanos, hoy
incluso citándoles con relevancia y preponderancia.
Ciudadanos atraviesa un momento delicado. Hace un año se presentaba
como imprescindible para Rajoy y a día de hoy su capacidad de influir es
más que relativa. Vive un momento convulso internamente, sobrevuela el
fantasma de Rosa Díez y puede decirse que es un globo desinflado que
necesita aire con urgencia para seguir sobrevolando la política española
con posibilidades de ser, si no una alternativa, al menos un aspirante a
segundo partido.
Podemos mantiene un buen puñado de votos, pero están a bastonazos por
los pasillos, y aunque Pablo Iglesias va a conseguir mantener el
liderazgo, se les han visto las costuras y su populismo cada día les
aleja más de aspirar al sorpasso.
Y el PSOE. ¡Ay!, el PSOE. Sánchez va camino del cementerio político,
Susana Díaz no termina de dar el paso, algunos de los clásicos insisten
en Patxi López, y cada día gana más adeptos el presidente de la Gestora,
un Javier Fernández sensato, calmado, que trata por todos los medios de
retrasar al máximo el Congreso. Los socialistas no pueden permitirse
perder otro año en la gresca interna, so pena que quieran seguir el
camino del PSI de Craxi y desaparecer del mapa.
Esto es lo que hay. Y Aznar, con los perros siempre sueltos,
pensándoselo. Y Rajoy a lo suyo. El año perdido él lo ha ganado. Un
campeón, Rajoy.
(*) Periodista
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