Me pilla esta noticia de la comisión de sabios leyendo el último libro de Javier Paniagua (El socialismo. De la socialdemocracia al PSOE y viceversa),
editado por Cátedra, y de inmediato me ha venido a la memoria la
historia del "Programa 2000", que relata Paniagua con bastante sentido
del humor. Es que son spitting images o, como decía una tía mía de raigambre gallega, escupidiños.
Hay
un pálpito general, compartido, de que el PSOE pasa por momentos de
tribulación, de turbulencias. Hay conciencia de excepcionalidad y, por
lo tanto, de transitoriedad. Las discrepancias arrancan en la duración
de esa transitoriedad. Las bases parecen exigir congreso y primarias de
urgencia y a la voz de "ya". La junta gestora prefiere tomarse su
tiempo. El partido está desnortado. La junta advierte la necesidad de
replantearse fines y medios, táctica y estrategia, poco menos que
refundar el PSOE. Y ahí es donde aparece el Programa 2000 pero hoy,
mismo procedimiento, mismos resultados. Se reúne una amplísima comisión
de sabios, se elaboran unos papeles salidos de diversas brainstorming sessions
y luego se remiten a las agrupaciones para comentarios.
Al final, hay
una montaña de papel imposible de racionalizar en proyecto alguno
viable. En consecuencia, se nombra un comité reducido de la comisión de
sabios para que redacte un texto conciso, resumido, a modo de catecismo y
que, por la fuerza de las cosas y la necesidad de contentar a todo el
mundo, no dirá nada nuevo. Pero habrán transcurrido diez meses que quizá
sea de lo que se trata, según apuntan los maliciosos del campo de
Sánchez.
Si
realmente se buscara una refundación del PSOE, ¿no hubiera sido más
razonable remitirse a la Conferencia Política y la Declaración de
Granada de los tiempos de Rubalcaba? Ni se ha intentado. Prueba de que
aquellas manifestaciones no tenían contenido real y eran una
justificación del giro del PSOE hacia un partido de centro, de Estado,
dinástico y turnista. Justo lo que le ha llevado a la situación en que
se encuentra.
Sánchez,
a su vez, parece lanzado a un autoconstituido proceso de primarias que
ya están cuestionándole las gentes del aparato. Primero la revisión
doctrinal y, luego, la cuestión personal. El proyecto de Sánchez de
peregrinar por las agrupaciones puede ser un motivo más de
enfrentamientos en el PSOE, según sean las tendencias de las
agrupaciones, por o contra Sánchez.
"Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete".
Prohibir el recurso al pataleo
Inauguran su mandato como siempre:
prohibiendo algo. Con la "Ley Mordaza" creían haberlo prohibido todo,
pero se olvidaron de las burlas a la Ley. Ahora quieren prohibir las
burlas y, ya puestos, todas. Porque eso es lo que son mayoritariamente
los memes, burlas. El hasta ahora respetado derecho al pataleo. Para
ello se invoca el derecho al honor. Un laberinto de interpretaciones. Si
alguien, por ejemplo, ha cobrado comisiones ilegales, el derecho al
honor vulnerado no está en el hecho en sí sino en el modo de
comunicarlo. Porque los memes son comunicación.
Es la imagen lo que se
persigue; pero tampoco debe de ser eso porque, antes de internet, los
memes eran dibujos, chistes, caricaturas que se remontan a los orígenes
de la prensa. Los memes, los inocentes memes, pertenecen a la tradición
de la caricatura. Muchas veces, los caricaturizados no se complacen con
sus caricaturas pero de ahí a prohibirlas por ley media un trecho.
Claro, a lo mejor no son las imágenes en sí, sino eso que se llama su
"viralidad", esto es, que se difundan en cuestión de horas y que sean
tan ingeniosas.
El
honor es categoría social, por lo tanto la norma deja un amplio margen
interpretativo a los jueces pero ahora quiere recortarlo sacando los
memes de toda interpretación, prohibiéndolos de raíz. Y ¿cuál es el
criterio para prohibirlos? La publicación de imágenes sin
consentimiento, se entiende que expreso. Pero eso haría imposible el
trabajo de los medios audiovisuales, gráficos y escritos que cubren los
actos públicos de los partidos, por ejemplo. Si ls imágenes no pudiesen
difundirse sin más, los actos no serían tan públicos; más bien privados.
Y si los medios suben las imágenes, ¿cómo se va a impedir que otros
suban las imágenes de los medios que traen las imágenes de aquellos cuyo
derecho al honor ha de protegerse?
Prohibir los memes en las redes es prohibir los chistes.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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