A dos meses exactos del inicio de Vistalegre II, una batalla
decisiva, sigue la polémica y la guerra de guerrillas entre Pablistas y
Errejonistas, sin que por el momento, aparezca la posibilidad de acuerdo
entre las dos facciones, aunque quizás sea Errejón, número 2 de
Podemos, secretario político del partido y ,hasta hace poco, amigo
inseparable de Iglesias en olor a la fraternidad que dicen que debe
presidir las relaciones personales entre todos, el que está intentando
no romper con quien lo que busca, a partir de Febrero, es el control
absoluto de la organización de la que es y seguirá siendo, secretario
general.
Desde el cese fulminante el pasado mes de Marzo de Sergio Pascual, el
Errejonista responsable de la organización del partido y número 3 de la
Organización, por críticas de los Errejonistas al modo de hacer de Luis
Alegre, uno de los hombres claves de Iglesias y, su sustitución por
Pablo Echenique, del sector Anticapitalista, las relaciones entre
Iglesias y Errejón han ido de mal en peor, hasta llegar casi al punto de
ruptura, al apoyar recientemente el segundo a la candidatura de Madrid
de Rita Maestre y Tania Sánchez, frente al candidato de Iglesias, Ramón
Espinar, portavoz en el Senado.
Espinar ha estado implicado, según se
filtró en plena batalla interna, en un escándalo sobre un piso de
protección oficial que no le correspondía tener, que obtuvo por
influencias de su padre, consejero de Caja Madrid, y que además revendió
con una notable plusvalía, algo que casa poco con la lucha de los que
especulan con la vivienda, leit motiv que ha sido la bandera
reivindicativa del líder madrileño de Podemos.
Un líder que ya elegido,
iniciará la purga contra uno de sus objetivos: el representante en la
asamblea de Madrid José Manuel López, el único dentro del partido, que
se atrevió a pedir explicaciones por el comportamiento de Espinar, que
tanto perjudicaba al partido, mientras Espinar, en contra de lo aprobado
en Vistalegre I, simultánea tres cargos dentro de Podemos.
Todas esas tensiones, enfrentamientos y guerra de guerrillas,
provocados la mayoría por Iglesias y, su entorno más próximo, en una
política de control absoluto de la organización, que le tratan casi con
miedo reverencial, se han agudizado ante la convocatoria de Vistalegre
II, donde se va a jugar la batalla decisiva: el futuro del partido, su
estructura, las relaciones con los movimientos que han concurrido a
varios procesos electorales en Cataluña, Euskadi, Galicia y Valencia y,
al fin y al cabo, el control del partido.
Un partido que ha perdido la frescura y la espontaneidad de los
primeros años, cuando se intentó recoger el espíritu del 15 M y que ya
es un espíritu que ha muerto, por el sectarismo y, por esa obsesión de
que el miedo cambie de signo, que el miedo empiecen a sentirlo los de
arriba, sin que eso le reporte nada, a los de abajo. Una postura
combatida por los Errejonistas que no ven la eficacia de esa política,
cuando lo único importante es incorporar a los más colectivos posibles a
un proyecto que ilusione y que no provoque miedo. Pero es que, además,
Iglesias pretende que en Vistalegre II, se vote a la vez, programa y
quiénes lo llevarán a cabo, contando que, de esa forma, la capacidad de
arrastre suyo, evite que voten en contra de él, con lo que es muy
posible que eliminen por completo al sector Errejonistas, mayoritario en
las ciudades.
Un manifiesto hecho público el pasado viernes, firmado por cerca de
un millar de militantes, reclama que se debata y vote por separado en
los documentos políticos y las listas para renovar la dirección, en
contra de la propuesta del líder del partido. Así lo anunció en su
cuenta de twitter Iñigo Errejón: “Para seguir ilusionando necesitamos
debatir de ideas en lugar de pelearnos”. Es la primera vez que Errejón,
número dos de Podemos, suscribe un manifiesto crítico con las propuestas
del secretario general, Pablo Iglesias.
Este sábado Errejón, en un acto celebrado en Mallorca, ha elaborado
el retrato de cómo debe ser el partido: “un partido más amable, más
plural, más integrador, más descentralizado y más ganador”. Un retrato
que tiene poco que ver con ese otro revanchista, crispado, y donde esa
sonrisa era su seña de identidad, tan utilizada en las últimas
elecciones generales, esas en las que el partido se identificaba con la
democracia danesa, ha desaparecido por completo. Ahora, la sonrisa ha
sido substituida por la permanente crispación.
(*) Periodista y economista
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