viernes, 16 de diciembre de 2016

Mientras las ONGs florecen, los partidos políticos languidecen / Félix de la Fuente *

Aunque aparentemente los partidos políticos puedan coincidir en sus inicios con las ONGs, es decir con las organizaciones solidarias, calificativo que cuadra mucho mejor con la labor que éstas vienen desarrollando, sin embargo poco tiempo les dura a los partidos su idealismo y enseguida suelen tomar un rumbo totalmente opuesto a las primeras.

¿Por qué los ciudadanos se muestran más cercanos a esa multitud de organizaciones solidarias y rechazan todo lo que suena a política? ¿Qué es lo que diferencia a estas organizaciones solidarias de los partidos? Yo diría que las ONGs están en las antípodas de los partidos políticos, pero voy a fijarme sólo en unas características que las distinguen de los partidos políticos:

Las ONGs se caracterizan por el idealismo de sus miembros y colaboradores, no viven del trabajo que hacen, sino para el trabajo que hacen. Los partidos políticos viven de la política, son vividores de la política.

Las organizaciones solidarias están comprometidas con los ciudadanos más necesitados. Las ONGS luchan por resolver un problema concreto, los partidos luchan por el poder. La finalidad última de éstos no son los ciudadanos. Los ciudadanos son el instrumento para llegar al poder.

Las ONGs se basan fundamentalmente en los voluntarios. Los partidos en el dinero y en los medios de comunicación, que también constituyen parte del poder.

Las organizaciones solidarias podríamos decir que están haciendo el trabajo que “sus señorías” no se dignan hacer.

¿No es lógico que los ciudadanos se inclinen por unas y rechacen a otros? No está todo perdido en nuestra sociedad. No, mientras tengamos jóvenes y profesionales que se comprometen con organizaciones solidarias: No, mientras haya personas que están haciendo algo voluntaria y gratuitamente algo por los demás.

Esperar que los organizaciones no gubernamentales, es decir los ciudadanos de a pie, solucionen los problemas del hambre, de la vivienda, de los refugiados, de los emigrantes, de las personas abandonadas, es, por parte de los políticos, lavarse las manos farisaicamente, es ponerse unas gafas negras para no ver la realidad sangrante de nuestros alrededor, es saltarse impunemente la Constitución, que consagra como derechos fundamentales algo que los partidos políticos están negando. Cuando los políticos nos hablan de cambiar la constitución, ¿no será para retirar de este libro sagrado esos derechos fundamentales que los están dejando en cueros?

Si queremos que los ciudadanos puedan ilusionarse un día por al política, es mucho lo que debemos aprender de las organizaciones solidarias. Quizás debamos preguntarnos si no es necesario que tengamos unos voluntarios de la política y no unos profesionales o vividores de la política.



(*) Ex funcionario de la Comisión Europea

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