lunes, 19 de diciembre de 2016

El Rector Magnífico sedicente e insurrecto / Fernando G. Urbaneja *

Se llama Fernando Suárez Bilbao (1964), y funge de catedrático e hijo de catedrático, historiador medievalista y rector electo de la 6ª Universidad pública de Madrid, la Rey Juan Carlos, desde 2013. Tres veces licenciado (Geografía e Historia, Filosofía y Letras y Derecho), dos veces doctor, y académico correspondiente de dos Academias (Historia y Jurisprudencia y Legislación) y exhibe una obra publicada típica en los ámbitos universitarios españoles. Tiene un problema, es plagiario compulsivo, con reiteración, al menos en siete de sus trabajos se ha apropiado del trabajo de otros sin citar la procedencia; un pecado mortal que conduce al suspenso automático, al cero pelotero.

Los plagios están acreditados, el desprecio de la comunidad académica (al menos la ajena a su universidad) es palmario, tanto que el sedicente rector no asistió a la última reunión de la Conferencia de rectores, de la que es vocal ante la amenaza de destitución inmediata. Pero nada de eso le ha llevado a dimitir de su cargo de Rector Magnífico, a renunciar a su cátedra y demás cargos, empleos u honores y a quedarse en casa abochornado por una temporada.
Todo lo cual se puede entender en una persona tan carente de ética y de principios. Lo que llama la atención es el silencio, la parálisis de su Universidad, de sus órganos de gobierno, incluido el Consejo Económico Social, de la superioridad administrativa tanto a nivel autonómico, Consejería de Universidades, como del propio Ministerio de Educación. También de las Reales Academias a las que pertenece como “correspondiente”.

Al margen de cómo estén atribuidas las competencias inspectoras y sancionadoras de los rectores, queda el derecho/deber de expresión ante lo irregular y nada ejemplar. Que el rector se atrinchere en su despacho y cargo es asombroso, pero más lo es el silencio (cómplice) del resto de la comunidad universitaria.

La Universidad Rey Juan Carlos es una Universidad joven, alentada por el gobierno de Ruiz Gallardón, y por ello calificada, quizá injustamente, de universidad del PP; como la Carlos III se calificada de socialista. Ambas están bien dotadas económicamente (más de cien millones al año) y tienen a favor carencia de historia y peso muerto; deben aspirar a ser universidades excelentes. La Universidad Rey Juan Carlos no lo va a ser, con un rector de esta catadura queda manchada definitivamente y las acusaciones acumuladas de arbitrariedad, clientelismo y chapucería ganan muchos enteros.

¿Qué puede tener en la cabeza un personaje como Suárez Bilbao para aguantar a pie firme y sobrellevar una acusación tan grave como la de plagiario? Un caso de estudio que bien merecería una comisión de investigación de la Asamblea de Madrid para analizar las entretelas de la universidad y de su sedicente rector.


(*) Periodista y politólogo


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