sábado, 26 de noviembre de 2016

La muerte de Fidel y la transición cubana / Pablo Sebastián *

En la noche del 25 de noviembre de 1956, hace ahora sesenta años, Fidel Castro acompañado de su hermano Raúl Castro, el Che Guevara, Juan Almeida y Camilo Cienfuegos y ochenta guerrilleros cubanos, embarcó en el río Tuxpan (México) a bordo del yate Granma que siete días después arribó a la playa de Las Coloradas de Cuba para iniciar la guerra y la revolución que, tres años después, puso fin a la dictadura de Fulgencio Batista, el 2 de enero de 1959.

Fidel Castro, líder y Comandante en Jefe de Cuba, tenía 30 años y ahora acaba de morir cuando ha cumplido los 90 y presentía su final diciendo hace poco que todo se acaba pero que ‘las ideas del comunismo cubano permanecerán’.

Puede que eso sea así pero por poco tiempo. Porque la muerte de Fidel, que es sin duda un acontecimiento político mundial, pone fin al mito y al símbolo en América de la revolución marxista y numantina cubana frente al poder de Washington y el embargo que impusieron a Cuba los EEUU, tras la crisis de los misiles que la URSS instaló en Cuba en 1962, y que fueron desmontados tras la amenaza de guerra del ex presidente John F. Kennedy.

La revolución cubana no sobrevivirá mucho tiempo tras la muerte de Fidel, como ocurrió en España con Franco o con otras dictaduras. Y ojalá que ello ocurra con un proceso de ‘transición a la española’ en pos de la libertad, la democracia y la reconciliación del pueblo cubano. Porque la alternativa de revueltas sociales y políticas tendrían en su inicio un alto coste en vidas y libertades a la vista del férreo control del poder que ejerce Raúl Castro en el país.

El tiempo de dictadura en Cuba, demasiado largo y doloroso para su pueblo, acabará por mas que Raúl Castro mantenga el control, pero también con algunos gestos de apertura que se culminaron, bajo el mandato del presidente Obama, con el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y USA, cumpliéndose una vieja profecía de Fidel quien dijo que esa relaciones se restablecerían ‘cuando en USA hubiera un presidente negro y en el Vaticano un Papa latinoamericano’, lo que finalmente ha pasado con Obama y Francisco.

Una apertura diplomática, que tiene pendiente el final del embargo de Washington al régimen de La Habana, lo que ha constituido un error de los Estados Unidos y una discriminación injusta y singular que USA no aplicó a regímenes comunistas, incluso mas represivos que el cubano.

Un Régimen con el que España siempre mantuvo buenas relaciones, incluso durante el franquismo, al menos hasta que José María Aznar –‘el caballerito’ lo llamaba Fidel- llegó al Gobierno desde donde impidió que los Reyes de España visitaran oficialmente Cuba, lo que le tocará hacer al Rey Felipe VI y cuando antes mejor.

Adolfo Suárez fue el político mas audaz en la relación de España con Cuba al visitar oficialmente la isla el 10 de septiembre de 1978 para convertirse en el primer gobernante occidental que rompió el bloqueo a pesar de la presión de Washington que intentó impedir ese viaje en el que el pueblo de Cuba, siempre enamorado de España, se volcó en las calles de La Habana para dar la bienvenida a Suárez.

Lamentablemente, el gobierno de Rajoy perdió el tren de la apertura de las relaciones diplomáticas de Washington y La Habana, en la que colaboraron las diplomacias del Vaticano y Canadá. Pero si la muerte de Fidel permite el inicio de una vía hacia la democracia España debe estar presente en esa transición y colaborar.

Lo que no será fácil con Donald Trump en la presidencia de los EEUU y una vez que en su campaña electoral se mostró contrario a mejorar esas relaciones. Pero incluso con Trump en la Casa Blanca ese proceso de mejora entre Washington y La Habana tampoco se debe descartar.

Máxime ahora que la muerte de Fidel también pone fin a la referencia de la Cuba numantina y anti norteamericana que alentó el renacer de regímenes populistas y de izquierda en Latinoamérica con el liderazgo de Chávez –también fallecido- en Venezuela y el triunfo de opciones similares en Argentina, Ecuador, Brasil, Bolivia, Uruguay y Nicaragua.

Fidel Castro ya está en la Historia y a su hermano Raúl le toca ahora poner en marcha la transición democrática en el mundo nuevo, global y comunicado en el que Cuba ha quedado marginada y relegada. Fidel no quiso ni supo superar el final de ‘la guerra fría’ ,que en su tiempo justificó su régimen como parte emblemática de uno de los grandes bloques ideológicos. Pero ahora esos bloques no existen y las tensiones internacionales son de otro signo político, económico y confesional y Cuba debe avanzar hacia un modelo democrático y con plena libertad.


(*) Periodista


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